Entrevista
Isabel Bonig: «No soy partidaria del pacto con Ciudadanos en Valencia, sí de una estrategia común»
La presidenta del PPCV marca como objetivo ocupar todo el espacio de centro-derecha y afirma que Vox no les debe marcar la agenda
La portavoz popular reflexiona sobre las investigaciones judiciales y admite que habría que plantearse dejar de pedir dimisiones por las imputaciones
Isabel Bonig afronta la segunda legislatura del PP en la oposición tras una recuperación moderada de apoyos en las últimas elecciones y una ajustada mayoría entre el bloque de la derecha y la izquierda en las Cortes Valencianas. La rapidez de los acontecimientos propia de estos tiempos sitúa ahora la actualidad en los pactos entre su partido y Ciudadanos y, a nivel autonómico, en las polémicas que salpican al presidente de la Generalitat, Ximo Puig, por denuncias de los populares.
La segunda legislatura ha comenzado a andar con varias sensaciones en comparación con la primera: el pegamento que une a Ximo Puig y Mónica Oltra no parece tan indisoluble, la gestión no brilla tanto en propuestas estrella, los enfrentamientos en las consellerias se perciben más... ¿Qué cree que les puede afectar más? ¿Está aprovechando toda esta coyuntura el PP para construir una alternativa sólida o percibe carencias?
En la primera legislatura tuvieron patente de corso. No habían gobernado, eran una fórmula política novedosa como gobierno de coalición y veníamos de 20 años del PP. Pero creo que ahora se les ha acabado el poco crédito que tenían. Es una legislatura acabada y durará lo que le interese al señor Puig como vimos cuando adelantó elecciones. Respecto al PP, siempre hay carencias y siempre habrá alguien que considere que la oposición no se está haciendo bien. Pero yo pregunto: ¿Los gobiernos se ganan o los pierde quien gobierna? Yo estoy convencida de que es lo segundo. Y, desde luego, de lo que estoy orgullosa es de que en la Comunidad Valenciana el PP es la única oposición. En cuanto a seriedad, a responsabilidad, a propuestas, a competencia para gobernar, etc. Nos estamos recorriendo todos los territorios peleando en materia educativa, estamos destapando la presunta corrupción y las contradicciones del tripartito y somos los que estamos defendiendo los intereses de los valencianos en cuestiones como la financiación autonómica.
¿Serán los ejes que mantengan a lo largo de los próximos años?
Desde luego son los más imporantes ahora mismo. En el de financiación y recursos como el IVA que corresponden a los valencianos nos dicen que toda la culpa es de Montoro. ¿Qué pasa, que si yo soy presidenta de la Generalitat no pagaría la deuda de Puig y Oltra? Esto no es serio. Otro ámbito clave será el educativo, donde seguiremos defendiendo la libertad, y otro la economía y la agricultura, que creo que va a explotar.
¿Confía en que la investigación de las subvenciones al hermano de Puig y sus socios acabe en algo? ¿Qué ocurre si finalmente quedara en nada?
El PP ha hecho una cosa que Compromís creó como nueva forma de hacer política y ahora le produce un efecto un boomerang. Lo dijo Pere Fuset el otro día, admitiendo que habíamos creado un monstruo. Fueron ellos con la judicialización de la política. La diferencia es que nosotros respetamos la independencia de la justicia y la presunción de inocencia en el fondo y en la forma. Yo, que he vivido muchos casos en el PP, creo que no tiene nada que ver. Si en el tema de la señora Oltra llega a ser mi exmarido, yo estaría en mi casa y ejecutada políticamente hablando. Espero que dejen actuar y no enreden.
¿En algún momento cree que cambiarán todos de estrategia y dejarán de hacer lo mismo? El propio Fuset reconocía que el listón se había puesto demasiado alto.
Por nuestra parte no es sólo una estrategia, sino que tenemos la labor de fiscalizar y de llevar a los tribunales las cosas que tengan una apariencia de irregularidad. Nosotros no hemos venido a la política a amargarle la vida a nadie como sí hicieron otros. E incluso hemos parado denuncias sin fundamento. Algunas cosas que hemos presentado se han archivado y otras no. Pero creo que por la buena salud de nuestro sistema democrático se debería hacer una reflexión. Esta descalificación permanente hace que sea imposible atraer talento a la política, cuando es lo que necesitamos. Al final, entre todos, especialmente algunos, estamos envenenando el pozo en el que bebemos, que es el de la relación de confianza con los ciudadanos. Eso no significa mirar hacia otro lado cuando haya casos de corrupción o dejar de aplicar medidas. Pero no se puede actuar sólo con la finalidad de usarlo políticamente ni de destruir personalmente a nadie.
