José Luis Torró - Al punto
Hoy es Nochebuena, mañana Navidad
«Son innumerables y cada vez más quienes tratan de tergiversar, ocultar o negar cuanto significa la Navidad, y prefieren por ello recurrir a la ambigua manifestación de felices fiestas»
Tiempos difíciles, espinosos y complicados estos en los que es necesario ratificar lo que hasta ahora creíamos era bien evidente. Siendo tan cierto como que si hoy es Nochebuena , mañana será Navidad , conviene explicarse para evitarnos equívocos como que el desear unas felices fiestas, expresión aparentemente amable, cordial y afectuosa termine por difuminar o, peor aún, esconder por desconocimiento, despiste o mala fe –depende— el verdadero significado de cuanto las mismas significan y porqué se celebran .
Hay razones de peso para denunciar lo que mas que suspicacias son demostraciones tergiversadoras del sentido histórico, cultural y, por supuesto, religioso que tiene la Navidad. Un ejemplo. El Parlamento Europeo, cada vez más confundido por quienes se aprovechan del buenismo imperante, ha dado ya repetidas muestras de la estolidez de un número cada vez mayor de sus miembros. Estolidez que también es peligrosa pandemia que amenaza con borrar y llevarse por delante las raíces cristianas de Europa.
A poco que se conozca nuestra común historia , Europa y sus actuales instituciones, aquellas que le han venido dando fuerza y hasta ahora coherencia, serían un proyecto imposible, cuando no arruinado, de no haberse nutrido en su nacimiento y cimentación de cuanto suponían los valores que aportaron quienes más hicieron por alumbrar el proyecto. Robert Schuman, Konrad Adenauer y Alcide De Gasperi, verdaderos padres de la Europa surgida por y para la paz, que junto con los también impulsores Jean Monet y Paul-Henri Spaak, nunca escondieron la contribución del humanismo cristiano considerada fundamental y fundacional del proyecto europeo.
Si el pasado año el Parlamento Europeo, ante el ofrecimiento hecho por la eurodiputada del Partido Popular, Pilar Benjumea , de conseguir un Belén para que quedase instalado en su sede, se opuso por considerar que «podría ser ofensivo», este año ha sido la comisaria de Igualdad, Helena Dalli , la madrina de otra soberana estupidez. Esta comisaria socialista había lanzado una invitación a los trabajadores de la propia Cámara para que «felicitasen las fiestas» en vez de felicitar la Navidad. El escrito de 32 páginas, que de momento ha sido retirado por no ser «un documento maduro que no cumple los estándares de calidad de la Comisión», también invitaba a los trabajadores a que cuando pusiesen un ejemplo no utilizasen nombres como María o Jon, porque «aunque se dan prácticamente en todos los países europeos, no ofrecen la diversidad cultural que hay en Europa en estos momentos».
En España son innumerables, y cada vez mas, los casos de quienes desde aulas, tribunas periodísticas, ayuntamientos, organismos oficiales e instituciones, a despecho de cuanto nos aporta la historia, memoria y tradición, están regidos por quienes se sitúan en las antípodas del seráfico mensaje de «paz en la tierra a los hombres de buena voluntad», y tratan de tergiversar, ocultar o negar cuanto significa la Navidad, y prefieren por ello recurrir a la ambigua manifestación de felices fiestas .
Yo quiero declarar a quienes lean estas líneas, a todos nuestros paisanos, a quienes han venido hasta aquí buscando nuevos horizontes de vida y esperanza, mis mejores deseos. Y hacerlo con las expresiones que nos son comunes y queridas como las de feliz Navidad o bon Nadal , porque me siento identificado y concernido con todo lo que ello supone. Que hace dos mil años, en Belén de Judá nos nació Jesús, hijo de María, y que su evangélico mensaje de amor, el que nos invita al perdón «por nuestras ofensas al igual que nosotros perdonamos a quienes nos ofenden», contenido en el padrenuestro, significó una revolucionaria ruptura contra el talión del «ojo por ojo, diente por diente».
Pero, como mucho me temo y canta un popular villancico , «vienen los ríos turbios». Que no sea por culpa nuestra el seguir enturbiándolos y que por eso el Niño pase sed: «Camina la Virgen pura,/ Camina para Belén./ En el medio del camino,/ Pidió el Niño de beber./ «No pidas agua, mi vida./ No pidas agua, mi bien./ Que vienen los ríos turbios/ y no se puede beber».