José Luis Torró - Al punto

Virus y periodismo valenciano

«Y que no se diga a modo de infumable excusa que no se sabía la gravedad de la que se nos venía encima para justificar las manifestaciones feministas »

Imagen tomada la noche del 10 de marzo en los aledaños del estadio de Mestalla AFP

Le será muy difícil, casi del todo imposible, al Gobierno de Pedro Sánchez verse libre de la imputación social que señala su directa responsabilidad en no haber evitado a tiempo buena parte de la propagación del coronavirus y sus funestas consecuencias en vidas humanas. El empecinamiento del frente feminista que tanto peso tiene en el Gobierno Sánchez/Iglesias retrasó las medidas hasta que pasase la celebración y manifestaciones del Día Internacional de la Mujer, sobre todo la más urgente (y la única no disponiendo de vacuna ni de fórmula magistral para derrotar al Covid-19 ) como era el confinamiento de la población .

De la memoria visual y sonora de aquellas vísperas del 8M se han rescatado algunas voces que al escucharlas de nuevo provocan indignación propia y vergüenza ajena a partes iguales. La ausente vicepresidenta Carmen Calvo justificó la imprescindible necesidad de manifestarse porque con ello «nos va la vida». Declaraciones que venían rebozadas del ruborizante aserto de que «el machismo mata más que el coronavirus». El propio Fernando Simón , a poco de asegurar que la pandemia no tenía nada o muy poco que hacer aquí, confesaba que si un hijo suyo le pedía poder ir a la manifestación del Día de la Mujer le diría que hiciese lo que le diese la gana. Susana Griso, Cristina Almeida, Irene Montero y tantas otras no desafinaron en el coro de convocantes a las huestes feministas contra el heteropatriarcado. Y así nos ha ido.

Un médico amigo recordaba días atrás, en un foro compartido por un grupo de profesionales de muy distinto quehacer y modos de pensar, que había recomendado a uno de sus hijos que no viajase a Italia para acompañar al Valencia CF en su desplazamiento de Champions. Por mas que le insistió el chaval, que desde hacía dos meses tenía en su poder pasaje de avión y entrada al campo, se mantuvo en su idea de desplazarse a Milán. De nada sirvieron las advertencias de quien le hablaba como padre y médico. Ni siquiera hizo caso a la recomendación de viajar provisto de mascarilla y guantes, elementos que poco menos habrían sido motivo de mofa y befa por parte de los seguidores valencianistas compañeros de viaje de su hijo. Por suerte para éste el virus no le atacó. O si lo hizo no se le manifestó ni ha habido test que lo corroborase.

El coronavirus si que hizo mella en la salud de un periodista deportivo y colaborador de «Las Provincias» que viajó a Milán. A Kike Mateu , a poco de volver de la capital la Lombardía, le diagnosticaron la infección , lo que le obligó a quedar recluido en su casa. Antes de hacerlo ya había traspasado el virus a otros compañeros de la redacción del diario decano de Valencia. Todos superaron con desigual suerte la enfermedad. El propio director de «Las Provincias» , Julián Quirós , fue el que peor lo pasó. Él mismo lo ha narrado con maestría periodística y rebosante humanidad en una de sus páginas dominicales. Pero, siendo de agradecer como colega las crónicas en las que Quirós relata lo mal que lo pasó, más tiene que agradecerle buena parte de la clase periodística valenciana su decisión de impedir que cualquier representante de la redacción que no fuese la galardonada Beatriz de Zúñiga , acudiese la noche del pasado 27 de febrero a la cena de gala y entrega de los Premios del Periodismo que convoca la Central Sindical Independiente y de Funcionarios (CSIF). Que no acudiese ningún redactor, ni siquiera el director Quirós vinculado como está a estos premios por haber sido uno de los galardonados en anteriores ediciones, evitó sin duda la propagación del coronavirus entre los numerosos periodistas valencianos que acudieron a este acto, celebrado diez días que las muy multitudinarias y contagiosas manifestaciones con motivo del 8M.

Imagen tomada la noche del 10 de marzo en los aledaños del estadio de Mestalla AFP

Y que no se diga a modo de infumable excusa que no se sabía la gravedad de la que se nos venía encima para justificar las manifestaciones feministas y alentar con profusión de arengas y declaraciones su asistencia a las mismas. Al día siguiente de la cena del CSIF y, nueve días antes de los actos del 8 de marzo , la OMS elevó de “alta” a “muy alta” la amenaza internacional del coronavirus, aviso que el Gobierno de Pedro Sánchez y la cohorte feminista ignoró con el deliberado propósito de no alterar el calendario reivindicativo de las más combativas.

Visto con la perspectiva de los dos meses transcurridos desde la cena, y con el crudelísimo balance de los mas de veinticinco mil españoles muertos, de los que más de mil doscientos son valencianos , todavía es más de agradecer la voluntaria ausencia de los colegas de «Las Provincias» , lo que sin duda evitó una más que probable propagación del coronavirus que con toda seguridad hubiesen contagiado a la ya muy castigada clase periodística valenciana. Una infección que habría resultado tan maligna o más que los diversos eres y ertes que viene sufriendo. El último de ellos, el de la redacción de El Mundo Valencia. El presente y futuro del periodismo tiene que hacer frente a otros virus letales además del Covid-19.

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