Ferran Garrido - Una pica en Flandes

Vamos a contar mentiras

«No he visto nunca nada más fascista, totalitario e irrespetuoso que el imperialismo supremacista que se apropia de lo ajeno en beneficio propio, despreciando los derechos de los demás»

A veces tengo la tentación de tomarme la vida a cachondeo. A veces creo que es lo mejor incluso, a veces, me la tomo a broma más allá de la tentación para dejarme llevar en brazos por los vientos del absurdo. A veces, incluso, me tomo en serio las gilipolleces que nos trae la realidad para sorprendernos ante la capacidad de algunos para diseñar una realidad onírica y falsa al ritmo de aquella canción escolar del «ahora que vamos despacio, vamos a contar mentiras». Pero, de verdad, esas veces son las menos porque no vale la pena. Supongo que debe ser una cuestión de actitud ante la vida… y de carácter.

Entre la broma y el cabreo llevo un par de días sorteando las noticias que nos llegan desde el norte. Miren que le tengo miedo al viento de poniente, pero últimamente los vientos del norte me ponen dolor de huesos, he dicho huesos, y creo que debe ser cosa del reuma o de alguna inflamación provocada por el virus del absurdo y la estupidez .

Podría lanzarme al exabrupto, justificado tal vez, pero prefiero mantener las formas, por aquello de la buena educación. No confundir se educado con ser tonto y no equivocar ambas cosas con hacer uso de un ejercicio de buen humor, aunque me cueste.

Vaya por delante que, por lo general y más allá de los simples formalismos, para mí son importantes, y mucho, nuestras señas de identidad como pueblo . No he sido yo nunca de hablar del hecho diferencial, y tal y tal, pero llevo dentro la creencia de que nuestra identidad como pueblo es importante. Parto, por formación y convencimiento, del concepto que enunciaba Ortega de unidad dentro de la diversidad, una pluralidad que constituye el fundamento de cualquier nación moderna y creo en ese fondo común europeo previo enunciado por el filósofo y que me ha llevado a ser un europeísta convencido con raíces de internacionalista y con el convencimiento del respeto y el entendimiento entre los pueblos.

Dicho esto, no para de sorprenderme, ya les digo que no me voy a dejar llevar por el cabreo, que nos enteremos esta semana (bueno, en realidad creo que algo ya sabíamos) que desde una de las instituciones más emblemáticas de Cataluña, el Ayuntamiento de Barcelona, intentan apropiarse de nuestra historia como pueblo, manipulando desde sus medios de internet y algunas de sus páginas web , la verdad entorno a cuatro pilares de la historia del pueblo valenciano que, además, son Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad y han sido declarados así por la UNESCO. Las Fallas, El Tribunal de las Aguas, El Misteri d’Elx y la Muixaranga d’Algemesí son, según el Museo Etnológico de Barcelona «elementos reconocidos de la cultura y la historia de los países catalanes». ¡¡¡Toma ya!!! Son ganas de tocar las pelotas y de que nos duelan los huesos, ¿verdad? (De nuevo he dicho huesos).

No es que me extrañe. Para nada. Si son capaces de inventarse una historia falsa, una realidad inexistente , una corona ficticia y una república independiente basada en todas esas mentiras… pues nada, vamos a contar mentiras, ¿no les parece? En fin…

Imagen del cartel de la exposición del museo dependiente del Ayuntamiento de Barcelona ABC

Siguiendo con mi convencimiento en la obra de Ortega, la descentralización del poder promueve varias virtudes en los ciudadanos y, eso sí, ha de fundamentarse en los valores de solidaridad, tolerancia y respeto entre los pueblos. Respeto. Respeto. Respeto.

No he visto nunca nada más fascista, totalitario e irrespetuoso que el imperialismo supremacista que se apropia de lo ajeno en beneficio propio, despreciando los derechos de los demás. No es la primera vez que me dejo llevar por la creencia en los micro imperialismos que nos llegan desde el norte. Una más.

Es por todo eso que estoy muy de acuerdo con lo que decía este martes el President de la Generalitat, Ximo Puig. Y no es la primera vez que pide respeto a los vecinos del norte. Una vez más estoy de acuerdo con él.

Este tipo de cosas, una vez que una institución como el Ayuntamiento de Barcelona ha incurrido en ellas, han de resolverse en primer lugar por la vía institucional. Eso sí, si no resuelven por ese camino, en defensa de la verdad y del derecho a la identidad de un pueblo, tal vez hay que dar un paso más y reclamar ante las instancias competentes , por mucho que nos guste huir de la judicialización de las relaciones sociales, humanas y políticas.

Aunque les digo una cosa, volviendo al inicio de este artículo, también entiendo el tono humorístico con el que se lo ha tomado mi amigo Manolo Mata . Tal vez, como yo, ha decidido que no hay mejor desprecio que no hacer aprecio . Tal vez.

De todos modos, ese tipo de faltas a la verdad, vistas en una exposición y leídas en los medios del Museu Etnològic i de les Cultures del Mon de Barcelona, me hacen torcer el gesto por manipuladoras y falsas, pero sobre todo por innecesarias . De verdad no hacía falta.

Y se lo digo yo que sigo creyendo en la igualdad de los pueblos dentro de la diversidad, en la internacionalidad y en la supresión de las fronteras dentro del respeto a la identidad propia de cada nación. Seguro que a muchos estas ideas aún les suenan.

Más allá de la chorrada que supone una cosa como esta, no merece otra valoración, me preocupa pensar en la falta de respeto que demuestra.

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