Raquel Cánovas - CUENTOS COROS PARA SER FELIZ
Lali la mentirosa
Le preguntaron de dónde lo había sacado, y ella, tal como era su costumbre, les soltó una buena trola

Quien miente, en realidad, está entregando una parte de sí mismo: su forma de pensar, su forma de ser, lo que en realidad piensa o siente, su valentía o su integridad a otro.
Había una vez una muchacha llamada Lali que tenía por costumbre mentir mucho. Un día Lali estaba regando las macetas de su casa cuando sopló una brisa valiente que le trajo volando un preciosísimo sombrero de quién sabe quién. Lali, encantada, corrió a su espejo a probarse el sombrero más feliz que una perdiz en el monte y le quedaba estupendo.
Volvió a regar sus macetas y vino una mujer preguntando por el sombrero, pero Lali, que se había enamorado de él y que además tenía por costumbre mentir , le dijo que no lo había visto. La mujer le advirtió que era un sombrero muy especial, que hacía visible lo invisible, y que era peligroso que cayera en manos de alguien que desconociera su poder, advertencia a la que Lali prestó poca o ninguna atención.
Al día siguiente Lali se emperifolló y se puso su fantástico sombrero para ir a pasear. Llegó junto a unas vecinas que, admiradas de la belleza del sombrero, preguntaron a Lali de dónde lo había sacado. Y ella, tal como era su costumbre, les soltó una buena trola , les dijo que lo había mandado comprar en la ciudad de un país lejano. De repente, desapareció un dedo de la mano de Lali, que pasó a la cesta de la compra de su vecina. Todas se quedaron sorprendidísimas con la hechicería, no sabían qué había podido pasar.
Siguió Lali con su paseo como si nada y volvieron a preguntarle por el sombrero. Y volvió a perder dedos y dedos.
Lali siguió mintiendo en su camino a casa , tal y como era su costumbre y cuando llegó, se miró al espejo y resultó que ya sólo quedaba de Lali una cabeza flotante sin cuerpo y con sombrero. Desconsolada se salió a llorar a las macetas. ¡Casi todo su ser había desaparecido!
Y en su llanto volvió a pasar la mujer que había perdido el sombrero quien viéndola llorar con el sombrero puesto, comprendió que el genio que el sombrero llevaba dentro había estado haciendo de las suyas. La mujer se apiadó de Lali, y decidió hacer un encantamiento para que el genio explicara qué había hecho. Éste les explicó que, como las personas que mienten en realidad lo que hacen es entregar una parte de su ser a otro, él se había limitado a hacer esta realidad visible.
Le preguntaron al genio cómo podía Lali volver a ser ella misma con todas las partes de su ser. Y el genio les contestó que debería ir a recuperar cada una de sus partes perdidas a quien las tuviera, o sea, a quien le hubiera echado la mentira, contándole la verdad .
Cuánta fue la vergüenza que tuvo que pasar Lali para poder recuperar todo su ser, explicando una a una las verdades de las mentiras que había echado.
Pero al final lo consiguió.
Sus vecinos, al principio, dijeron de ella que «menuda mentirosa estaba hecha» pero después se miraron el ombligo y aprendieron de la valentía que había tenido Lali para contar toda la verdad. Gracias a Lali y al sombrero que hacía las cosas invisibles visibles, aquel pueblo se convirtió en el más sincero del mundo, desprendiendo una fuerza inagotable e inigualable.

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