José Luis Torró - Al punto
La tabarra de los países catalanes
«Nuestra lengua es objeto de cotidiano manoseo metomentodo por parte de quienes desde los medios y las aulas siguen pretendiendo despersonalizarnos»
Si tu eres de los que dicen «otra vez estos dando la tabarra con la monserga esa de los países catalanes », no sigas leyendo. Estas líneas no son para ti, que ya te has convertido en un pasota, un consentido o en un bobo adoctrinado. No, son para todos aquellos a los que les importa un pasado cargado de historia, que mejor sería que conociésemos; un atribulado presente que muchos tergiversan y, sobre todo, un futuro que puede ser de distinto del todo por dejar malbaratar la preciosa herencia de nuestros mayores.
[La patraña de los «países catalanes»]
Nuestra tierra, nuestra cultura, nuestro modo de ser, pero sobre todo nuestra lengua valenciana, es objeto de cotidiano manoseo metomentodo por parte de quienes desde los medios y las aulas siguen pretendiendo despersonalizarnos, tutelarnos, adoctrinarnos, adocenarnos, desarmarnos, desmoralizarnos… para una vez confundidos hasta el punto de no saber ya ni quiénes somos, ni de dónde venimos, poder manejarnos a su antojo como marionetas de un guiñol.
Peor que aquellos que tienen perfectamente diseñada su bien financiada estrategia avasalladora de nuestra personalidad, son aquellos que lo consienten. Son valencianos sólo porque así lo indica en su DNI el lugar de su nacimiento, pero salvo esa circunstancia –a la que algunos ya se han apresurado a renunciar por activa o por pasiva— su abúlica actitud demuestra su indiferencia cuando no rendición y su disposición a abrirse de piernas. Son, y ellos ni siquiera lo saben, los payasos de esos paísos que tan poca gracia tienen y hacen.
Una iniciativa popular (popular del PP) en el Senado , para que la cámara alta no admita a trámite en el futuro ningún papel ni iniciativa que se presente con remite o referencia a los «paísos catalans», ha sido rechazada por quienes prefieren verse bendecidos, comprendidos, acogidos u homologados por esos y esas termitas que siguen horadando el andamiaje constitucional en busca de provocar su ruina y ahora, además, convertidos en sus compañeros de viaje en esta legislatura.
La Constitución Española de 1978 señala imperativamente en el primer apartado del artículo 145: «En ningún caso se admitirá la federación de Comunidades Autónomas». Frente tan taxativo impedimento, ahí está el subterfugio de los «países catalanes» , defendido, propiciado, y amamantado por mantecosas ubres, por quienes siguen empeñados en corregir la sabia decisión del rey Jaime I al darnos a los valencianos unos fueros propios, liberándonos de las tutelas de aragoneses y catalanes a la que unos y otros nos querían someter.
« Los valencianos no se sienten catalanes sino valencianos . Todo lo demás, son teorías historicistas, voluntarismos maximalistas o deseos de ensanchar las áreas de influencia para practicar la propia política, para practicar o extender la propia economía o para aglutinar más territorio y más habitantes, para –bajo la capitanía de Cataluña- fortalecer su propia política frente al Gobierno central. Porque de eso se trata, como a algunos, desde hace bastantes años, se nos ha explicado con el deseo de catequizarnos».
El texto en cursiva pertenece a un artículo –todo un aldabonazo en su momento y después, verdadero toque de atención— publicado en el diario Las Provincias por Manuel Broseta en 1977 con el título «La paella de los países catalanes», que a partir de ese momento se vio insultado en un continuo y repetido escrache periodístico por el pancatalanismo, sus corifeos y terminales mediáticas, que no cejaron en su vituperio hasta que ETA mató al catedrático de la Universidad de Valencia y consejero de Estado el 15 de enero de 1992.
Los «países catalanes» siguen estando ahí como una amenaza constante. Mal haremos si desdeñamos el problema, si nos desentendemos del mismo porque el Barómetro 2021 realizado por la Generalitat Valenciana , con mas de cuatro mil encuestas presenciales, diga que el nacionalismo como el federalismo son opciones políticas minoritarias en nuestra Comunidad. Mal haremos. Sobre todo porque el peor peligro no lo representa únicamente el catalanismo sino quienes, estúpidos de los nuestros, prefieren desentenderse alegando que se trata de una tabarra o monserga.
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