Morir a tiempo

21.637 valencianos murieron en 2014. Es la última estadística anual conocida. La hizo pública ayer el INE. Ninguno de ellos murió de amor. Ni de desamor . Los motivos son mucho más vulgares: Cáncer, coronarias…. En fin, lo de siempre. Bueno, llama también la atención que nadie haya muerto de vergüenza . Motivos no faltaban.

Lo importante de la muerte no se halla en el motivo. Se encuentra en el momento. Estoy convencido de haber visto morir a personas que han decidido en paz el momento de su muerte. Y no estoy hablando de los suicidios, a pesar de su crecimiento galopante a lo largo de los últimos años.

De hecho las muertes por suicidio ya duplican las de accidente de tráfico. De forma que las famosas tres «ces» de la muerte –cáncer, coronarias y conducción- han pasado a ser las dos «ces» y una «ese»: cáncer, coronarias y suicidio. (De esa sopa de letras salen las siglas de un partido, ¿verdad?)

Pero volvamos a lo importante, morir a tiempo. Conozco a un hombre que después de varios días muy enfermo murió a las pocas horas de que su hijo que vivía muy lejos llamara para interesarse por su salud. Parece que decidió: «ahora que sabes que estoy fatal, puedo morirme».

También recuerdo a otro hombre mayor que le decía a su nieta embarazada: «tengo que conocer a tu xiqueta». Y murió poco después de que esta nacier a. Y a una mujer que después de toda la vida discutiendo con su marido falleció apenas unos meses más tarde que él.

La vida es dura. Tanto, que hay muchos momentos en que parece que la muerte es una solución. Pero nunca lo es. Sin embargo, hay un momento en que es el tránsito normal, lógico, razonable y liberador. Y llegados a ese momento, la causa de la muerte es irrelevante. Seguramente lo que le falta a esta estadística del INE es ese dato: cuántos valencianos murieron en el momento en que tenían que hacerlo , cuántos lograron morir a tiempo.