Manuel Bonilla - Tribuna libre
Capital Riesgo, ¿de rondas o de resultados?
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En los últimos años hemos vivido una fiebre por el impulso de cierto tipo de emprendimiento empresarial, que algunos ya tildan de burbuja especulativa y que en mi opinión dista mucho de lo que necesitan hoy los países para reactivar sus economías, generar empleo y, por tanto, riqueza y bienestar social.
Cuando analizo un proyecto, una empresa o una simple idea con fines empresariales, mi primer interés se centra en cuatro aspectos que son, para mi, básicos, transcendentales, categóricos y determinantes antes de continuar a valorar y decidir si participar e invertir, o no, en el proyecto en cuestión. En primer lugar, pregunto cuál es su propuesta de valor. En segundo lugar, su modelo de negocio. En tercer lugar, si colabora o no para mejorar la sociedad en que vivimos. Y finalmente, deseo conocer y analizar en profundidad quién forma parte del equipo ejecutivo, cada una de las personas responsables de la gestión, y su nivel de inteligencia ejecutiva para hacer realidad aquello que cuentan, para que se sea posible y que ocurra de verdad.
Propuesta de valor y monetizar.
Cualquier proyecto emprendedor, sea de la dimensión y del sector que sea, debe aportar valor al cliente y al usuario, un valor diferente de lo que ya existe en el mercado, que sea tangible y que el público objetivo esté dispuesto a pagar por él. Es lo que llamamos “monetizar”. Por tanto, su estrategia de lanzamiento debe diseñarse y estar orientada a unos objetivos de comercialización y venta de un producto o servicio, de esa propuesta de valor, con el fin de generar facturación, es decir, con foco en monetizar.
Este hecho, además de ser condición necesaria, no es suficiente, en tanto en cuando, la naturaleza de toda empresa radica en la rentabilidad, en tener beneficios y que además sean sostenibles en el tiempo con cierta progresión creciente. Las empresas sin ventas y con pérdidas no tiene razón de ser, ni recorrido. Eso es una situación artificial.
Si no es por un tema estratégico, de laboratorio y testeo, de aprendizaje u otra razón que pueda aportar cierto valor a la empresa matriz o al grupo que justifique la inyectar capital en una empresa de nueva creación sin monetizar no tiene sentido ni es coherente mantenerla. Pero eso es un asunto diferente.
Mayor precio de la empresa no es incremento de su valor.
Una de las pandemias económicas más peligrosas y destructivas para una sociedad es la especulación; aquel proceso de intercambio económico que no aporta valor pero que deriva en un incremento del precio de un bien, generando únicamente una ilusión monetaria.
Son difíciles de entender aquellas decisiones de inversión en propuestas de emprendimiento empresarial que no estén respaldadas, cuanto menos, por un modelo Canvas bien definido, por un business plan realista y por una estrategia comercial trabajada en detalle. Otro tema es acertar, aprender y pivotar, o no, en función de la evolución de las distintas variables y diversos escenarios que evolucionan de forma dinámica, cambian y nos puedan forzar a adaptarnos para sobrevivir.
¿Alguien entiende que se incremente el precio (que no es lo mismo que el valor) de la empresa, y se continúen inyectando capital con nuevos y sucesivos procesos de rondas de inversión cuando su cuenta de resultados no hace más que crecer en perdidas? Una peligrosa dinámica a la que denomino “la viciosa espiral de rondas sin valor”, y que acaban por atrapara al inversor, destruir la empresa, generar desempleo, provocar frustración y desmotivación del talento, con un importante coste de oportunidad en la asignación y utilización de recursos.
Para explicar el fenómeno, en mis clases de universidad y escuelas de negocio, conferencias o consultorías, siempre invito a la audiencia a viajar en el tiempo a su niñez, que imagine y recuerde esos juegos de patio de colegio en el que pasamos un objeto al niño o niña de al lado con el peligro de que explotara, y el deseo de que no le toque a uno mismo. Unas veces es un globo que pasa de unos a otros con el único objetivo de volver a dar el pase, donde, el que lo recibe le da una nueva inyección de aire y lo entrega, rápidamente, con mayor tamaño al jugador de al lado, este último hace lo mismo que aquél que se lo pasó y, con el miedo y la precaución de que explote en sus manos, lo pasa de forma acelerada al de al lado tras haber inflado todavía más el globo, y así sucesivamente hasta que el globo explota en las manos de uno, el perdedor. Y se acabó el juego, y el globo ¿Alguien valoraba, deseaba el globo? Realmente no. Inmersos en una peligrosa espiral, su motivación no es el valor que aporta sino el rápido intercambio.
No se debe confundir incremento de precio con incremento de valor. No es lo mismo. Y hoy, entre los valores a inculcar en el ADN tanto de los emprendedores como de los inversores, que en ocasiones gestionan el patrimonio de otros, es tener clara la diferencia entre especulación, “cultura de pelotazo” y la generación de valor. Y predicar con el ejemplo. O de lo contrario el talento, el empleo, el crecimiento económico, el tejido empresarial y el bienestar de la sociedad estará caminado con pies de barro y la economía del país será tremendamente vulnerable.
