José Luis Torró - Al punto
Mejor San Crispín
«A día de hoy el periodismo está hecho unos zorros»
Se celebró el viernes 24 de enero, la festividad de San Francisco de Sales , patrono de los periodistas desde que en 1923 el papa Pío XI así lo acordase en su encíclica Rerum Omnium, en la que se testimonia que el santo, cansado por la falta de atención de los protestante de la ciudad Ginebra, de la que era obispo, "decidió refutarles los errores a través de hojas sueltas, redactadas entre dos predicaciones y distribuidas como circulares a ser copiadas que, pasando de mano en mano, acababan apareciendo entre los hermanos separados". Es una razón, desde luego, para ser encumbrado como nuestro santo patrón si bien parece un tanto forzada. Santos y doctores ha tenido la Iglesia con pluma más brillante y más directa implicación con la prensa que las de este santo, nacido en 1567 en el castillo de Sales, en la Saboya.
Otros de sus hagiógrafos destacan que se le conociese como “santo de la amabilidad” dado que supo sujetar – con no poco esfuerzo, según parece—su natural tendencia a la ira. No parece que esta sea razón de peso para reconocérsele como patrón de los periodistas. O tal vez fuese buena y conveniente su intercesión para conseguir que una gran parte de los colegas, dada su tendencia a la irascibilidad, se guardasen de exhibirla a la hora de hablar o escribir, tal como hacía el santo, porque esa sería una manera de aproximarse a la objetividad e imparcialidad, que no son virtudes desconocidas para buena parte del gremio periodístico, pero si obviadas cuando sin pudor alguno, respeto ciudadanos ni recato intelectual, se deja llevar por sus particulares tendencias políticas, filias y fobias y manías persecutorias de toda clase. Un gremio, el nuestro, poblado en una muy elevada proporción por profesionales que no ocultan ni disimulan su vinculación o tendencia política. Izquierdosa en un porcentaje del noventa por ciento, tal como dijese Federico Jiménez Losantos en su reciente encuentro con Bertín Osborne , y no parece que estuviese muy desencaminado en cuanto a porcentaje el polémico periodista, escritor, ex comunista, columnista y locutor.
A día de hoy el periodismo está hecho unos zorros . No pasa semana en que no tengamos noticias de nuevos expedientes de regulación de empleo, lo que supone el despido de más redactores –y ya son miles los que se han visto obligados a dejar la profesión- cuando no la desaparición de cabeceras de periódicos o cierres de emisoras de radio y diarios digitales. El problema, muy grave problema, se ha visto enormemente acrecentado en los últimos tiempos tanto por el número de profesionales egresados de las Facultades de Ciencias de la Información , dado que no hay medios capaces de contratarlos salvo muy honrosas excepciones, como por la competencia de las nuevas tecnologías. Los medios digitales y las redes sociales han modificado por completo el modo de enviar y recibir noticias.
La rapidez por trasmitirlas, y hacerlo antes que nadie, ha ido en detrimento de la calidad, el rigor y la seriedad del periodismo, que bien poco o nada se parece al que con lenguaje cuidado, adecuada redacción y seriedad de las fuentes consultadas, es posible todavía leer en aquellos medios – y entre los cada vez más escasos supervivientes éste mismo que ahora tiene el lector en sus manos—que han resistido el enfurecido turbión que amenaza cual Dana catastrófica y permanente a la empresa periodística. Añádase, para que los males que aquejan a la profesión sean todavía mayores y más perniciosos, el sinnúmero de charlatanes que al calor y color de la prensa del corazón se autoadjudican el titulo de periodistas para sonrojo y oprobio de todos aquellos que conseguimos el título tras pasar por las aulas universitarias y haber cubierto un mínimo expediente académico.
No pongo en duda el apoyo e intercesión que San Francisco de Sales ha prestado a los periodistas y a las empresas de medios de comunicación social en su ya casi centenario patronazgo, habida cuenta que ha sido durante ese periodo de casi un siglo en el que la prensa ha gozado de sus mejores e históricos momentos, pero tal como está de quebrado el negocio y la profesión que le da sentido, con tanto exaltado, fanático, crispado, intransigente o sectario que dándosela de periodista dogmatiza en cada una de sus escritos, intervenciones o tertulias, sería más ajustado buscar un nuevo patrono. Propongo que sea San Crispín, y alternativamente San Críspulo, el que se haga cargo del patronazgo de los periodistas de ahora en adelante.