Narciso Estellés - Tribuna abierta

Valencia: del desorden a la inseguridad

«Las valencianas y los valencianos reclaman con justicia que vuelva la paz a sus barrios»

Imagen tomada durante un botellón que congrega a cientos de jóvenes en la ciudad de Valencia EFE/Ana Escobar

El 28 de octubre de 1982, tras la primera victoria del Partido Socialista Obrero Español ( PSOE ) en unas elecciones generales, Alfonso Guerra, en plena euforia y efervescencia, lanzaba una frase histórica: «Vamos a poner a España que no la va a reconocer ni la madre que la parió».

Esta frase, bien podría ser contemporáneamente atribuida al alcalde de Valencia, Joan Ribó , en lo concerniente al inmenso deterioro de la seguridad y la convivencia que, por su máxima responsabilidad, los valencianos estamos sufriendo en nuestra ciudad.

Valencia ya es, hoy en día, una urbe irreconocible en lo relativo al legítimo derecho de vivir y pasear por unas calles en las que no haya que preocuparse por sufrir un atraco, padecer una agresión, tener miedo en el propio barrio o, simplemente, poder conciliar el descanso por la noche.

Toda esta degradación de la seguridad y la convivencia comenzó por un alcalde y unos concejales de Compromís y PSPV que, lejos de apostar por poner el más mínimo orden en las calles, hicieron lo contrario. Cuando desde el Ayuntamiento se tolera que el patrimonio universal de la Lonja se convierta en un urinario público y un gran basurero, se fomenta el desorden. Igualmente, se promueve el desorden cuando se es gubernamentalmente tolerante con la venta ilegal en la misma puerta de muchos negocios, cuyos propietarios pagan sus impuestos.

Reconocer desde el consistorio hasta catorce zonas de botellón y no hacer nada en años, es también renegar del orden. Cuando en 2018, el alcalde de Valencia llegó a promover la cesión municipal del muro del solar de Jesuitas, para la realización de un mural filoetarra, que ensalzaba a los agresores de Alsasua , también fomentaba el desorden.

Con este caldo de cultivo, era sólo cuestión de tiempo de que los que viven bordeando las leyes y/o las normas, entendieran que el Ayuntamiento de Valencia les ofrecía el ecosistema perfecto para arraigar sus comportamientos, creando además un fuerte efecto llamada. El resultado de este tránsito del desorden a la inseguridad se puede evidenciar numéricamente. Entre 2020 y 2021, los delitos han crecido en Valencia un 38,8%, muy por encima de Barcelona (11%), Sevilla (4%), Bilbao (6%), Madrid (11%), Málaga (15%) o Zaragoza (17%). Así mismo, Valencia ocupa en 2021 el segundo lugar de España de delitos por cada 100.000 habitantes (2.909 delitos), sólo superada por la Barcelona de Ada Colau . Como puede verse, uno de los pilares básicos para poder vivir, como es la seguridad en la calle, ha sido quebrado en Valencia.

No sólo las cifras apoyan este claro diagnóstico. Los vecinos de barrios o zonas de la ciudad como Orriols, Malvarrosa, Cabanyal, Benicalap, Marxalenes, Antonio Rueda, Benimàmet, Nou Moles, Soternes, Velluters, Mercat o Monteolivete ya han salido a la calle a protestar o han formulado denuncia pública de situaciones de inseguridad y/o deterioro grave de la convivencia. Igualmente, vecinos de Plaza de Honduras, Blasco Ibáñez, L'amistat (Algirós), Benimaclet o Pla del Remei están denunciando botellones masivos. En cada uno de estos lugares, las circunstancias denunciadas presentan sus propios matices, aunque todas las personas están clamando ante un mismo factor común: el sentir que su Ayuntamiento no está haciendo nada por resolver sus problemas.

Ante esta grave situación descrita, desde el gobierno municipal se tienen que aportar soluciones inmediatas y concretas, adaptadas a cada problemática. Para ello, hace falta una comunicación continua con los vecinos de los barrios afectados, para tener un diagnóstico muy preciso y un seguimiento adecuado. Así mismo, es más necesaria que nunca la máxima coordinación de la Policía Local con la Policía Nacional, para ofrecer mayor vigilancia y seguridad en nuestras calles.

La plantilla de la Policía Local de Valencia es actualmente insuficiente. Aún con los actuales procesos de selección de nuevos agentes, al final de 2023, sólo se habrán equilibrado las jubilaciones con las incorporaciones, no pudiendo superar los 1.450 efectivos actuales. Con todo, el hecho de que sólo existan 117 policías de barrio para toda la ciudad (0,15 agentes por cada 1.000 habitantes), tiene sus responsables en el gobierno de Compromís y PSPV, que han querido desmantelar esta unidad de proximidad, clave en el aseguramiento de la convivencia. Igualmente, respecto al fundamental servicio del 092, en el año 2019 quedaron sin atender el 12,45% de las llamadas recibidas y, en el año 2020, un 15,2%, necesitándose urgentemente un claro refuerzo.

En el corto plazo, con voluntad política, es posible incrementar los efectivos de la policía de barrio y el personal en la sala del 092, mediante una reorganización de la Policía Local. No obstante, pensando en el largo plazo, como quiera que la plantilla policial será insuficiente en 2023, desde Ciudadanos estamos proponiendo también la colaboración público-privada, para garantizar el descanso de nuestros ciudadanos, por medio de informadores nocturnos de convivencia, al estilo de los conocidos ‘informadores COVID’ . Solo así, se podrían también tener garantías de poder asegurar la aplicación de la próxima Ordenanza de Convivencia y Civismo, aún en proceso de revisión, que llega más de tres años tarde.

A todas estas soluciones se ha de añadir un plan de dignificación de nuestros barrios, evitando así su mayor degradación. Para ello, es necesario llevar a cabo actuaciones urgentes en materia urbanística y de s ervicios públicos , así como una mayor iluminación, limpieza y recogida exhaustiva de residuos. Así mismo, es más necesaria que nunca una incipiente labor de los servicios sociales en cuanto al diagnóstico y control de casos de pobreza y marginación, así como la aportación soluciones laborales, educativas y habitacionales.

Las valencianas y los valencianos reclaman con justicia que vuelva la paz a sus barrios. El desorden inicial, convertido en el tiempo en inseguridad en las calles y falta de convivencia, que Joan Ribó y dieciséis concejales más de Compromís y PSPV han traído a Valencia, ha de ser atajado de inmediato, sin dilaciones, excusas, ni tibieza política.

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