Mako Mira - Altura de Mira
A Dios le pido
«Debemos ser conscientes que la reforma del modelo de financiación es condición sine qua non, pero no suficiente, para recuperar la salud financiera de la Comunidad Valenciana»

Dos acontecimientos han ocupado mi mente esta semana. Por un lado, he tenido el privilegio de participar en la inauguración de un curso sobre financiación autonómica dirigido a empleados y empleadas públic@s de la Generalitat Valenciana. El interés mostrado por los asistentes me confirmó que un asunto, de tan rabiosa actualidad, como la financiación de nuestros servicios públicos genera inquietud entre los profesionales que, sin duda, son de gran utilidad a la hora de aportar soluciones para superar esta asignatura que todavía sigue pendiente.
El segundo hito lo protagonizó el miércoles la Ministra Montero con su visita y su mensaje de apoyo a los que tenemos que cuadrar las cuentas autonómicas de 2020. La responsable de Hacienda transmitió sus ánimos a sabiendas de las dificultades que existen para poder calcular con exactitud los ingresos previstos. Especialmente por la probable inexistencia de Presupuestos Generales del Estado y ante la tesitura de la inseguridad jurídica que genera un gobierno en funciones.
Pese a haber analizado, con detalle, las claves y las consignas recibidas durante los últimos días, sigo sin ser capaz de entender por qué la compensación de deuda en España está generando tanta polémica para algunas regiones. Sobre todo porque los fondos que reclamamos desde la Comunidad Valenciana se deben a la parte de la deuda generada debido la insuficiencia histórica de recursos . Una realidad cuantificada, constatable, objetiva y que ya nadie discute en ningún ámbito ni por su concepto ni por su importe. La evidencia de que a la Comunidad Valenciana le corresponden estos ingresos se encuentra en Alemania, un país federal donde la compensación de deuda a los «landers» más endeudados es algo habitual.
Mi opinión, que ya he trasladado en innumerables ocasiones, es que España necesita un modelo con un diseño parecido al alemán que, como califican las agencias de rating , sea robusto, simple y predecible. Y se convierte en prioritario, por tanto, acometer la reforma del modelo de financiación autonómica que acumula ya un retraso de cinco años.

La financiación española debe alemanizarse porque el actual modelo no logra nunca los objetivos deseados. Nadie cuestionaría que se aplicara la fórmula teutona, avalada por sus buenos resultados, más incluso que tratar de diseñar un nuevo modelo que siempre genera cierta incertidumbre. Y tan importante como asumir esta receta «a la alemana» es que comprendamos qué podemos esperar y qué no podemos esperar de la reforma del Sistema de Financiación Autonómico.
Me viene a la cabeza aquella frase que tanto repetían nuestras abuelas cuando nos recordaban la importancia del esfuerzo a la hora de conseguir algo: A Dios rogando y con el mazo dando . Debemos ser conscientes que la reforma del modelo de financiación es condición sine qua non , pero no suficiente , para recuperar la salud financiera de la Comunidad Valenciana y garantizar que la Generalitat sea un instrumento al servicio del interés general y palanca de desarrollo económico y social, y no un problema endémico.
Es crucial avanzar en la eficiencia del gasto y establecer los procedimientos en la normativa de la Generalitat para hacer, tanto una estimación «ex ante» de las políticas de gasto, como una valoración «ex post». Un análisis certero para mantener nuestro apreciado «Estado de Bienestar» de forma sostenible en el tiempo, para que seamos capaces de establecer modelos de gestión que nos permitan prestar los servicios de forma eficaz y eficiente. Sin embargo apremia que seamos capaces de implantar modelos flexibles que posibiliten adaptarnos de forma rápida a las desviaciones y novedades que puedan generarse.
Un argumentario que no significa aplicar recortes, sino optimizar, racionalizar, y en definitiva, gastar bien. Con el único ánimo de mejorar la calidad de vida de nuestros ciudadanos y ciudadanas y la productividad de nuestra economía. Pero para lograr este fin, debemos ser comprensivos y efectivos . Ponernos manos a la obra y no rogar a deidades superiores cuando sabemos que los milagros… casi no existen.