Arquitectura
La leyenda negra del rascacielos más alto de Europa en Benidorm
La construcción del residencial ha estado envuelta en bulos como una muerte en accidente laboral o que el ascensor no llegaba a la terraza
La edificación del rascacielos de uso residencial más alto de Europa en Benidorm -el Intempo- ha representado mucho más que una «conquista de los cielos», por el reto de una construcción de estas dimensiones -dos torres con 250 apartamentos coronadas por un «diamante» y un techo a 200 metros de altura-, sino también para despejar todo tipo de bulos que alimentaron una auténtica leyenda negra .
«Qué cara tienen, poner la bandera cuando murió un trabajador allí». Ese comentario surgió cuando en Internet hace años circuló que se había producido un fallecimiento en accidente laboral y, por lógica, no era honesto seguir el ritual de izar la rojigualda cuando se concluye la estructura de un edificio. En honor a la verdad, sí que hubo que lamentar un percance de una caída de un montacargas, solo con heridos.
Todavía hoy recuerda este episodio desagradable Jorge Romagosa , product manager de la promotora de Intempo , y no fue la única sorpresa del estilo, porque también se dijo con insistencia que los ascensores no llegaban a la azotea . Sin duda, una circunstancia que de haber sido cierta habría hecho esfumarsse buena parte del atractivo del rascacielos.
En realidad, los ascensores de uso común para todos los residentes llegaban hasta los últimos apartamentos, los más lujosos, situados justo antes de la terraza y, desde allí, se utilizaba otro elevador privado para superar las dos últimas plantas, en el diseño original del inmueble, que después se retocó. En este caso, la confusión también se nutrió del bulo de que no había huecos para los ascensores, cuando en realidad se pensó en un sistema sin casetas para los motores especiales, algo inviable por encima de los 20 pisos, y se tuvieron que añadir después en la azotea, junto a la zona chill out con jacuzzi.
Es más, a la postre el Intempo está equipado con los ascensores más rápidos del mundo, con una velocidad de 4,2 metros por segundo , del fabricante finlandés Kone.
Tal vez ha propiciado este tipo de especulaciones el largo proceso de construcción, que ha durado 15 años porque el estallido de la burbuja inmobiliaria en 2008 desestabilizó la financiación de la obra, que estaba previsto concluir dos años después.
Desde entonces, ha habido múltiples vicisitudes, incluidas quiebras, intervención del «banco malo» (Sareb) y algunos retoques al proyecto original del arquitecto Roberto Pérez Guerras, que se retiró y finalmente ha vuelto a trabajar en el remate de este gigante que ha suscitado el interés de 5.000 interesados de todo el mundo en comprar uno de sus apartamentos.