Toni Subiela - Tribuna libre
Paravientos
«Lo que se ha sembrado en Cataluña puede crecer también aquí, en nuestra fértil tierra de la Comunidad Valenciana»
Como el huracán que se abre paso sin reparar en lo que arrastra por delante, el nacionalismo insiste en la debacle , en romper con todo sin tener en cuenta nada ni a nadie, en llevarse por delante todo lo construido a lo largo de los años como si de hojas caídas se tratara.
Como ráfagas de viento caprichosas que eligen a quien molestar con insistencia, el catalanismo perturba el sentido de los demás y adoctrina para perpetuarse , el egoísmo forma parte de su naturaleza y desde una posición ventajosa no quiere ventajas para nadie más.
Aires de una realidad paralela, inventada, que genera una duplicidad irreal. Independentismo que vive en una burbuja al margen de la sociedad en su conjunto y no querer ver más allá, porque impera su interés por lo que se asemeja y rehúsa de cualquier ápice de diferencia.
Lo curioso de estos vientos populistas es que se propagan a la velocidad del sonido (incluso silban) y que lo que se ha sembrado en Cataluña puede crecer también aquí, en nuestra fértil tierra . En época de cambios y continua efervescencia, ningún territorio está exento de caer en la tentación y verse arrastrado por el discurso fácil.
Un vendaval que acecha a los valencianos y trata de llevarse lo nuestro para imponer lo suyo, que encima es ajeno. Sopla con acritud hacia asuntos tan importante como nuestra cultura o nuestra educación, intentando cambiar nuestras tradiciones e imponiendo sus propias reglas de este juego absurdo que han inventado, sin tener en cuenta la opinión de nadie más que la propia.
El tripartito insiste en las bondades de esta masa de aire que contamina a su paso, como ejemplo y símil de lo que trata de corromper en nuestras ciudades, sin escuchar más intereses que los que rigen sus convicciones y dejando en un tercer plano lo que reclama la ciudadanía.
Los valencianos ni quieren ni necesitan un desgobierno que actúe a imagen y semejanza de lo que rompe Cataluña, España y resiente nuestras relaciones con Europa. En época sin vacas gordas se precisan liderazgos y políticas plurales, inclusivas, transparentes y en actitud de escucha. Que sus aires de grandeza no se lleven lo diferente, sino que entiendan y respeten lo que la sociedad pide mejorar y reconstruir.
Se hace necesaria la antítesis de los nacionalismos populistas, la demagogia, y, en definitiva, añoramos una brisa de aire fresco que renueve las ilusiones, que traslade lo que la sociedad precisa y que arrastre lo que no le hace ningún bien a nadie.