¿Y cómo se consigue eso?
Estableciendo unas pautas. Si hasta hace unos años una persona no debía apartarse hasta que no hubiera sentencia condenatoria, salvo casos flagrantes, ahora habría que tener más cuidado con las líneas rojas. El PP ha estado sometido a una fortísima presión mediática que no veo en casos de corrupción tan graves o más que los nuestros, por ejemplo los ERE. Ni en investigaciones como la de los hermanos de Puig o la de Fuset.
También son importantes los discursos. ¿Es posible que llegue el momento en el que dejen de pedirse mútuamente las dimisiones en el caso de una imputación?
Pues hay que plantearlo. Javier Moliner decía: «todo lo que no le puedas explicar a tu madre debería ser causa de dimisión». Es decir, si a ti te descubren una cuenta en Suiza con un dinero y no puedes justificar de dónde viene te tienes que marchar. Pero otra cosa son las cuestiones administrativas. Toda esa actividad se ha judicializado por vía penal y de ahí es de donde ha venido la criminalización de la política. Por eso es importante fortalecer las instituciones y los contrapoderes. Dejemos actuar a los tribunales. Entre todos tenemos que poner un poco de sentido común.
Uno de los problemas es que a la vez que realiza esta reflexión, siguen de actualidad investigaciones judiciales que apuntan a hechos muy graves de épocas del PP, como es el caso de la de Zaplana. ¿Qué piensa cuando lee sobre la supuesta red creada para el cobro de comisiones ilegales y su posterior blanqueamiento?
Siento lo mismo que cuando leo que casi 700 millones de formación a parados se lo han gastado altos cargos socialistas en prostitutas o cocaína. Respeto la presunción de inocencia y la actuación de los tribunales. Precisamente en el caso de Zaplana, cuando todo el mundo pedía su liberación, yo dije que le deseaba lo mejor a nivel personal, pero que respetaba la decisión de la juez. Fui la única. Hasta Puig y Oltra pedían su liberación. Leo estos informes y no me gustan, me preocupan y siento vergüenza si todo eso fue así. Si eso se confirma, que caiga todo el peso de la ley, pero insisto en que hay que respetar la presunción de inocencia. Aun así, lo que no casa es que Puig critique este caso y ni siquiera comparezca en las Cortes para dar explicaciones sobre las ayudas a sus hermanos.
¿Cree que la vinculación de cargos del PP con la etapa de Zaplana puede salpicarles de alguna manera?
No. Zaplana fue presidente de la Generalitat con sus pros y sus contras y tuvo a mucha gente trabajando con él de manera honrada. Nunca meteré en el mismo saco a todos.
Un concejal de su partido declaró recientemente ante el juez del caso Taula que trataron de devolverle los mil euros que donó al partido para la campaña. ¿Le parece razonable?
Sobre las declaraciones y las estrategias procesales nunca hago ninguna valoración. Es un derecho de defensa que les asiste a los investigados en el que pueden hasta mentir. Sí que me gustaría, por una cuestión de humanidad, que esto acabara cuanto antes. En un sentido o en otro, pero llevamos desde enero de 2016. Cuando la justicia se alarga excesivamente, con toda la pena de telediario que este caso ha llevado, se convierte a veces en injusticia.
Quedan, si nada cambia, unos años hasta las próximas elecciones en la Comunidad Valenciana, pero en el debate actual se encuentra el pacto con Ciudadanos. Usted dijo que lo veía complicado porque la situación no era la misma que en Cataluña o en el País Vasco, mientras otros cargos de su partido como Carlos Mazón se mostraron abiertos. ¿Se mantiene en su postura?
