Mako Mira - Altura de mira
¿El tamaño importa?
«Seguiremos desnortados si no somos capaces, desde lo público, de evitar desincentivar a una familia para que decida mantener un proyecto tractor y generador de riqueza y de empleo para la Comunidad Valenciana»

Aunque durante las últimas semanas se ha convertido en una cuestión de debate especialmente significativa por la invasión de peces pene ( urechis caupo ) en una playa de California, la discusión sobre la importancia que otorgamos al tamaño de ciertos atributos viene de tiempos ancestrales.
Cierto es que a medida que el orgasmo femenino ha ido saliendo del armario la polémica sobre el tamaño ha ido menguando en importancia —obvio los dobles sentidos—. No obstante, pese a modismos y tendencias, por algún tipo de interés (heteropatriarcal) que no acierto a entender la controversia del tamaño no ha abandonado el imaginario colectivo por más que pasen los años.
El argumento del tamaño también se aplica a las empresas de la Comunidad Valenciana. El tejido productivo valenciano, cuyo modelo pretendemos transformar a través de un plan que permita lograr la sostenibilidad en términos no sólo económicos sino también sociales y medioambientales, se caracteriza por un entramado de firmas pequeñas, medianas y algunas otras de gran tamaño —pero en gran medida familiares—, que hacen de la economía valenciana no sólo un referente en algunos sectores sino también un indudable efecto tractor para el resto del entramado de rentabilidad y del tan preciado estado del bienestar.
Paralelo a ello, irrumpe el gran escollo de la economía sumergida y su principal consecuencia: el desamparo laboral . Un inconveniente que no hemos sido capaces de resolver con las políticas económicas aplicadas hasta la fecha. Un insalvable obstáculo en el que se hallan inmersas, mayoritariamente, mujeres que sólo pueden aspirar a complementar, en el mejor de los casos, los exiguos ingresos de sus familias de nivel económico medio-bajo.
Y a pesar de que doctos en la materia y audaces políticos de cualquier signo reconocen que para optimizar la competitividad y la productividad de nuestro tejido productivo es necesario el aumento del tamaño de nuestras empresas , no parece que rememos claramente hacia el sentido correcto.
Tras finalizar mis estudios universitarios —recién egresada de la Facultad de Economía—, quise especializarme en empresas medianas y pequeñas con arraigo familiar. Motivada principalmente porque identificaba en ellas la columna vertebral de nuestro tejido productivo. Descubrí con un Máster, con TFM incluido y sin plagio, que las firmas familiares valencianas se habían puesto las pilas convirtiéndose en un ejemplo a seguir para sus homólogas de otras comunidades.

Las empresas familiares de la Comunidad Valenciana activaron sus planes de sucesión empresarial, aprobaron sus protocolos familiares y un sinfín de planes de acción que les permitieron anticiparse a cualquier dificultad.
Se enfrentaron al reto de su propia supervivencia por el singular factor que las caracterizaba, su nacimiento de formato doméstico. Su constitución familiar. Y afrontaron el más traumático de los escenarios, cuando el progenitor causa baja mientras ostentaba el liderazgo en la compañía.
Me llama poderosamente la atención, por tanto, que todavía exista alguien con la responsabilidad de gestionar fondos públicos destinados al fortalecimiento del tejido empresarial valenciano que albergue dudas sobre el necesario apoyo que debe prestarse a una firma ubicada en nuestro ámbito territorial cuando se encuentra ante el reto de consolidar un proyecto para su siguiente generación.
Hoy son cada vez más las empresas que, compuestas mayoritariamente de capital familiar, apuestan por la profesionalización de sus puestos directivos —circunstancia que conozco de primera mano—. Sin embargo, seguiremos desnortados si no somos capaces, desde lo público, de evitar desincentivar a una familia para que decida mantener un proyecto tractor y generador de riqueza y de empleo para la Comunidad Valenciana. Conviene recordar que a mayor tamaño empresarial el empleo intrínseco es más estable y mejor remunerado, o lo que viene definirse como empleo de calidad.
Debemos apoyar desde la Administración con incentivos —no sólo fiscales— la sucesión familiar de nuestros grandes proyectos empresariales y la tan ansiada, por todos los actores de la economía valenciana, transformación de nuestro modelo productivo. Ya que de otra forma quedará en agua de borrajas mientras el resto de autonomías ven aumentar su tamaño empresarial y su recaudación sin necesidad de tener que eliminar sus bonificaciones fiscales porque aumentarán sus bases imponibles.
El tamaño importa, claro que importa. Otra cosa es que los intereses de algunos, seguramente por no haberla tenido grande (la ilusionante convicción), pretendan plantear alternativas a lo que sólo puede conseguirse de forma natural, incluso familiar y sin injerencias políticas.