Sociedad
Los mecenas valencianos de la niña con piel de serpiente
Los empresarios Juan Francisco Martínez Rodríguez y Maribel Martínez han hecho posible que Shalini Yadav haya podido viajar hasta España para ser tratada de su enfermedad
«¿Has visto la noticia de la niña india?» Un domingo del pasado febrero, tras leer un reportaje sobre una menor de 16 años que sufría la enfermedad conocida como «piel de serpiente» , el empresario valenciano Francisco Martínez, llamaba a su hija Maribel. Ambos se estremecieron con la historia de Shalini y el sufrimiento a causa de la Ictiosis Laminar que padece desde su nacimiento. Esta enfermedad supone que, cada 45 días, cambie de piel. Una piel oscura y llena de escamas que le obligaba a aplicarse unos remedios básicos de supervivencia -pasaba gran parte del día en un barreño de agua para mantener su cuerpo hidratado- y le hacía desear la muerte por los fuertes dolores que le producía.
En la India, los médicos le dijeron que no había ninguna manera de aliviarla y con 10 años fue expulsada del colegio porque su aspecto asustaba al resto de niños y pensaban incluso que podía ser contagioso. Pero su historia salió a la luz y la reacción fue inmediata. Esta familia valenciana contactó con el periodista que desveló la historia y se convertían en una de las ayudas económicas más importantes para la menor. Mientras, médicos, especialistas y una farmacéutica se volcaban con la causa para que Shalini se sometiera a un tratamiento en España que le ayudaría a reducir sus efectos (puesto que no puede ser curada por completo).
Comenzaban entonces las gestiones para trasladarla desde la India, que, confiesa Maribel a ABC, « no han sido fáciles por toda la burocracia que conlleva y lo poco que facilitan las cosas ciertos organismos oficiales». Éstas duraron seis meses. Se ocuparon de la obtención de los visados, de los pasaportes y de los traslados en avión de la menor, su padre y un periodista indio que ha luchado por que su situación se conociera. Además, quisieron que la niña estuviera asistida durante todo el viaje por una amiga de la familia que es azafata, pues por indicaciones del dermatólogo (que más tarde la trataría en Málaga), debía aplicársele una vaselina para evitar que su piel no se resecara más en un vuelo que duraba alrededor de 9 horas. Asumieron también el coste de los días que la menor estaría ingresada en el Hospital Humanline Banús. En un principio, se estimó que la estancia iba a ser de una semana, pero finalmente fueron 18 días, ya que los médicos querían comprobar que la evolución con la medicación fuese positiva.
El tratamiento hace efecto
«Cuando los padres supieron que a su hija finalmente la iba a atender en España un gran equipo médico de 14 profesionales de Málaga no se lo podían creer, les parecía imposible que esto les pudiera estar pasando», comenta Maribel. Tanto ella como su padre Francisco visitaron en varias ocasiones a Shalini durante los días que pasó en España: «No se puede describir con palabras el sentimiento de ternura que esa niña provoca cuando la conoces en persona. Al entrar en la habitación estaba sentada en su cama con una sonrisa llena de gratitud y una mirada que desprendía un sentimiento de timidez y emoción y nos repetía 'gracias, gracias, gracias'. Cuando vives de primera mano una situación así, te recuerda que muchas veces nos quejamos egoístamente y que deberíamos de ser más agradecidos por tener la suerte de vivir en el país en el que vivimos».
Una semana después de esa primera visita, el aspecto de su piel, señala Maribel, ya había cambiado mucho y las zonas más oscuras iban desapareciendo. La medicación que llevaba tomando siete días empezaba a hacerle el efecto que los médicos esperaban . Incluso comenzó a poder dormir con los ojos prácticamente cerrados, ya que hasta el momento nunca había sido capaz cerrar los párpados con normalidad.
«Shalini estaba feliz de ver su nueva piel y de no tener ya esos dolores que la martirizaban. Es una niña muy inteligente, nos dejó impresionados la facilidad que tenía para entender y expresarse en inglés pese a que que no conocía el idioma. Dice que quiere estudiar medicina para poder curar a los niños que sufren la misma enfermedad que ella», explica la empresaria.
Tras estas semanas en Málaga, Shalini ya ha vuelto a la India, donde tendrá que seguir un tratamiento de por vida que consiste en unas pastillas de acitretina y en la utilización de unas cremas específicas para su hidratación. La familia Martínez les facilitará una renta vitalicia para que la niña y sus padres puedan tener una vida digna en su país y continuar con sus estudios. Antes de marcharse, Shalini se despedía con gran agradecimiento: «¡Prométemelo, me llamaréis!»