Maximizar rentabilidad, generar empleo y tener impacto social.
En el ámbito del Capital Riesgo, los criterios de inversión, tanto de recursos públicos como privados, deben estar orientados a resultados, con el fin de que se cumpla un triple objetivo: por un lado, un objetivo puramente económico, es decir, maximizar la rentabilidad para el inversor junto con la devolución del capital invertido, en segundo lugar, colaborar en dinamizar la economía y fortalecer el tejido empresarial de los países generando más empleo y de mayor calidad y, en tercer lugar, un objetivo de impacto social; impulsar sectores y verticales que mejoren la sociedad en que vivimos como son: la salud, la economía circular y el cuidado del medio ambiente, el alimentario, la educción, la ciencia e investigación, la seguridad, la tecnología, el acceso a la financiación, la comunicación, la logística o la justicia. Y todo ello de la mano de un componente esencial como es la innovación y la transformación digital. Tres objetivos que no solo no son excluyentes, sino complementarios, sinérgicos e irrenunciables para toda sociedad.
De la startup a la scaleup. Fase growth o de crecimiento.
Centrándonos en la estrategia del Capital Riesgo que actualmente debe implementar y diseñar un país, es tan importante y necesario impulsar y fomentar la generación de ideas y proyectos empresariales, en su fase más incipiente, es decir, las startups, a través de concursos, premios, programas de aceleración e inyección de capital semilla; como apoyar aquellas empresas que ya han recorrido un importante camino y están en su momento de crecimiento, de internacionalización y de escalabilidad, lo que denominamos scaleups.
Ambas pertenecen a la misma cadena de valor del emprendimiento y del crecimiento económico de los países. Para tener empresas escalables es imprescindible tener ideas, que se conviertan en startups, mentorizarlas y acelerarlas para que sobrevivan al denominado “Valle de la Muerte”. Estadísticamente hablando, de cada diez startups nueve caen en su primera fase y solo una sobrevive, por tanto, esta última es esencial que consiga convertirse en una scaleup.
Para la economía de un país es vital que el Capital Riesgo ponga foco en aquellas empresas, solventes, que han conseguido un modelo de negocio testado, que cuentan con una propuesta de valor diferente y monetizada, con un alto potencial de crecimiento y escalabilidad internacional y con un equipo que ha demostrado capacidad de gestión. Hablamos de las scaleups.
Cuando un proyecto pasa a la fase de crecimiento y de escalabilidad es cuando más opciones tiene de generar empleo, de generar rentabilidad empresarial (y no especulativa) y de llegar a convertirse en una multinacional y gran empresa. Por ello, la apuesta del Capital Riesgo y sus recursos por este segmento de empresas es primordial para el crecimiento de la economía de un país.
Acompañar y ayuda a personas y equipos: talento ejecutivo.
No solo se trata de inyectar capital y dar musculo financiero a las scaleups, que también, es tan importante acompañar a los emprendedores en sus procesos de internacionalización, de gestión del cambio, de transformación digital y de estrategia comercial. Hay que ayudarles a crecer, a generar más valor, a monetizar todavía más y a estar alineados con los ODS (objetivos de desarrollo sostenible de Naciones Unidas).
En ocasiones nos encontramos con equipos que han gestionado proyectos que han superado el reto de convertir una idea en una startup y ésta en una empresa escalable, pero que, llegados a ese punto, carecen de la capacidad ejecutiva y de la madurez profesional suficiente para abordar la siguiente fase y terminan desapareciendo. Mueren de éxito. Es aquí donde las gestoras de capital riesgo tienen un rol fundamental, no solo para evitar que fracasen y cierren scaleups por falta de know how, sino para llevarlas a su máxima expresión, convirtiéndolas en grandes empresas multinacionales.
Cambios en la estructura orgánica de la empresa para optimizar y retener el talento existente, incorporar nuevo y diseñar un “dream team” que haga posible conseguir el reto de la escalabilidad y el crecimiento internacional es algo en lo que muchos de los gestores de algunos fondos de Capital riesgo son expertos, un expertis que pueden aportar a las participadas. Es clave dotar a las empresas de personas con inteligencia ejecutiva y conseguir equipos que sean capaces de hacer que las cosas pasen.
Si bien todo proyecto empresarial y emprendedor tiene riesgo y nadie garantiza su éxito, los valores, la misión y visión deben estar orientados y alineados con el buen hacer empresarial y no con el especulativo. Solo con empresas innovadoras, solventes y sólidas tendremos empleo de calidad. Para ello, es clave tener una propuesta de valor diferente y monetizable, que persiga colaborar para mejorar el mundo y cuya gestión esté en manos de un equipo altamente ejecutivo. En estos momentos el capital disponible, público y privado, es limitado, por ello debe optimizarse y rentabilizarse ayudando a las empresas, sean tradicionales o digitales, a que aporten valor y estén orientadas a resultados.
Manuel Bonilla es Partner and Executive Director of Operations at LUA fund.
Twitter @manuelbonilla94