José Luis Torró - Al punto
Coherencia, Mónica Oltra, coherencia
«En usted se repite eso a lo que la izquierda es tan aficionada: "Haced lo que yo os diga, no lo que yo haga"»
Hágame caso y no dimita. Haga suyo el sostenella y no enmendalla , de tan amplia tradición y seguimiento por parte de la clase política española. ¿Por qué tendría que hacerlo ahora, después de haber resistido contra viento e imputaciones las noticias y comentarios que dan cuenta de las negligencias, muchas, cuando no ocultaciones, trampas y embelecos con los que usted y los suyos trataron de ocultar los hechos o, lo que es peor y mucho más grave, tratar culpar a la joven agredida, con tal de exculpar al que fue su marido?
Algunos comentaristas y columnistas, cierto es que han sido más bien escasos, le han hecho ver –otra cosa es que usted no haya querido enterarse—que debía dimitir por todo lo protagonizado por usted, familia y colaboradores. La exigencia formulada por los colegas estaba basada en la necesidad de cumplir con la virtud de la coherencia. Sí, con esa «actitud lógica y consecuente con los principios que se profesan», según académica definición.
Rebobine. Véase reclamando, cuando usted estaba en la oposición, a quienes gobernaban que dimitiesen porque un juzgado había abierto unas diligencias. Usted, Mónica, siempre Oltra , estaba allí, embutida en una reivindicativa samarreta , ya fuese en una rueda de prensa, en la tribuna de las Cortes Valencianas, en una manifestación callejera o escracheando a quien le petaba, exigiendo dimisiones, ceses, destituciones…
En todo momento y lugar se hacía sentir su presencia para reclamar inmediatas renuncias, antes incluso de haber presentado los papeles en los juzgados. Admitida a trámite la imputación, o no, la algazara subía de tono, usted figuraba siempre entre las más vociferantes, y reclamaba dimisiones como si no hubiese un mañana, ni la sustanciación de un proceso, ni el derecho a la presunción de inocencia.
¿Y ahora qué, Mónica Oltra? Ya nos ha dicho y repetido que no piensa dimitir. El que sean trece los responsables de su consellería los que aparecen imputados en el caso de la joven abusada por su marido, no es razón dimisionaria. Es decir, usted hace todo lo contrario que hizo en su momento, pero eso es tiempo pasado. Y en usted se repite eso a lo que la izquierda es tan aficionada: « Haced lo que yo os diga, no lo que yo haga» .
Pero si incoherente está demostrando ser con el presente judicial, no lo sea también con el reciente anteayer ni con el tiempo pasado. Anteayer, cuando lanzó un chulesco órdago al decir que dejasen en paz a sus funcionarios, «que nada han hecho», al tiempo que se ofrecía como ofrenda propiciatoria para que cayesen sobre usted todas las responsabilidades. Después ya nos aclaró, vía socorrido argumento, de que sus palabras habían sido sacadas de contexto . O sea, más incoherencia, no vaya a ser que me cojan por lo dicho.
Y ahora, cuando el juez que lleva su caso eleva su asunto al Tribunal Superior de la Comunidad Valenciana , dada su condición de aforada –privilegio que usted y los suyos antaño consideraban trasnochado, pero que hogaño no han tenido a bien renunciar—nos dice que no piensa dimitir porque no existe responsabilidad alguna para que tenga que hacerlo.
En tanto no avance la tramitación judicial lo suficiente como para verse enredada en la maraña judicial, usted no dimitirá. Ni aún en el caso de que sea llevada finalmente al banquillo sola o en compañía de unos cuantos funcionarios. No dimitirá por pura incoherencia . Ni tampoco será cesada por el presidente Puig salvo que llegue a la conclusión de que mantenerla le resta votos. Usted blinda al presidente y éste le blinda a usted en un calculado y de momento efectivo do ut des .
Llegados a tal punto casi mejor que no dimita, para que quede en palmaria evidencia que la coherencia hace ya mucho tiempo que desapareció de su vocabulario. Y que la culpa es, en todo caso, de quienes la critican y han denunciado.