Cristina Seguí - EL CSEGUÍ

Los «ismos» de Carmen Montón

«Otra política apesebrada que nunca vivió de otra cosa que de las políticas socialistas»

Carmen Montón saluda a Pedro Sánchez en presencia de Cristina Seguí ROBER SOLSONA

Cuando los procederes y asuntos políticos asoman al servir la paella con caracoles del asueto dominical, la conversación animada suele soliviantarse. En ocasiones, incluso adquiere cierto cariz escatológico que termina por imponerse sobre la mesa junto a la copa de “Mala vida” y la bandeja de pan . Vivimos tiempos tormentosos y asamblearios y, por ello, el pasado domingo nosotros también sometimos la más apasionada de nuestras trifulcas a votación para decidir si, entre el sexador de pollos y el inspector de estiércol, el político dispuesto a mercantilizar su cargo ante el terror de perder su escaño y fenecer por ello fuera del subsidio público, puede ganar la disputada pugna entre esas profesiones ciertamente delirantes y nauseabundas.

No sólo hubo quorum, sino que la política que ocupó aquel bullicio gastronómico ganó con rotunda unanimidad . La mención de honor fue para Carmen Montón , actual Consejera de Sanidad valenciana del PSOE y ministeriable en el Gobierno en la sombra diseñado por Ferraz y que tanto suena a milonga de comic de Twin Peaks dentro y fuera de la mente de Pedro Sánchez, y quien, con su última gesta como responsable de sanidad, se convierte en un ejemplo evidente de insalubridad en el ejercicio público. Vaya paradoja.

Desde ahora, y por el artículo número uno del manual de la imposición política, los estudiantes de Ciencias de la Salud sólo podrán completar sus estudios en centros privados de la Comunidad Valenciana, resultando con ello evidente qu e la lupa ideológica sobre la formación de futuros médicos y el freno a su preparación supone un peligro para la salud de los pacientes. Como también lo es la señora Montón, una lobista de la lucha de clases. Una funcionaria de la salud contagiada por todos los ismos letales para el progreso, la competencia y la libertad. Ismos que, desgraciadamente gestionará hasta convertir en pandemias varias. Otra política apesebrada que nunca vivió de otra cosa que de las políticas socialistas desde que la actual dirigente del PSPV peinaba dos coletas, iba con papá a los mítines de Lerma y forraba sus carpetas con las hojas de la SuperPop.

Contagiada también por el virus del enchufismo y el clientelismo. Si fuera cauta y ponderada, Carmen Montón habría esperado a la vista oral prevista para marzo del 2017 y que podría conllevarle una imputación por prevaricación al nombrar a la búlgara a la ex senadora del PSC, Mónica Almiñana , nueva gerente de la Fe, el mayor hospital público valenciano en detrimento de la doctora en psiquiatría Mayte Lázaro, que también se postulaba para el puesto. Una amiga personal y política de partido de la Consejera valenciana, que viajó desde Cataluña para ocupar un cargo que ya estaba asignado de antemano y para el cual nunca hubo anuncio en plaza pública, como suele ocurrir en los casos en los que los políticos utilizan lo público para consolidar el capitalismo de amiguetes. Y oigan, también de “maridetes” , porque esta femme fatale de la cosa pública también propuso a Alberto Hernández Campa, consorte y miembro de la dirección del PSOE, para presidir EGEVASA, empresa mixta de aguas para arrimarse entre ambos más de 120.000€ de bienestar social al año a su cuenta bancaria. Otro ejemplo más en el que la clase política pretende controlar todos los ámbitos de la Administración facilitando así la corrupción y decidiendo sobre quién recibe qué en forma un incentivo para saquearnos y no para innovar o crear valor. En definitiva, para Montón un político puede usar un hospital público como puerta giratoria y una empresa pública para enchufar a su marido, pero un estudiante que paga sus impuestos no puede completar su formación entre las paredes de un centro que financia él mismo sin posibilidad alguna de elección.

El clasismo también es un virus social auspiciado por Montón , que, atribuyendo estupidez a su votante, propaga el falso mito de que la educación y la sanidad privada son más caras que la pública. La ministeriable de la desigualdad habla de igualdad tan sólo sobre la tinta de su propaganda, ya que, en la práctica, unos ciudadanos son más iguales que otros en función de quienes sean sus padres o del capital que dispongan. Confisca alevosamente las oportunidades y los medios a aquellos que en teoría más tienen para repartirlo al resto sin pararse a pensar si fue fruto de su esfuerzo y de un trabajo honesto. Por otro lado, cada alumno que ocupe plaza en una universidad privada ofrece una vacante en la universidad pública, reduciendo así el gasto. Pero al parecer las únicas fórmulas matemáticas válidas en las cuentas de resultados de la señora Montón son las de las divisiones y la fragmentación social. Las de los buenos y malos. Los ricos y los pobres. Lo público y lo privado. El delirio obsesivo-compulsivo de Montón y la izquierda es el de implantar el monopolio del único modelo sanitario y educativo que puede ser manipulado y ostentado por la jerarquía política en lugar de por el de la profesional, y con él y tras la refriega ideológica, convertirnos en peones maleables para perpetuar su negociado.

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación