José Luis Torró - Al punto

Coronavirus: muertos de tercera

«El presidente del Gobierno sigue sin ponerse una corbata negra ni decretar el luto oficial»

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Imagen del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. tomada este miércoles en el Congreso REUTERS

Domingo, hora del telediario. En muchos hogares ya se ha terminado la comida principal del día. Confinada como está, como lo estamos todos, la familia se dispone a ver en la tele qué ha pasado. Y allí que aparece, una semana más, el presidente del Gobierno. Le ha cogido más gusto del que ya tenía por la cámara televisiva. No confundir con las cámaras parlamentarias que esas le provocan cierto repelús. Toca otra ración de Pedro Sánchez que ya comienza su arenga.

No lleva corbata negra pese a que ese día (domingo, 12 de abril) ya se han contabilizado oficialmente cerca de diecisiete mil muertos. Si te has muerto y no te han hecho el test no pasarás a engrosar la lista de los fallecidos por el coronavirus , que son muchos más de los que dice la verdad maquillada y amputada. Pero, la verdad terminará por saberse. Y nos sobrecogerá el dato que duplicará, o puede que sea peor, la cifra oficial de difuntos.

En la pantalla no aparece un crespón negro como se ha hecho otras veces con muchos menos muertos y mucha más propaganda. El presidente sigue sin ponerse una corbata negra ni decretar el luto oficial. Debe ser que no los considera españoles o los considera muertos poco importantes. Como se decía de la desafortunada redacción de un gacetillero al dar cuenta de un accidente de tren a principios del pasado siglo: “Afortunadamente todos los viajeros fallecidos eran de tercera”.

Los muertos españoles (las muertas que quedan excluidas durante la pandemia del inclusivo lenguaje feminista) han pasado de la mano de Sánchez a formar parte de la doctrina de Stalin . “Una muerte es una desgracia, un millón es estadística”. Los nuestros, así lo quiere Sánchez, han quedado reducidos a un guarismo que sigue creciendo y creciendo de modo brutal y avasallador.

Al arriba firmante la comparecencia de Pedro Sánchez le resulta tan insufrible como prescindible, pero entiende que la debe seguir para poder escribir con criterio. Al arriba firmante le vienen a la mente una serie de adjetivos que serían de aplicación a quien habla y se repite como un charlatán del crecepelo. Cuando por fin termina su reiterativa perorata al arriba firmante le invade la sensación de que la vacuidad ha sido el hilo conductor de esta otra comparecencia presidencial. Nada ni siquiera con sifón. Es por ello que decide enumerar para el lector una serie de adjetivos calificativos, en contra y también a favor del presidente del Gobierno, que sirvan para definirlo a la vista de su nueva comparecencia dominical y de sus ampulosas manifestaciones, en las que ha vuelto a justificar todo lo que ha hecho su Gobierno.

Imagen del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. tomada este miércoles en el Congreso REUTERS

Y todo bien, según su presidente. Ni un ápice de autocrítica, nada se ha hecho mal. Las culpas, en todo caso, serán atribuidas a quienes no quieren arrimar el hombro y se desentienden de la responsabilidad de luchar y trabajar todos junto. Unidad. He ahí el nuevo mantra puesto en juego por el gurú Iván Redondo . Unidad. Y rescata el recuerdo refrescándonos la memoria de los Pactos de la Moncloa. Se ofrece el presidente como el gran muñidor de estos nuevos pactos, de tan difícil reedición con estos protagonistas de ahora por sus egoísmos, sus soberbias y sus limitaciones morales e intelectuales.

Al arriba firmante le parece oportuno preguntar al lector qué le ha parecido el presidente y su larga comparecencia, lo qué dice y cómo lo dice. Y ofrece un listado de adjetivos calificativos, unos a favor, otros en contra. Ahora es el lector el que debe repasar y subrayar aquel epíteto que a su juicio considera que se cuadra más con la poliédrica personalidad del señor Pedro Sánchez : Falaz, mendaz, capaz, fatuo, ególatra, falso, veraz, farsante, mentiroso, embaucador, serio, bribón, timador, tramposo, vacuo, cínico, riguroso, pedante, vanidoso, presumido, modesto, tenaz, plasta, florero, inútil, desleal, indecente, indigno (estos cuatro últimos, regalo de la portacoz Adriana Lastra a Pablo Casado) amoral, atrevido, nefasto, desenvuelto, lenguaraz, falsario, taimado, astuto, pérfido, artero, descerebrado, aborrecible, serio, corcho, fementido, necio, filibustero, sagaz, marrullero, ladino, trolero, fulero, maduro, convincente, circunspecto, jactancioso, engañabobos, figurín, afectado, engreído, inútil, perdido, acertado, contingente, necesario, prescindible, innecesario, superfluo, nimio, sobrante, redundante, prolijo, historiado, jactancioso, anodino, engreído, soberbio, artista, estadista, plagiario. Me temo que le cuadran buena parte de los adjetivos del listado. Usted mismo.

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