Joaquín Guzmán - CRÍTICA

Madama Butterfly: aprobado raspado

«Ni siquiera los inspiradísimos compases de Puccini se escapan del tedio si el engranaje no está suficientemente engrasado»

Imagen de la representación de la ópera ABC

Me parece acertada la idea de programar anualmente una pretemporada dirigida principalmente a crear afición entre un público nuevo, y por tanto no habitual en la temporada de abono. Desde este punto de vista esta Butterfly es todo un éxito, pues se ha vendido todo el papel de cada una de las funciones. Sin embargo, los resultados artísticos no han sido todo lo buenos que uno hubiera deseado, teniendo en cuenta, incluso, el hecho de que para estas funciones se recurra habitualmente a cantantes y directores musicales de futuro y todavía no del todo consagrados.

Respecto a la dirección de escena, correcta, aunque poco que destacar. Pretende ser moderna y sugerente en algunos momentos del montaje como las proyecciones del inicio que nos sitúan en un período bélico del siglo XX, sin embargo no son más que un trampantojo de una producción absolutamente clásica . ¿Es posible que a algún director de escena se le ocurra, por una vez, dejar de vestir exactamente de la misma forma a Pikerton? ¿será el mismo uniforme que se lo van dejando un teatro a otro del mundo para engalanar al antipático militar?. Lo más destacable escénicamente es quizás el tercer acto, presentándonos el lugar dónde se había desarrollado la acción en los actos previos, destruido tras la contienda militar. Posiblemente estableciéndose un paralelismo metafórico, que entiendo acertado, entre el alma rota y mancillada de la protagonista con la destrucción de su país y hogar.

En cuanto a la dirección musical me da la sensación que el director venezolano Diego Matheuz confunde intensidad con volumen . En algunos aspectos me recuerda a su “maestro” Dudamel a la hora de buscar la espectacularidad sin profundizar demasiado en la partitura. Si a esta formidable orquesta se le pide que suba los decibelios, esta va a obedecer a pies juntillas sin que pierda un ápice de calidad el sonido que emerge del foso, pero se van a producir efectos colaterales indeseables como cantantes sepultados por el magma de sonido o perdida de transparencia en una partitura que es una de las más impresionistas de Puccini y por tanto conviene cuidar cada detalle que como un orfebre introduce el maestro de Lucca. Remitirnos, en este sentido, a la versión de Maazel ofrecida en su día en este teatro sería cruel. La orquesta se mostró en excelente forma, aunque con la dirección equivocada y el coro en su línea de calidad. No obstante, el célebre coro a boca cerrada, fuera de escena, no pudo disfrutarse plenamente quizás por una disposición de la formación que no favoreció a la acústica en este precioso momento.

Para el público, la soprano armenia Liana Aleksanyan fue merecedora de un triunfo sin paliativos. El de la desventurada geisha es un rol con el que se empatiza rápidamente y con que se cumplan mínimamente las expectativas el éxito suele estar asegurado. No obstante, de un análisis medianamente exigente, hay que concluir que los resultados no fueron del todo satisfactorios. No posee un timbre especialmente agradable a lo que hay que añadir unos medios bastante justos. Tampoco ayudó la dirección del director venezolano que arrojó decibelios hasta hacer, en algunos pasajes, inaudible a la soprano en el registro medio y bajo. Tampoco aporta gran cosa desde el punto de vista teatral. Mejor estuvo el tenor italiano Luciano Ganzi: un instrumento más bien grande, pero tampoco demasiado bonito y algo tosco en su manejo. Es lógico que con el tiempo lo vaya domando. Sí que fue una sorpresa positiva la de la mezzo nipona Nozomi Kato como Suzuki , mostrando un bonito y homogéneo timbre y una voz fresca y de medios más que suficiente, además de excelentes dotes dramáticas. También fue interesante, y así lo premió el público, la intervención del barítono brasileño Rodrigo Esteves como Sharpless con una elegante línea de canto.

Nada fue catastrófico y podemos dar un aprobado raspado a la representación, pero cuando amalgamas estos componentes la función se torna aburrida. Ni siquiera los inspiradísimos compases de Puccini se escapan del tedio si el engranaje no está suficientemente engrasado.

Ficha técnia

Palau de Les Arts , 11 de octubre de 2017.

Madama Butterfly , ópera en tres actos de Giacomo Puccini.

Liana Aleksanyan, Luciano Ganzi, Nozomi Kato, Rodrigo Esteves, Moisés Marín.

Orquesta de la Comunitat Valenciana.

Dirección Musical , Diego Matheuz.

Dirección escénica , Emilio López.

Madama Butterfly: aprobado raspado

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