Tribunales
Caso Maje: la viuda de Patraix mantiene ante el juez que solo encubrió a su examante: «Jamás le pedí que matara a mi marido»
La viuda de la víctima ha declarado que no fue consciente del crimen hasta que el autor material se lo confesó
El examante de Maje confiesa que mató al marido de la viuda de Patraix con su beneplácito: «Temía perderla»
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«No es cierto que yo planificara con Salva la muerte de Antonio» . Así de rotunda ha empezado la declaración ante el juez de María Jesús, conocida como Maje, acusada junto a su examante -autor material confeso- de asesinar a su marido en agosto de 2017 en el barrio de Patraix de Valencia.
La viuda de la víctima ha relatado este martes en la vista oral que se viene celebrando con jurado popular en la Audiencia de Valencia, que «nunca» y «jamás» le pidió a Salva que matara a Antonio Navarro y se ha definido como una mujer «infiel, sin más» que quería a su marido.
Maje ha explicado que conoció a Salvador en el trabajo, donde mantuvieron «una relación de buen rollo que acabó convirtiéndose en amistad» y también en «relación sentimental». Le contaba sus «discusiones», «el día a día», por lo que se consideraban «compañeros de vida» .
«Enamorada lo que es estar enamorada, no», pero «lo he querido y respetado», ha incidido la viuda respecto a su relación con el otro procesado. «Yo era una chica inestable sentimentalmente, con muchas montañas rusas, y él lo sabía». «Siempre me ha estado protegiendo y cuidando». «Me conocía tanto que ya sabía todo de mi vida», ha apuntado.
En esas conversaciones, contó a su examante que Antonio «psicologicamente me quemaba» y que «desconfiaba de mí». Por eso ella pensaba: «Jolín, con lo fácil que es divorciarse y lo que cuesta tomar la decisión» tras cinco años de relación y «muchas cosas compartidas». Pero nunca le dijo a Salva que estaba «en peligro» .
Tampoco deseó -tras el fallecimiento de un compañero de trabajo de su marido en un accidente- que le ocurriese lo mismo a su esposo, ha asegurado, tal y como le confesó a uno de sus amantes en un mensaje porque estaba «afectada y dolida».
Asimismo, ha admitido que tuvo con Salva conversaciones «en tono de cachondeo» del tipo, «este lo que necesita un buen toque» de atención, pero ha negado que el acusado fuera a darle «un susto» al ingeniero.
Según la procesada, Salva ya tenía las llaves del garaje de la calle Calamocha, del coche de Maje y de su casa, al menos desde antes de marzo de 2017, porque quedaban para comer allí, sabía los horarios de su marido y, por tanto, cuando no estaba Antonio. «Teníamos una amistad muy intensa y subía a mi casa cuando él quería», ha asegurado Maje.
«No me lo creía viniendo de él»
«No preparé con Salva ningún crimen, nunca», ha aseverado la acusada respondiendo a preguntas del fiscal. De hecho, tal y como le ha cuestionado su abogado, tenía un viaje previsto con su marido a Roquetas de Mar para los meses siguientes.
El procesado y ella quedaron el 16 de agosto de 2017, horas después del asesinato, porque «me dijo que tenía algo que contarme» . Se dirigió a casa de su hermana, comió «tranquilamente», porque «tampoco le di mayor importancia», ya que era habitual que se encontraran para hablar de sus cosas.
«Me sorprendió que viniera con roba nueva, peinado y completamente depilado». «Me dijo: Maje, he estado esta mañana en el garaje con Antonio y nos hemos peleado. Él ha empezado a hablar mal de ti y le he dado un mal golpe » y «he acabado con su vida». No le dio más detalles de los hechos y «nunca hemos hablado de ese tema».
Siguiendo con el relato de la viuda, ella se puso a llorar aunque «no me lo creía viniendo de él». «Me dijo que, por favor, me tranquilizara, que probablemente mañana yo declararía como mujer y que él tenía un amigo policía que iba a seguir el caso ». «Me acobardé», ha reconocido ante el juez.
