Ferran Garrido - Una pica en Flandes

La vacuna del coronavirus

«Por favor, cuando les llamen para la vacuna, la que sea, no miren el nombre»

Hemos aterrizado en la realidad a golpe de malas noticias. Bueno, en realidad las noticias no son ni malas ni buenas. Son noticias.

Ya, ya sé que dicho así huele mucho a cinismo de profesional de la información. Posiblemente sí, pero siempre intento evitar la valoración apriorística de los hechos para no condicionar mi visión de la jugada.

Vale, les concedo la ventaja de abrir con blancas y acuerdo con ustedes que la pandemia es una mala noticia. Bueno, una no. Cientos, miles de malas noticias. Malísimas . Catastróficas. Tantas malas noticias como los millones de personas contagiadas y los más de cien mil muertos que llevamos en España , que yo ya he perdido la cuenta por mucho que el contador oficial se haya parado en una u otra cifra. En realidad, no se ha parado…

Con tanta mala noticia, si algo he aprendido, es a valorar la realidad de una manera distinta a la de antes. De eso no tengo ninguna duda.

A mi generación nos educaron en medio de unos ciertos códigos que ahora me están siendo de gran utilidad. Esfuerzo, compromiso, responsabilidad, decencia, coherencia, y muchos más que riman con estos tanto en la forma como en el fondo. Y no nos fue nada mal hasta que, poco a poco no fuimos asomando a una realidad paralela, a un mundo irreal que parecía lejano , pero que poco a poco ha ocupado muchos espacios de nuestra vida.

Lo que parecía “cosa de frikis” ahora forma parte de una realidad diaria que nos hace comulgar con ruedas de molino, como si tal cosa, tan ricamente, para dejarnos llevar por opiniones, cuando no decisiones, que están más allá de los límites de la real, pero que nos hacen aterrizar en esa realidad distorsionada en la que vivimos a golpe de malas noticias. O buenas, que tanto da .

A mí me pasa con la polémica en torno a las vacunas . Si antes de la pandemia era sorprendente ver cómo algunos se atrevían a negar la ciencia, ahora, con la Covid, es aún más increíble ver como se permiten el lujo de decir las cosas que dicen. Les podemos llamar negacionistas, antivacunas o gilipollas varios , a gusto y elección de cada cual. En una primera fase, cuando lo de la vacuna era aún algo lejano, se permitieron decir chorradas del tamaño de una catedral. Menos mal que la mayoría no les hacemos mucho caso.

Imagen tomada este martes en el hospital de campaña de Valencia durante la vacunación del coronavirus MIKEL PONCE

Ahora, con la vacuna en marcha, surgen los miedos y las dudas. Y me temo que algunas actuaciones de la muy respetable autoridad competente no ayudan. Sobre el preparado de AstraZeneca leemos y oímos de todo. Y es fácil dejarse llevar. Y peligroso. A las noticias, ciertas unas, pero ojo, a valorar con criterios científicos y no con criterios de andar por tuiter, y bulos otras, se une la ceremonia de la confusión en torno a su administración, cambios de criterios gubernamentales, diferencias entre países de la Unión Europea y cambios de las franjas de edad de los ciudadanos a los que suministrarles la vacuna. Y eso, a la hora de generar confianza, no ayuda.

Ahora se retrasa la de Janssen , por motivos parecidos, pero no debemos dudar que todo forma parte de un proceso que, en circunstancias normales, sería mucho más lento.

Pese a todo, a los frikis y a las dudas, a los desaciertos políticos, incluso a los aciertos de unos y de otros, la única solución es la vacuna. Si les da miedo vacunarse hagan una cosa . Vayan al armario de las medicinas ese que todos tenemos en casa, cojan la primera caja que pillen, abran el prospecto y busquen el epígrafe de contraindicaciones. Y el de efectos secundarios. No les digo más. Y seguro que llevan media vida tomando grajeas paracetamol e ibuprofeno como si fueran caramelos.

Por favor, cuando les llamen para la vacuna , la que sea, no miren el nombre. Pregunten, que la curiosidad es buena y la información necesaria, pero pónganse la vacuna cuando les toque . A mí, a este paso será el año que viene y, les doy mi palabra, que estoy loco por vacunarme.

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