José Luis Torró - Al punto

Guardémonos de los idus de Marzá

«Marzà aspira a ser el candidato a sustituir a Puig por el valencianismo catalanista dejando aparcada a Oltra»

Si Mes Compromís tan dado como es a cambiar de denominación político-comercial tiene la tentación de recurrir a una nueva marca, gratis les propongo que echen mano de Trencadís, que además de vocablo valenciano, será fiel reflejo de la real y quebradiza situación en la que se halla la coalición nacionalista.

La tocata y fuga de Vicent Marzà para justificar su súbito abandono de la Consellería de Educación, Investigación, Cultura y Deportes se apoya en dos hechos. Uno, el hasta ahora conseller ya no puede, por mas que lo intente, hacer nada mas en perjuicio de la educación valenciana, y sobre todo de la concertada, a la que tanto ha maltratado de palabra y obra. Y dos, que con su marcha obliga todavía mas al presidente Ximo Puig a tener que remodelar un Consell en el que ya tenía decidido introducir cambios tras otra tocata y fuga, la de Manolo Mata como síndico en las Cortes Valencianas y vicesecretario de los socialistas valencianos.

Si toda remodelación tiene mucho de patata caliente para quien debe ejecutarla, la ahora obligada e inminente es un verdadero potaje. ¿Qué hacer con Mónica Oltra , la cuestionada vicepresidenta, que trata de resistir por más que el cerco judicial vaya estrechándose más y más? Sus circunstancias político-personales ya deberían haberla llevado —de haber sido coherente con su modo de hacer política cuando estaba en la oposición— a una púdica retirada. Añádasele la imputación de una docena de altos cargos de su Conselleria, sobre los que pesa la presunción de haber mangoneado para tratar de borrar la responsabilidad del departamento de Oltra en los abusos sexuales del que fuera su condenado marido, como otra razón de peso para haberse mudado. Pero no. Mónica Oltra haciendo gala de una notable incoherencia trata de resistir a pesar de que la longa manu de la Justicia esté a punto de darle alcance.

Lo que no podía imaginarse la todavía vicepresidenta es que desde su misma coalición fuese Vicent Marzà , compañero de gobierno y sin embargo adversario, el que decidiese dar una patada al enjambre provocando el revuelo. Marzà aspira a ser el candidato a sustituir a Puig por el valencianismo catalanista (por mucho que les moleste que así se les califique) dejando aparcada a Oltra a la que, visto lo visto, mejor le iría si se guardase de los idus de Marzà.

Unos idus de los que también debemos guardarnos todos los valencianos. Si con su marcha, según ha declarado con especial énfasis, el ex conseller pretende consolidar el futuro del gobierno del Botànic , apañados y damnificados estamos. Si tal ocurriese, pese a que los actuales pronósticos demoscópicos indican lo contrario, la educación en la Comunidad Valenciana seguiría estando dirigida por quienes ya lo han hecho con descarada intolerancia y dogmático partidismo.

Prueba indiciaria de ese sectarismo ideológico es el hecho, denunciado el pasado jueves en El Faro de la 8 Mediterráneo por Vicente Morro , presidente de la Federación Católica de Asociaciones de Padres de Alumnos, de haberse negado Marzà a recibir a la FCAPA en los mas de siete años en que ha estado al frente de la Consellería de Educación.

Un menosprecio que podría considerarse pecatta minuta si se le compara con los agravios perpetrados contra la educación concertada y sus mas de cincuenta sentencias judiciales declarando ilegales los recortes infligidos; su intento de dinamitar la educación infantil privada ofreciendo aulas gratuitas para dos años pero sólo en lo público ; su imposición lingüística tumbada por el Tribunal Superior de Justicia para luego llevar fraudulentamente sus contenidos a la ley del plurilingüismo; el fracaso de las evaluaciones internacionales; el también fracasado plan de infraestructuras que endilgó a los ayuntamientos; los casos de nepotismo; el error y fiasco de la jornada continua; la incorporación de la enseñanza del Islam en las aulas; la complicidad en la aplicación de una LOMLOE favorecedora de vagancias; la entrega de las llaves de la consellería a la Escola Valenciana que es paradigma del catalanismo. Desmanes todos ellos que han merecido la labor de denuncia de la Mesa de la Libertad, un contrapoder social que ha venido descubriendo todas y cada unas de las políticas sectarias y liberticidas del conseller.

Tanta paz lleve Marzà como descanso deja, pero me temo que si, tal como parece, es Raquel Tamarit su sustituta natural, vamos a seguir igual. Igual de mal.

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación