María José Catalá - TRIBUNA ABIERTA
«Morir de éxito»
«Es una conquista social el respeto por la historia, la cultura y las tradiciones, una conquista irrenunciable»
El historiador alemán Theodor Momsen recibió el Premio Nobel por toda su trayectoria intelectual que estuvo marcada por su obra monumental Historia de Roma. Momsen afirma que si una comunidad política, un pueblo o un Estado quieren seguir ejerciendo un papel destacado en la historia debe permanecer en un estado de alerta constante, en creación continua, sin descanso. Avisa del peligro que conlleva una mala gestión del éxito. «Morir de éxito» es más que una expresión porque denota una de las anomalías internas de las sociedades , un aviso a navegantes que nos fuerza a cuidar y defender todas las conquistas sociales alcanzadas, entre ellas, sin duda, nuestra libertad.
Transcurridos cuatro meses desde la constitución de un nuevo gobierno de la Generalitat, cabe preguntarse si nuestras conquistas sociales permanecen intactas, si nuestro gobierno tiene la intención de decidir por nosotros imponiendo su criterio , o si, por el contrario, respetará los logros alcanzados y en esa medida, nuestra libertad.
Es una conquista social que los padres puedan decidir la educación que quieren para sus hijos, una conquista amplia en la que la administración no elige por ellos una zona de escolarización , un programa lingüístico, una opción académica, una universidad, unos valores formativos, una educación de pensamiento único. Es un verdadero gesto de libertad poder decidir en los asuntos más importantes para una familia.
Es una conquista social el respeto por la historia, la cultura y las tradiciones, una conquista irrenunciable, en la que la administración no modula ni mutila nuestra historia pasada como pueblo en función de las creencias o las premisas de sus liderazgos, agazapados bajo esa vil justificación de «la sociedad cambia».
Es una conquista social que los ciudadanos tengan iniciativa , que la puedan desarrollar y que nuestra administración evolucione buscando la eficiencia en el uso y la gestión de lo público. La colaboración público-privada bien administrada supone un uso racional y eficiente de los recursos de todos, prestar el mejor servicio público en la sanidad, en la educación, en infraestructuras; con la colaboraciónde la iniciativa privada es mucho más progresista que lo contrario. Generar empleo, gestionar mejor los impuestos y ofrecer oportunidades es, al menos, lo que yo entiendo por progreso. Un gobierno «progresista» debería de ser aquel que atrae, propicia y facilita inversiones en nuestro territorio y que reduce el peso de la administración, sin estructuras paralelas con alta dosis de «postureo»: comisiones, comisionados, observatorios, Consellerias de Transparencia, agencias...
Es una conquista social el respeto a la libertad del otro , a sus creencias, sus convicciones, sus opciones y decisiones; y no lo es imponer medidas políticas dirigidas a unos cuantos, el sectarismo, el desdén por la libertad y el desprecio por aquellos que piensan de forma distinta. La «barra libre» de la libertad de los ciudadanos es una conquista social.
Nuestro gobierno autonómico pondría en peligro nuestras conquistas sociales si trata de dividir la sociedad entre buenos y malos, ricos y pobres, prioritarios y subsidiarios con la firme intención de mutilar derechos y libertades, para que todo vaya al son de la melodía que ellos escuchan. Ni la democracia ha llegado con ellos, ni pueden cambiar la historia, ni gobernar para unos denostando previamente a los otros.
Por el momento, los que eligieron nuestra tierra para crear riqueza y empleo, los valencianos que decidieron emprender creando un escuela infantil , los docentes que trabajaron duro para sacar las mejores notas en una oposición, grandes músicos de nuestra tierra y las familias que eligieron que sus hijos estudiaran en una universidad privada o han optado por una escuela concertada, ya han sufrido los primeros golpes. Malos principios en una tierra de libertades.
Tal y como apuntaba Rousseau : «Pueblos libres, recordad esta máxima: podemos adquirir la libertad pero nunca se recupera una vez que se pierde».