José Luis Torró - Al punto

La charlatanería de Pedro Sánchez

«Una propuesta que lleve el nombre de España será ninguneada cuando no vituperada y menospreciada por los nacionalismos vasco y catalán»

El presidente del Gobierno de España, Pedro Sánchez , cada vez mas metido en su papel de prestidigitador, se sacó de la chistera un conejo, que no otra cosa es eso de España 2050. Una trilera manera, muy propia del trolero de La Moncloa, de invitarnos a que oteemos el horizonte y escudriñemos en el futuro pero para que no reparemos en nuestra realidad mas inmediata, cercana, ingrata y dura.

Habló el presidente de cómo seremos, estaremos, haremos, gozaremos, viviremos, en el 2050 . ¡Cuán largo me lo fiais! No importa. Su pulsión por el poder, y por mantenerse en él a toda costa sin importarle el coste, es más fuerte y determinante que su sentido de la responsabilidad. Su capacidad prospectiva, y el de la recua de asesores que tiene en nómina en La Moncloa, quedó en ridículo entredicho al promover un cambio de Gobierno en Murcia que le salió por la culata en Madrid . Semejante tropiezo habría aconsejado echar mano a la prudencia. Y eso habría hecho cualquier dirigente con sentido de la responsabilidad, pero esa no es virtud que adorne al osado Sánchez que prefirió recurrir al encargado del bombo para incrementase la potencia de su mensaje.

Si tanto tiempo metido en las alturas del Falcon puede llegar a distorsionar la realidad cotidiana cuanto más brumosa tiene que serlo su visión del futuro a treinta años vista. De ahí el batiburrillo de anuncios, promesas, camelos y elucubraciones contenidos en su España 2050 . En su caso, conociéndole como hace ya tiempo que lo calamos, mandangas. Ofertas y más ofertas metido en su papel de imitador del gran Ramonet , el oriolano maestro de charlatanes. Éste, al menos, vendía sus mantas y regalaba el peine que antes había comprado con sus pesetas, no como el doctor Sánchez que endeuda y enloda todo lo que toca, incluida su tesis doctoral en la que un ingeniero ha detectado nada menos de 122 groseros errores que invalidarían no sólo el cum laude sino el mero aprobado con que fue premiada.

Por mas que en la presentación de su España 2050 el presidente Pedro Sánchez dijese que todo cuanto se quiera hacer y decidir de cara a tan ignoto futuro será debatido y acordado entre todos (y todas, que la matraca inclusiva no cesa) incluidas las diecinueve autonomías, él sabe – y si todavía no se ha enterado, peor —que una propuesta que lleve el nombre de España será ninguneada cuando no vituperada y menospreciada por los nacionalismos vasco y catalán que sólo se sentirán concernidos e interesados en tan prospectivo anuncio en la medida en que puedan agrandar su parte de la tarta, que por algo son ellos (con Joan Baldoví de mera comparsa) los que hacen posible que Pedro Sánchez pueda seguir siendo presidente. Y, dado que el plagiario doctor sabe que para poder seguir volando en el Falcon y dormir en La Moncloa tiene que indultar a los dirigentes separatistas catalanes, se ha puesto a la faena como antes ya lo había hecho al llevar a las cárceles vascas a todos los terroristas de ETA sin que mediase contrición alguna por su parte.

Imagen del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez DANI DUCH

Como tampoco ha habido ni habrá arrepentimiento, sino todo lo contrario, contumacia, por parte de los semi-encarcelados dirigentes y promotores del referéndum del primero de octubre de 2017. No importa que esa sea una de las condiciones imprescindibles que deben ser puesta sobre la mesa para conseguir la gracia del indulto. A Sánchez lo que de verdad la importa es mantenerse en el poder y braceará cuanto sea necesario, aun a costa de que los exhaustos seamos los españoles, hasta llegar a la orilla electoral del 2023.

Ese es el único objetivo del indulto ya anunciado –que Felipe González no habría concedido según muy a las claro le dijo a Pablo Motos en la espléndida entrevista en «El Hormiguero»- por mucho que el hipotecado Sánchez que trate de envolverlo con el demagógico manejo que hace de nuestra Constitución en la que dice que no están recogidas “ni la venganza ni la revancha”.

Cada semana cuando no cada día, el presidente, con tal de seguir siéndolo, hace uso de la mentira con el desparpajo y sobre todo la impunidad que le otorga la desvergonzada complicidad de la bancada socialista y demás compañeros de viaje.

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