Carlos Marzal - HOTEL DEL UNIVERSO
Opinar es un arte
Uno sólo debería opinar sobre aquello que desconoce, mejor si su ignorancia es absoluta
En mi opinión, uno sólo debería opinar sobre aquello que desconoce , mejor si su ignorancia es absoluta. Cuando no se tiene ni puñetera idea de aquello acerca de lo que se habla, más cerca se está de sostener una opinión libre y contundente. De ahí que el hecho de opinar sea una de las artes decorativas por excelencia, y que haya desplazado en la actualidad a muchas de las artes tradicionales.
Emitir juicios sobre los asuntos que uno conoce, porque los ha estudiado y acumula experiencia profesional, no tiene ningún mérito. El especialista, si lo pensamos con detenimiento, es una consecuencia lógica de nuestra condición humana: vivimos en el tiempo, y, con el tiempo, a poco que insistamos en algún asunto, acabamos por especializarnos en algo. ¿Quién no sabe mucho de alguna majadería que no interesa a casi nadie, salvo al sujeto cognoscente?, por decirlo como lo diría un especialista en teoría del conocimiento.
La figura del sabio prudente que sólo se arriesga a dar su opinión en contadas ocasiones, y que lo hace poniendo entre paréntesis todo lo que sugiere, es una antigualla y representa un aburrimiento para el público, ansioso de opiniones ajenas con las que embellecer la opinión propia. Los físicos atómicos que opinan sobre Física atómica son unos plastas . Los fonetistas que opinan sobre los fonemas fricativos y las oclusiones laríngeas en el español medieval son unos pelmazos. Para opinar como es debido, no hay nada como ser un completo recién llegado a la materia en cuestión. Si no fuera por los neófitos, por los advenedizos, por los intrusos, el acto de opinar no habría alcanzado el refinamiento que posee en nuestros días.
Lo que más aprecio en los grandes opinadores es su vocación aventurera. Sin riesgo, no existe la opinión privada que deje sin aliento a la opinión pública. Valoro mucho el carácter misceláneo de las altas opiniones . Quiero decir que admiro de todo corazón, por ejemplo, a los que opinan sobre las causas profundas en las oscilaciones del barril Brent, durante un programa televisivo de repostería neozelandesa; o a quienes opinan sobre el papel decisivo de la aviación polaca en el desenlace de la segunda guerra mundial, en medio de una conversación sobre el agujero antártico en la capa de ozono. El exhibicionismo es un humanismo, como si dijésemos.
El virtuoso de la opinión representa el último enciclopedista verdadero. La prueba de que un individuo ha elevado, a la categoría de arte, el acto reflejo de opinar estriba, no en el hecho de sostener sus opiniones, sino en el generoso desprendimiento espiritual de cambiarlas cada dos por tres . El apego hacia los juicios propios supone un inmovilismo imperdonable a estas alturas de la historia.
España es una potencia mundial en el arte de las opiniones renovables , por nuestra idiosincrasia, por nuestro clima, por nuestra alimentación, y creo que los gobiernos deberían invertir más en el fomento de esta disciplina. Los españoles opinamos mucho y bien. ¿Para cuándo una licenciatura en Opiniología Hispánica? Algunas asuntos como este, en mi modesta opinión, no deberían ser opinables. Aunque mañana no sé qué opinaré al respecto.