Ferran Garrido - Una pica en Flandes

Pues no, ya no podemos

«A ver si de una puñetera vez sabemos superar, entre todos, las taras mentales que nos llevaron a esta locura de enfrentamiento inagotable entre españoles»

Me van a permitir una anotación previa a mi columna de hoy. No soy anti nada. Antes al contrario, me planteo la vida «a favor de». Y suele ser a favor de causas solidarias, de causas justas, del más débil, de las víctimas, de los desfavorecidos y siempre, siempre, de los perseguidos por razón de pensamiento, credo, raza, sexo o clase social. En fin, que se me puede definir como un tipo con conciencia social y, de paso, con creencias arraigadas, no muchas, pero sí muy firmes.

Dicho esto, voy al grano. No puedo comprender la fobia como comportamiento social . A lo largo de la historia de la humanidad, muchos grupos sociales, minoritarios o no, han sufrido la fobia de otros sectores, poderosos por lo general. Es, ha sido y será lamentable. E insisto, me importa poco la procedencia y el color, el credo, la tendencia, la preferencia, la inclinación… Siempre he creído en eso de «las personas, primero». Pero que el fóbico de turno sea miembro de un partido solidario, comunista, obrerista e internacionalista, no lo entiendo. Me revuelve las tripas.

Sería innecesario tanto preámbulo si fuéramos una sociedad normal. Pero no, no lo somos. El caso es que un candidato que formó parte de las listas de Podemos por un pueblo de Valencia en las elecciones municipales, se ha permitido el desagradable, procaz, ordinario y grosero vicio de decir que fue una pena que durante la Guerra Civil Española no fueran asesinadas muchas más monjas . Así, con un par. Sin pensárselo dos veces y sin pensar, seguramente, que tal vez algún abogado igual hasta le encuentra algún indicio de comisión de algún tipo de delito.

Miren que no me gusta hablar de aquella guerra. Miren que creo que es necesaria aún la reparación de muchas cosas. Miren que creo que alguien debería haber pedido perdón por lo que sucedió antes, durante y después de la guerra, durante las represiones que se produjeron en ambas zonas en combate y durante la posguerra. Conste que hasta ahora no voy a entrar en valoraciones ni en legitimidades. Pero hay un hecho históricamente innegable . Si miles fueron los republicanos, de diferente color político, represaliados, miles fueron los muertos del otro lado. Esto, no se lo digo yo, bueno sí, pero quiero decir que a mí me lo contaba el abuelo Rafael, que había sido suboficial del Ejército de la República.

Pues bien, en este contexto de detesto, me supera por las razones expuestas y por la desmemoria histórica que padecemos en España, un representante del partido que preside Pablo Iglesias dice que le parecen pocos los 7.000 religiosos asesinados durante la represión republicana. Madre de Dios, permítanme esta exclamación tratándose del tema del que se trata.

La comunidad de San José, de Madrid, a la que pertenecían diez de las catorce monjas mártires concepcionistas ABC

A ver, no lo niego. Me ha tocado la moral. En casa, un tío sacerdote, una tía monja y un monje cartujo. Con la monja hablé mucho, con el cartujo no, por razones obvias, porque él era más de guardar silencio, y eso. Pero siempre recuerdo que decía que tenemos dos orejas y una sola boca, porque debemos escuchar más de lo que hablamos . Tome nota de ello el candidato de Unidas podemos en las listas de Meliana, y piense que antes de hablar hay que pensar lo que se dice y que, si se dice una barbaridad de ese calibre y se asegura que además se ha pensado antes de decirla, y se piensa de verdad, la barbaridad es aún peor porque destila la más execrable de las hieles del odio. Y no se puede vivir odiando .

A lo largo de la historia ha habido muchas persecuciones. No me sirve el argumento de que la Iglesia Católica ha sido una de las grandes «perseguidoras». Bueno, sí me sirve, pero no como justificación de la persecución de miles de personas inocentes. Lo hiciera quien lo hiciera fue un genocidio . Como lo fue el de los miles de republicanos represaliados.

De verdad, hágaselo mirar. Haga un ejercicio intelectual, si puede. Cambie la palabra monjas y sustituya el término por judíos, negros, masones, comunistas, gais, bosnios, tutsis, socialistas, republicanos, gitanos, discapacitados… se dará cuenta entonces de lo cruel, chusco e incorrecto de sus palabras gruesas.

Y ¿sabe que me pasa? Pues se lo voy a resumir. Independientemente de mi ideología política, que esa es mía y sólo mis amigos de verdad conocen, y no se la voy a contar aquí, soy católico y empiezo a pensar en declararme en minoría perseguida , porque a estas alturas del cuento estoy hasta las pelotas de la cristianofobia.

Ah, le doy otro consejo. Cuando hable de la Iglesia Católica o de cualquier otra, procure no confundir el continente con el contenido. Gracias a actitudes como la suya, pero de otro color político, aún tenemos a miles de personas enterradas, sin identificar, en las cunetas de este país. A ver si de una puñetera vez sabemos superar, entre todos, las taras mentales que nos llevaron a esta locura de enfrentamiento inagotable entre españoles.

Durante mucho tiempo hemos podido gastar desagradables bromas y hacer chiste de muchas cosas y personas de las que ahora, por respeto a al ser humano, pues no, ya no podemos.

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación