Vicente Ordaz - El Faro
Gracias por la clase de sexualidad
«Escenas explícitas de felaciones o sexo anal forman parte a esta hora del paisaje marítimo del puerto»
El arte de Antonio Miró que, por supuesto no discutiré, l levaba diez ocho años en un almacén criando polvo . Arte, si, ¿De referencia? Pues como que no mucho. Alguien con nombre y apellido decidió que como previa a su exposición (que pagamos todos les recuerdo) estaría bien una primera muestra en mitad de la Marina Real. Y ahí que se fueron. Escenas explícitas de felaciones o sexo anal forman parte a esta hora del paisaje marítimo del puerto, algo que no se verá en ninguna capital de referencia europea.
No busquen algo parecido en lo s Campos Elíseo s, ni en Picadilly Circus, tampoco frente a la Puerta de Brandenburgo, ni en las inmediaciones del Coliseo, Hemos vuelto a hacer historia. La primera respuesta del autor ha sido genial, la obra “ son esculturas que recrean el arte de hace más de 2.500 años" y que, como en aquella época, incluyen escenas de contenido sexual y erótico”. Sólo un matiz, en 2.500 años el mundo creo que ha cambiado “un poco”, la sociedad “algo” y la civilización que les voy a contar. Si vamos a comparar el Puerto de Valencia con la Grecia clásica para justificar que la vía pública se ocupa con escenas de contenido sexual vamos bien. El comisario de la exposición la calificó como clase de educación sexual . Y yo me pregunto, ¿Quién es este fenómeno para decidir cuando, donde y a quién hay que impartir una clase de educación sexual en plena calle?
La televisión cuenta con espacios protegidos, la ley regula que tipo de publicidad se puede exponer o no, mientras que el espacio público en Valencia se puede utilizar para pintar murales que defienden a los agresores de Alsasua o para dar clases de sexualidad gratuitas a los más pequeños. Genial. Gracias alcalde .
Y para concluir, resulta que con algo tan “normal” tan “artístico” y tan “educativo” nadie de las Administraciones implicadas ha salido a dar la cara ¿Curioso? Si ¿Triste? También