Valencia
Un grupo de presas busca una segunda vida tejiendo bolsos con plástico reciclado
El Arzobispado organiza un taller de ganchillo para mujeres en tercer grado que quieren reinsertarse en la sociedad
El Arzobispado de Valencia desarrolla un taller de ganchillo en el que nueve mujeres en régimen de semilibertad aprenden a tejer bolsos con plástico reutilizado de forma que dan una segunda vida al plástico y trabajan para tener ellas una segunda oportunidad.
A raíz del vídeo promovido por la Pastoral Penitenciaria, titulado «Ellas», con el testimonio de mujeres en tercer grado que viven en un piso gestionado por el Arzobispado en Valencia «surgió la idea de este taller, implicando a estas mujeres que luchan por su reinserción, para potenciarlas y poner en valor la labor que realizan», explica Víctor Aguado, responsable de la Pastoral Penitenciaria.
Ese vídeo «es fruto del trabajo voluntario y desinteresado de un grupo de jóvenes que, tras conocer la realidad de estas mujeres y su lucha por reintegrarse en la sociedad, decidieron realizarlo para intentar cambiar la situación de marginalidad que sufren los internos penitenciarios», apunta Aguado.
Una de las promotoras del vídeo, Yasmina Benabdelkrim, «nos propuso dar un paso más e involucrar a las mujeres que viven en el piso en este nuevo taller de ganchillo que se ha desarrollado desde septiembre, con el apoyo del Arzobispado a través de la Pastoral Penitenciaria, que, de esta forma, continua su labor de acompañamiento a los internos, tanto dentro de prisión como fuera», destaca Aguado.
Mucha complicidad entre ellas
Todos los viernes, las nueve alumnas del taller, que finalizará la próxima semana, se reúnen en la terraza del piso «Antonia María de la Misericordia», en Valencia, y durante cuatro horas tejen, además de los bolsos, un vínculo y complicidad entre ellas .
«Creo que es algo innato en los grupos de mujeres que tejen juntas, hablan de la familia y amigos , la pareja, el cuidado de los niños, feminismo, la actualidad...», comenta Noelia Coll, artesana valenciana y responsable del taller, junto con Yasmina Benabdelkrim y Paula Camarasa, encargadas de la dirección artística y del diseño de los bolsos, respectivamente.
De hecho, Noelia Coll, que se ocupa de la formación y el patronaje, les enseña a tejer «pero cuando hablan entre ellas soy una mera observadora, ellas generan las conversaciones y es muy enriquecedor por ambas partes », señala.
Estos tres meses de taller «los hemos planteado como un comienzo del proyecto, para ver la respuesta de las alumnas, y a ellas les ha gustado mucho, están muy contentas, y nosotras también estamos muy satisfechas, por eso es deseo de todos continuar para que se incorporen nuevas alumnas o perfeccionen la técnica las anteriores».
Un bolso grande, cien bolsas menos en el mar
El taller, además de ser un medio para la reinserción, desarrolla el proyecto denominado «Bags made out of bags», es decir, bolsos hechos de bolsas. Consiste en confeccionar a mano bolsos de diseño con hilos de plástico reciclados , «una idea que surgió de una exposición para concienciar sobre la inmensa cantidad de plástico que usamos y desechamos y que acaba en el mar, y de un bolso que hizo con bolsas de plástico la tía de Paula, llamada Carmen, hace ya 20 años», detalla Coll.
Así, tras la realización del vídeo «Ellas», y para dar continuidad a la labor de sensibilización por parte del Arzobispado sobre la realidad del mundo penitenciario, se puso en marcha en septiembre el taller, con ese doble objetivo de segunda oportunidad y medioambiental, que incluye 48 horas de formación.
Los primeros frutos pueden verse en Instagram ( @bagsmadeoutofbags ) y la idea es crear una página web más adelante. Cada bolso «se venderá con una etiqueta que indique las bolsas que se han usado para hacerlo y las horas empleadas, y quién es la autora, para dar valor al trabajo de estas mujeres , que además recibirán un porcentaje de la venta», precisa Coll.
El beneficio de la reinserción «es evidente, pues las mujeres en tercer grado reciben herramientas individuales para sentirse capaces de introducirse en el sector laboral ya que aprenden la técnica del ganchillo o croché y habilidades perdidas , como utilizar las manos, además de aprender a leer patrones, dar volumen y contar puntos», subraya.
A este beneficio se suma otro igualmente fundamental: el medioambiental. A partir de una bolsa hacen hilo continuo y con él, los ovillos que transforman en un bolso, y cuentan con siete modelos distintos. De hecho, para hacer un bolso pequeño emplean unas 30 bolsas de plástico de supermercado y seis horas de trabajo, mientras que para uno grande, entre 80 y 100 bolsas y alrededor de 10 horas.