Maje ha asegurado que retomó su relación con Salva porque era una persona «que no podía creer capaz de hacer algo así» y «seguía teniendo aprecio hacia él a pesar de lo que había hecho, aunque más distante».
Entonces, Salva le dio un móvil , según ella, porque tenía un contrato de llamadas y datos que pagaba y no utilizaba. Ese terminal, según los investigadores del caso, lo acabarían usando solo para comunicarse entre ellos.
En la vista de este martes ambos acusados han podido escuchar la conversación telefónica que los convirtió en los principales sospechosos . En ella, Salva le lanza a Maje: «Al final te vas a alejar un poco de mí porque yo siempre te lo voy a recordar». Pero Maje le responde que ya lo tiene olvidado.
«Ayer me dio un bajón bestial y llamé a la Policía», sigue Salva, al parecer para ponerla contra las cuerdas por venganza -Maje se iba de viaje con otro chico a Italia-. «¡Qué dices!», le espeta ella. Pero el acusado le matiza a continuación que en realidad ha hablado con uno de los agentes amigo suyo para que le diera información del caso, sin saber que los investigadores les estaban escuchando en ese momento. «Me exalté y me preocupé muchísimo porque le estaba encubriendo» , ha explicado.
Quedaron en enero de 2018, días antes de ser detenidos, en una cafetería cerca de la residencia de ancianos en la que ella trabajaba y Salva, a raíz de una conversación en la que ella le había dicho que la Policía ya tenía a un culpable del asesinato, «sacó el tema de las llaves». «Tenía miedo» porque «veía que me iba a implicar» , ha asegurado, con el temor de que, además, fuera acusado algún inocente.
Se sintió «presionada» tras su detención
Tras ser detenida, «me sentí muy presionada» por la Policía y por ello fue confusa en su declaración policial sin su abogada -en la que llegó a confesar el crimen-. «Lo encubrí hasta mi detención» pero «no planifiqué con él nunca nada», ha vuelto señalar la acusada. Además, ocultó sus relaciones extramatrimoniales en los primeros interrogatorios como esposa del fallecido «por vergüenza».
Sobre el seguro de vida que la empresa del ingeniero tenía contratado por valor de 43.000 euros, y uno de los posibles móviles del crimen, la acusada ha afirmado que «no tenía ni idea ni del papeleo ni de nada» . De hecho, preguntada por su letrado, ha apuntado que era Vicente, su cuñado, quien incidía para que arreglara esos asuntos.
Una vez en la cárcel, ha justificado las cartas que se enviaba con Salva en que era «su único apoyo en prisión» donde había entrado «por primera vez en mi vida».
Pero ha matizado que cada una de esas misivas se enmarcan en un contexto concreto, al igual que los mensajes que se intercambiaba meses antes con otras personas tras la muerte de Antonio, en los que aseguraba que se había quitado un peso de encima. « No tenía ningún peso quitado de encima, tenía un buen marrón» , ha señalado.
Maje terminó su relación con Salva en prisión porque «se había ido de las manos». «Me centré», ha dicho, porque «no podía seguir con la persona que había matado a mi marido» . «Puse fin y ya está».
«Me arrepiento mucho de no haber sido valiente y haber ido a la Policía porque lo que pasó es muy fuerte. Pido perdón a la familia de Antonio. Me arrepiento de mi cobardía y de no haberle hecho honor», ha zanjado la procesada.
La Fiscalía solicita 22 años de cárcel para Maje y 18 para Salva, aunque la acusación particular -representada por la familia de Antonio- elevan esas penas a 25 y 20 años , respectivamente, a las que habría que sumar una indemnización de 200.000 euros para los padres y 50.000 para el hermano del fallecido.
El juicio continuará este miércoles con la audición de las conversaciones telefónicas de los acusados y el resto de la prueba documental, la sesión del jueves se destinará a las conclusiones e informes de las partes para el viernes entregar el objeto de veredicto a los nueve miembros del jurado popular.