José Luis Torró - Al punto
El catalán que no hablaba Messi
«Laporta se hartado de que no le hiciera caso a las sucesivas peticiones para que el pibe se hiciese el ánimo de aprender catalán»
El responsable -díganle culpable los culés entre otras lindezas referidas a su árbol genealógico- de que Messi ya no sea jugador del FC Barcelona es el presidente del que dice ser 'més que un club', Joan Laporta . Y el argentino ya no es jugador blaugrana porque la Liga de Tebas haya dicho blanco o negro, ni tampoco por la cosa esa del fair play financiero, ni porque el Barça esté tan arruinado como lo estuvo en los tiempos de Franco, cuando el caudillo acudió a su rescate y lo salvo de la quiebra, razón de peso para que el club se lo agradeciese con la concesión no de una medalla de oro sino de dos.
No, Messi ya no es jugador porque Laporta se ha hartado de que no le hiciera caso a las sucesivas indicaciones, peticiones, reclamaciones, exigencias -que de todo hubo- para que el pibe se hiciese el ánimo de aprender catalán y lo hablase en sus públicas comparecencias. Messi hizo caso omiso a todos esos requerimientos, incluida la inmersión lingüística que tiene obsesionadas a las autoridades de aquella Generalitat y también la nuestra.
Que levante la mano quien le haya escuchado decir a Messi, al menos, bon día. Y Laporta, coherente y fiel a su credo independentista , ha terminado por hacer aquello que reclamaba la vociferante masa de separatistas que, tanto en la calle como instalados en despachos oficiales, hacían por implantar el catalán como lengua única de su pretendida republiqueta. «Si no vol parlar català que s’en vagi a la puta Espanya», era lema y exigencia de las mesnadas indepes contra quienes, llegados de otras partes de Españam tenían dificultades para soltar de carrerilla aquello de «setze jutges mengen fetge d’un penjat…»
Y Messi, con la buchaca que no le cabe ni un euro más, ya está en París, en donde dentro de nada le veremos expresarse en francés . Con acento rosarino, pero en francés. De momento, este idioma ya lo ha lucido estampado en una camiseta con la que buscaba la complicidad de la afición gabacha.
Lionel Messi ha sido y es un excepcional jugador de fútbol. Hasta mi cuñado, que es madridista, le considera el mejor de la historia. O del mundo. Es posible. A mí también me lo ha parecido. Le hemos visto hacer jugadas que nunca antes maravillaron sobre el césped de cualquier estadio, Mestalla incluido, y más aún en el del Nou Camp, ese -me refiero al césped- que la señora del molt ex honorable president Jordi Pujol , Marta Ferrusola , facturaba a precio de cannabis a través de su negocio de floristería.
Hasta el momento ningún colega periodista ha tenido la agudeza visual ni la perspicacia olfativa de descubrir la verdadera razón del despido de Messi, porque despido ha sido, por más que Laporta haya tratado de edulcorarlo a base de insinuaciones y medias verdades. O sea, mentiras enteras .
Para todos aquellos que, incapaces de reparar en las verdaderas causas del despido del hasta ahora jugador del FC Barcelona, pretendan desmentir las afirmaciones contenidas en las líneas precedentes, y del todo procedentes, diré todo que cuanto afirmo es tan cierto como los estudios, investigaciones y descubrimientos que de tanto en tanto hace públicos el llamado Institut Nova Historia.
Un instituto que ha dado admirables muestras de su capacidad por reconvertir en catalanes de cuna -de Cataluña o de los llamados països catalans- a numerosas personalidades de la literatura, la historia, el arte de todo el mundo. Desde Cervantes hasta santa Teresa de Jesús , pasando por Cristóbal Colón y Miguel Ángel .
Según el mentado y loquinario Institut que, por cierto, goza de toda clase de ayudas, prebendas y subvenciones, Miguel de Cervantes se llamaba en realidad Sirvent, nacido en Xixona, y escribió El Quijote en catalán, pero la perfidia de los españoles no solo le robó su verdadera personalidad, sino que su inmortal obra, monumento de la mejor literatura universal, fue traducida al castellano al tiempo que se hacía desaparecer el original en catalán.
Si tan descacharrantes afirmaciones pueden parecer producto de excesiva ingesta de ratafía, no parece que la digestiva bebida sea la causante de inclusión de los autores valencianos de nuestro siglo de oro como catalanes, lo mismo que Sorolla , nuestras bandas de música, las fallas y la paella. Los valencianos sí que podemos decir y con razón sobrada que Catalunya ens roba. Lo último, y no van a parar mientras nos les paremos pies y manos, la isla de Tabarca .