Entrevista
Julia de Castro (De la Puríssima): «Al cuplé lo dejaron morir los propios artistas»
La actriz y cantante llevará este miércoles su cabaret sicalíptico y jazzero al Festival Tercera Semana
El arte de la provocación no está al alcance de todos. Mientras unos lo persiguen fútilmente, otros lo llevan puesto. Julia de Castro sabe muy bien cómo poner su talento (y su amplia formación interpretativa, musical e intelectual) al servicio de un proyecto frívolo en la forma y muy sólido en su trasfondo. Porque detrás del proyecto de cuplé sicalíptico de De la Puríssima , detrás de las letras cachondonas, los semidesnudos y el envoltorio de jazz, hay una misión: salir al rescate de un género muy canalla, pero ya olvidado y no suficientemente conocido. Hablamos con la actriz y cantante abulense –madrileña de adopción- sobre los orígenes del cuplé y las claves de su renovación posmoderna. Julia –que precisamente bautizó a su grupo en recuerdo de la calle del barrio del Carmen donde una vez se pegó un batacazo- actuará en el Teatro Flumen de Valencia este miércoles dentro de la programación del Festival Tercera Semana.
Julia de Castro se topó con el cuplé por casualidad . “Nunca había tenido contacto con el género, pero mientras estaba cursando Erasmus en Londres en la Real Escuela Superior de Arte Dramático se nos pidió asesoramiento a los españoles sobre un cuplé que se cantaba dentro de la obra “Flor de otoño”. Me dio mucha vergüenza no tener ni idea, así que decidí investigar. Cuando volví a Madrid conocí al contrabajista Miguel Rodríguez, a quien convencí para iniciar un proyecto como banda de jazz, aunque yo todavía estaba empezando a cantar”.
Un año después, durante un concierto, Julia introdujo un cuplé y la reacción del público la sorprendió. Fue un exitazo. “Ahí empecé a documentarme más a fondo sobre los orígenes del género, coincidiendo además con mis estudios de Historia del Arte. Me di cuenta de que tenía todo el sentido del mundo dedicarme al cuplé. Todas mis letras son autobiográficas y muy narrativas, tratan de romper tabúes, como lo hacía el cuplé en su época, y también tiene el componente erótico que es innato en mí”.
Julia recuerda el Vals de la Regadera de Julita Pons como ejemplo magistral de subtexto erótico (“Tengo un jardín en mi casa/ que es la mar de rebonito;/ pero no hay quien me lo riegue/ y lo tengo muy sequito”). La provocación en De la Puríssima es más explícita, y además autobiográfica: “Ya no vuelvo al José Alfredo / Dormí con el bar entero / He contado felaciones / Superan mis estaciones/ He bebido en cada copa / Me he tocado en cada sofá / Me he mirado en cada espejo/ Si preguntas te lo dirán/ He rodado las escaleras / Me han medido las caderas / Me han esperado borrachos / En la sala de los pistachos”
Sus canciones hablan de promiscuidad , de prostitución masculina, de la desaparición del deseo en las parejas o de las bondades de las relaciones abiertas. “Trato estos temas de forma sincera y amable, y al final de los conciertos mucha gente me felicita por hablar de cosas de las que no se suelen hablar”, confiesa.
Otra de las facetas interesantes del cuplé es la función didáctica que cumplían, más allá de subir el tono a los señores . “Mi teoría es que veladamente se daban lecciones de placer femenino. Se hablaba por ejemplo de la necesidad de tocar poco a poco y cosas así”, explica. “Es cierto que las letras las escribían hombres, pero eran principalmente gays confidentes de mujeres”, ríe.
El reto del Teatro de la Zarzuela
De la Puríssima empezaron su carrera como es habitual , en bares pequeños, algunos con poca gente. Desde luego la propuesta no era comercial, pero su poso de verdad acabó atrapando tanto a una señora como a un moderno de capital. “El espectáculo tiene algo que fascina, eso está claro”, opina Julia. Tenemos un público muy ecléctico. Recuerdo una vez que fuimos a actuar a un espacio cultural de las afueras de Madrid, donde la persona más joven tenía 75 años. Pensé que lo mismo se largaban, pero no se movió nadie. Al acabar, mi sorpresa fue que la canción que más les había gustado no era la más parecida a un cuplé, sino una de jazz progresivo que se llama “El infiel” [canción recogida en el álbum “Virgen” (2015)] .
La fama de De la Puríssima se expande como la espuma . Son habituales sus giras por el extranjero (en las que la intérprete se esfuerza por aprender monólogos en chino o alemán para introducir las canciones) y dentro de poco llegarán al Teatro de la Zarzuela con un adelanto de su próximo disco, que promete ser más “salvaje” e incluso incorpora música electrónica. Irán de la mano de Daniel Bianco, el “valiente” que se ha propuesto “quitar las polillas” al género chico y sus aledaños. El nuevo director del teatro madrileño ha tenido que enfrentarse al boicot que se le dispendió desde el patio de butacas el miércoles pasado al espectáculo “¡Cómo está Madriz!”, protagonizado por Paco León. A Julia no le quitan el sueño los posibles pitidos. “Espero decepcionar mucho a los abonados que quieran ir a ver una zarzuela al uso”, añade.
Martirio, un gran referente
Julia de Castro se planta la peineta, y si hace falta una torera de lentejuelas , pero es una mujer plenamente metida en su siglo. Le chifla Justin Bieber (¿qué pasa?), Lana del Rey y la música sefardí.
Tampoco rehúye las asociaciones más fáciles. De alguna manera, Julia de Castro es para el cuplé lo que Martirio fue para la copla en los años ochenta. Una revolución. “Para mí Martirio es un referente clarísimo, aunque lo que ella hace es bastante diferente. El cuplé siempre ha sido más frívolo. Ella hizo una labor muy importante, es una artista como la copa de un pino”.
“El jazz era un género de masas y le dejaron evolucionar, pero al cuplé no –defiende-. Cuando llegó la Dictadura se prohibió y entonces llegó la copla. Los propios artistas lo dejaron morir sin darse cuenta. Me entristece mucho porque ese género es nuestro. Nos pertenece”.
