Ferran Garrido - Una pica en Flandes
Toni Cantó o el poder de la palabra
«Los tiempos han cambiado. La moderación es de pringaos y el estertor y la cacofonía se imponen a las buenas formas»
Creo que fue mi tío Bartolomé, que llegó a ser alcalde socialista de Móstoles en plena Transición, el que me enseñó que la democracia no eran más que el diálogo basado en el poder de la palabra . Después de luchar una guerra y de luchar un exilio, apostó por la convivencia y por esa discusión civilizada que reniega del enemigo, en aras del rival, para con el intercambio de pareceres llegar a un punto civilizado de convivencia con la única herramienta del poder de la palabra.
Lo que sé de crónica parlamentaria, les doy mi palabra de que ni es mi especialidad ni es mi género favorito, lo aprendí de Luis Carandell. Escuché con admiración sus crónicas parlamentarias de la transición cuando vivíamos en directo, a través de TVE, aquellos tiempos de cambio, y su etapa como presentador de los Telediarios fue, para mí, un ejemplo de esos que se quedan para siempre en la memoria. Y me dio por leer sus libros. Y aprendí mucho sobre democracia, sobre la vida parlamentaria y sobre la palabra.
Después de aquel «Democracia, pero orgánica», de 1984, que ya solo se encuentra en librerías de viejo, cayeron en mis manos obras como «El show de sus señorías» o «Se abra la sesión» y, con sus crónicas diarias aprendí a valorar a los grandes parlamentarios de aquellos tiempos que nos trajeron la democracia, la libertad y un régimen constitucional que garantiza la convivencia del periodo más largo de nuestra historia sin darnos de palos.
Aprendí el poder de la palabra, y su valor, y por eso respeto tanto al que pensando de forma diferente a la mía se planta ante mí, o se sube a la tribuna para, desde el respeto a la diferencia, intentar convencerme de su razón para que yo ceda en mis razones. Es, sin duda, la regla de oro del sistema. La pura, sencilla y simple regla de oro de la convivencia.
Claro, los tiempos han cambiado. La moderación es de «pringaos» y el estertor y la cacofonía se imponen a las buenas formas. Ser educado es ser un gil y se impone la cultura de la incultura para entronizar la ordinariez como señora indiscutible del lenguaje. Y si es violenta, mejor. Una pena.
La semana pasada recibí amenazas por decir, en aquella columna de ABC titulada «Los idiotas del horror» que acabó por convertirse en viral, lo que muchos pensamos después de los sucesos que siguen incendiando las calles de algunas ciudades españolas. No me achantan . Y veo con agrado como esa opinión es compartida por uno de los parlamentarios más brillantes que nos ofrece hoy en día el parlamentarismo español. La intervención de Toni Cantó el otro día en les Corts Valencianes fue brillante. Podré estar de acuerdo con él en esta ocasión y podré estar en desacuerdo en muchas otras, ni lo duden, pero el otro día hizo un despliegue dialéctico que sin duda le habría encantado poner en una crónica parlamentaria a don Luis Carandell.
Claro, ese vídeo de su discurso se ha convertido en viral hasta conseguir el elogio del académico Arturo Pérez-Reverte , al que con su permiso cito en este momento cuando se refiere al diputado Cantó: «Ustedes pueden ser de derechas, de izquierdas o de donde sean. Pueden estar situados donde quieran o puedan, a favor o en contra. Pero nadie, amigo o enemigo, puede negar que Toni Cantó es un parlamentario formidable».
He preguntado al tripartito por qué defienden un rap de Pablo Hasél y castigan un poema a Irene Montero.
— Toni Cantó (@Tonicanto1) February 25, 2021
Por qué se puede escrachear a Rita Barberá y no a Mónica Oltra
He recordado a Pasolini. Entre los manifestantes y la policía se puso del lado de los trabajadores: la policía pic.twitter.com/ix1eMVlSZc
Y como yo, que no me caso ni con mi madre en materia de política , soy de dar al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios, esta vez me pliego a la calidad de la oratoria del parlamentario Toni Cantó, como alguna otra vez me ha pasado con su señoría Manolo Mata, de la bancada de enfrente.
En fin, que Cantó puso los puntos sobre las íes en torno a la detención del rapero que se permitió amenazar, agredir, golpear, insultar y todo ello antes de ser condenado por apología del terrorismo con perlas como «No me da pena tu tiro en la nuca, pepero» a lo largo de una carrera trufadita de las más vomitivas de las vomitivas frases machistas.
Si quieren, otro día hablamos de las actuaciones policiales y de las reacciones que provocaron en mucho quedabien , y de los límites de la libertad de expresión, pero hoy voy a ejercerla para decir que «no me da pena la entrada en prisión de un delincuente, porque puso en la nuca la bala de un ripio a quien jugó al juego limpio de la democracia decente y un terrorista le pagó con la muerte». (Ordenen ustedes mismos estos versos como quieran).
Por cierto, el nombre de estos artículos míos se lo tomé prestado de una u otra forma a don Luis Carandell y a su libro de memorias «Mis picas en Flandes», algún día tenía que confesarlo en honor a él y al poder de la palabra.