Fernando Llopis - El último liberal
El genio y la presentadora de TV
«La lengua es una herramienta fantástica de comunicación y no tiene mucho sentido despreciar a una que la utilizan muchos millones de personas como el castellano»
En un país muy muy lejano…
La más popular de las presentadoras de los programas de una televisión autonómica, caracterizada por su compromiso con el independentismo, caminaba descuidadamente por una de las fantásticas playas que tiene el Mediterráneo español. Mientras pensaba en cómo tratar de ridiculizar a alguno de los invitados a su programa que no comulgaban con la causa independentista, vio algo que sobresalía de entre la arena y brillaba enormemente. Cuando desenterró el objeto brillante pudo comprobar que era una antigua lampara de aceite, casi instintivamente recordó los cuentos que le contaron cuando era pequeña y se puso a frotar aquella lámpara. Por arte de magia apareció un genio que le dijo “Hola, soy el genio de la lámpara, llevo varios siglos encerrado y como agradecimiento a que me hayas liberado te voy a conceder tres deseos, pero te advierto de que no pueden ser nada de dinero”.
La presentadora rápidamente le dijo “M’agradaría que...” No pudo acabar la frase, el genio levantó la mano y le avisó “Deberás perdonarme. En mi época no se había iniciado el modelo de inmersión lingüística que se impuso en Cataluña y solamente entiendo el español”.
“¿Querrás decir castellano, genio? Replicó la presentadora, pero al ver la cara de cierto mosqueo que ponía el genio, pensó que dadas las ventajas que podría suponer para el independentismo, era mejor no perder los tres deseos y a pesar de ello le costó un poco empezar a hablar en castellano con él.
“Mira genio, quiero olvidar el castellano y solo poder hablar en catalán . A veces, cuando un entrevistado no me entiende, tengo la tentación de cambiar mi lengua madre y preguntarle en su idioma. No quiero tener más esas tentaciones, pero quiero que no sea para todos, si estoy frente a un terrorista de ETA, solo en ese caso, quiero poder utilizar el castellano”.
-El genio se sorprendió ante tal petición, pero dijo “si así lo quieres, así se hará” y cuando iba a levantar la mano para concederle el deseo la presentadora le dijo “Para genio, quiero que ese deseo tenga lugar una vez te haya comunicado los otros dos, no sea que no me puedas entender”.
El genio -por un segundo- pensó:” vamos, que mucho catalán, pero cuando les interesa…”
La presentadora continuó “Me encantan las montañas rusas, me encantaría tener en esta playa la montaña más grande del mundo y poder subirme en una vagoneta y lanzarme por la montaña rusa hasta que te diga basta. Y por último quiero pedirte el deseo más importante, quiero que triunfe la Independencia de Cataluña y se declare la República Catalana ”.
El genio, algo sorprendido por las tres peticiones, lanzó la mano al aire y dijo “Concedido”.
La presentadora apenas pudo murmurar un “gracias” y se vio montada en una vagoneta sobre una espectacular montaña rusa. Estaba disfrutando de lo lindo, ya que el genio había construido la montaña rusa más maravillosa que había podido imaginar. Tras una hora de diversión la presentadora pensó que era el momento de que se cumpliera el tercer deseo y que por fin la estelada ondeara en el Palacio de la Generalitat. Así que gritó “prou, prou”, pero extrañada vio como el genio la miraba pareciendo no entenderla. La presentadora siguió gritando “prou, prou” y enseguida se dio cuenta del error en el orden de sus peticiones. Quizás si este deseo hubiese sido el primero hubiese podido comunicarse con el genio para que este pudiese entenderla.
La moraleja es que la lengua es una herramienta fantástica de comunicación, y que no tiene mucho sentido despreciar a una que la utilizan muchos millones de personas con muchas cosas interesantes que contar. Esto tiene mucha más importancia si te dedicas a entrevistar personas, pero, como se dice, cada uno elige su camino, camino que espero que los periodistas de nuestra televisión pública autonómica no se decidan a imitar.