Carlos Mazón gobierna con Ciudadanos y es lógico que se pronuncie así. Hablar siempre está bien, pero el tema de pactos creo que hay que llevarlo de forma silenciosa y no con tanta publicidad. Aplicar en cada territorio lo mismo cuando España es diferente y plural resulta complicado. Las realidades sociales y políticas no tienen nada que ver en algunos lugares. Habrá que ver caso por caso. Ahora bien, si vamos divididos el centro-derecha, ya hemos visto que gana la izquierda. En la Comunidad Valenciana por 4.311 votos yo no soy la presidenta de la Generalitat. Me da la sensación de que el partido socialista alimenta mucho esta división porque le interesa. Creo que hay que hablar con tranquilidad y sosiego, pero en la Comunidad Valenciana el partido que mejor ha defendido a los ciudadanos ha sido el PP. Soy más partidaria de que seduzcamos a los votantes de Ciudadanos.
¿Entonces?
No, no soy partidaria del pacto. En principio no.
¿Qué tendría que cambiar?
Es que creo que no es el momento oportuno porque no hay elecciones. Lo que sí podemos hacer es una estrategia común, porque nuestro adversario es el Botánico. Tendríamos un proyecto político mejor, más abierto y más plural si el centro-derecha estuviéramos unidos en ese sentido. Avanzaríamos más por ahí que por el si nos integramos o no nos integramos. Ciudadanos tuvo un buen resultado aquí, pero ahora está desdibujado.
Así que admite que la fragmentación del voto perjudica, pero cree que no se soluciona yendo juntos.
Es que a veces en política dos más dos no son cuatro. A veces se saca peores resultados juntos. Y nosotros tenemos una marca. Estamos en un proceso de reconstrucción y requiere tiempo.
Usted ha reconocido que Ciudadanos es el partido al que más temía por moverse en un electorado similar. ¿Sigue pensándolo? ¿No le asusta Vox?
Como partido de Gobierno responsable de amplias mayorías, creo que el PP tiene que ensanchar su base. Y eso supone seducir a los votantes de centro-derecha, de las áreas metropolitanas, de las clases medias, los autónomos... ese discurso tiene más calado que otro de más hacia la derecha en esta comunidad. De hecho, lo conseguimos en su momento. Había gente de centro-izquierda que podía votar al PP por sus políticas económicas o educativas.
¿Cuál cree entonces que ha de ser la estrategia con Vox?
Nosotros no somos Vox, no nos parecemos a Vox y no nos debe marcar la agenda política. Podemos coincidir en algunas cosas, pero nunca entraré en su demagogia. Es el mismo populismo que el de la izquierda, sobre todo de Podemos. Nosotros hemos estado en el Gobierno y sabemos que las cosas no son blancas o negras. Vox se siente muy cómodo en la polarización y al PSOE le interesa. Vienen a quitarle el espacio político al PP, cuando el adversario es la izquierda. También decían que Podemos se comería al PSOE y no ha sido así.
Lo que ocurre es que Vox ahora está en ascenso.
Todo lo que sube baja. Mantenerse y entrar a gobernar es lo complicado. Sabe que soy una persona ideológica y vehemente en mis planteamientos, pero hay muchos de Vox en los que no puedo estar de acuerdo: las autonomías, los inmigrantes, la violencia contra las mujeres... La gente que les vota, que me merecen todo el respeto, tampoco creo que piense como ellos en todo.
¿Considera que les ata de manos a la hora de demostrar todo eso?
A mí no. Cuando hemos tenido que llegar a pactos con el PSPV lo hemos hecho. Hemos renovado el Síndic de Greuges, el de Comptes, le salvamos en els bous al carrer y en la ley de Policías Locales. Somos responsables. A mí el cuerpo me pide decirles que se apañen, pero hay ciudadanos a los que todo esto afecta y hemos sido leales. En la televisión ya les dije que no apoyaría al presidente y será que no. Le he ofrecido pactos a Puig en materia educativa, en inversiones, le hemos dado apoyo en la ampliación del Puerto y en Intu Mediterrani.
El pin parental ya lo han rechazado en las Cortes. ¿Tendrá algún tipo de complejo a la hora de no votar a favor de iniciativas de Vox que no comparta?
Ninguno. Firmé una declaración institucional diciéndole al Gobierno central de mi partido que no me gustaban los Presupuestos de 2018.
Han dejado claro que no apoyarán al nuevo presidente de À Punt. Ahora se inicia un proceso de reforma de la ley. ¿Se muestran dispuestos a llegar a acuerdos?
Nosotros vamos a esa subcomisión con la mejor voluntad para que haya una ley asumible. La actual no lo es. Es un modelo antiguo y politizado. Reformarla ahora supone el reconocimiento de que ha sido un fracaso, de que el Botánico se equivocó y engañó.
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