José Luis Torró - Al punto

Si Mónica Oltra fuese coherente…

«¿Cuántas hubiesen sido las impresiones estampadas por Mónica Oltra en sus famosas camisetas en apoyo de la joven abusada?»

Profusa, difusa y confusa fue la comparecencia de Mónica Oltra en las Cortes Valencianas para tratar de escabullirse de sus responsabilidades en el caso de abusos sexuales sufrido por una menor a manos del que fuera su pareja, mientras que ella era y es vicepresidenta y, sobre todo, consellera de Igualdad y Políticas Inclusivas del Gobierno valenciano.

Mónica Oltra , que disponía de todo el tiempo que quisiese usar para exponer sus razones y argumentos en defensa del proceder de su departamento, aprovechó la muy larga hora de su intervención para tratar de enmendar la plana de la sentencia que no sólo condenaba a cinco años de cárcel a su expareja, Luis Eduardo Ramírez Icardi , sino que ponía en solfa los lamentables modos y maneras con que la Conselleria de Oltra había abordado el reiterado abuso a una menor bajo su custodia.

Una sentencia con tan explícitos considerandos, suficiente cualquiera de ellos de sonrojar al más pétreo rostro, sin mascarilla suficiente para cubrir tanto rubor, hubiese bastado para presentar la dimisión una vez terminada la lectura del dictamen judicial. Pero no. Mónica Oltra no se sintió concernida por más que se dijese en la sentencia con meridiana claridad que su consellería incumplió de modo reiterado sus obligaciones de velar, defender, y por lo menos escuchar a la menor que su ex pareja eligió para satisfacer sus lúbricos deseos.

Mónica Oltra no se vio acompañada en el trance parlamentario de la que pretendió fuese su exculpación política, de la compañía del presidente del Consell. Ximo Puig se compuso la agenda de esa mañana del miércoles 21 de abril para tener excusada su presencia. El resto de los compañeros socialistas tampoco acudieron y los que lo hicieron a última hora ya se habían perdido las jeremíacas reflexiones, con algún que otro puchero y jipido incluido, por parte de la aparentemente muy afectada señora Oltra, que dejó muy a las claras que de dimitir, nada de nada, diga lo que diga, y bien a las claras que lo dice, la sentencia condenatoria a cinco años de cárcel de su ex pareja.

¿Y por qué debe dimitir Mónica Oltra? Bastará un argumento de peso. Si la todavía vicepresidenta y consellera de Igualdad y Políticas Inclusivas mantiene un mínimo de coherencia y seriedad consigo mismo, que responda. ¿Acaso no hubiese exigido ella en su años en la oposición, con la parafernalia y estruendo producido y provocado en y por todos los medios a su alcance, la dimisión de la consellera o conseller del mismo departamento que el suyo de haberse visto afectada por un caso como el de la joven Mayte?

¿Cuántas hubiesen sido las impresiones estampadas por Mónica Oltra en sus famosas camisetas en apoyo de la joven abusada?

La respuesta no podría ser otra que la misma, idéntica, urgente e inaplazable dimisión que antaño ella mismo hubiese reclamado con insistencia, escrache, canutazo radiofónico , titular tipográfico, interpelación parlamentaria y cualquier otro modo o manera de conseguir su objetivo.

Si Mónica Oltra hiciese ahora lo que antaño exigía a toda hora que debían hacer quienes gobernaban, dimitiría. No lo hará, porque su desparpajo, pero sobre todo su incoherencia, está al mismo nivel de quien llegó al poder a basa de falacias y embustes como que nunca dejaría su piso vallecano. Y ha terminado viviendo en una lujosa urbanización y con la, por él tantas veces denostada, Guardia Civil velando su sueños y cuidando su propiedad privada. Pues eso, pura sinvergonzonería y mayor incoherencia.

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