José Luis Torró - Al punto
Los catalanes y el cambio de hora
«Compromis, haciendo gala de su conocido a la par que peculiar sentido de independencia de criterio, dirán que lo mejor que podemos hacer es tener la misma hora que Cataluña»
Este año 2021 será el último en que nos veamos obligados a tener que adelantar una hora el último domingo de marzo, como acabamos de hacer, para retrasarla en el último domingo de octubre. Adelanto y retraso que en su día se quiso justificar para conseguir un gran ahorro energético y así paliar los efectos de la crisis del petróleo de 1973. Lo de los cambios horarios viene de lejos, como que ya comenzó a avalarlos en su día el inventor del pararrayos el norteamericano Benjamín Franklin.
La Unión Europea hace dos años anunció que iba a liberarnos de la obligación de cambiar la hora cada seis meses y así evitarnos las molestias, insomnios y despistes que para una parte de la población suponen estos que considera trastornos. La UE también avisó que cada país tendría que decidir en qué horario preferiría regir sus días y sus noches, si con el horario de verano –el que acabamos de reestrenar— o el de invierno. Y este país todavía no lo ha decidido, enfrascadas como están sus autoridades en promover leyes como la de la eutanasia o en justificar porque la vacunación anti-covid va tan lenta como el caballo del malo.
Llegado el momento de decidirlo mucho me barrunto que será cosa de lo mas tragicómica. Tengo muy claro que los catalanes separatas se opondrán con todas sus fuerzas a que su horario sea el mismo que el de los demás españoles. Ellos preferirán coincidir con el huso horario de los daneses, con los que dicen que tienen un gran parecido, incluso físico, a pesar de que ejemplares de pura raza catalana como Torra o Junqueras se encargan de negarlo de modo más que evidente. Si no con el de los daneses, los catalanes indepes querrán regirse con el horario de suecos, noruegos o finlandeses. O con el de los franceses. Con cualquiera que les permita resaltar el hecho diferencial catalán. Porque, a falta de poder proclamar su «independensia», reclamarán su derecho a decidir en qué huso horario quieren seguir soñando para su «republiqueta». Y Pedro Sánchez , siempre tan dispuesto a decir sí a todo lo que le exijan los dirigentes catalanes, se lo aceptará por entender, y así lo justificará que, al estar ellos más hacia el oriente, su horario no puede ser el mismo que el de un extremeño. Ni siquiera que el de un madrileño.
Tampoco los vascos se quedarán atrás cuando vean que los catalanes reclaman horario propio. Otro lío que los herederos etarras y demás cómplices aprovecharán para reclamar su derecho a decidir su hora…. de comer, que eso es lo que en verdad más les interesa. Para ellos es fundamental responder a la pregunta, siempre inquietante, que desde los mas remotos tiempos se plantea el hombre sobre la tierra, y que los vascos y las vascas concretan en “¿quiénes somos, de dónde venimos y a dónde vamos a cenar?”
El problema gordo se nos planteará a los valencianos. Los dirigentes de Compromis , haciendo gala de su conocido a la par que peculiar sentido de independencia de criterio, dirán que lo mejor que podemos hacer es tener la misma hora que Cataluña, por aquello de la unitat de la llengua. Y que, además, compartimos una historia común y algunas de esas otras zarandajas a las que son tan dados para mostrar su sumisión a los ukases de los zares de aquella Generalitat.
Con todo, la gran ventaja que tiene la España autonómica es que el día tiene 24 horas y aquí hay 17 autonomías. Tenemos bastantes husos horarios para repartírnoslos como buenos compatriotas dispuestos a fomentar cuanto cada cual tenga de singularidad propia. Así, cada autonomía podrá disponer de su propia hora y hasta Ceuta y Melilla podrán elegir el que más les guste.
Será tan morrocotudo el lío que los separatistas armarán a cuenta de su derecho a decidir su hora, que todos los trastornos y desarreglos que algunas gentes sufren estos días por culpa del cambio horario les parecerán molestias de lo más asumibles y pasajeras. Nos espera otro lío interregional porque cualquier asunto es pretexto para que estos liantes lo aprovechen para armarlo en este país que llamábamos España .