Ferran Garrido - Un pica en Flandes

Jornada de reflexión

«Antes de votar miren a derecha e izquierda y valoren los peligros de su decisión.»

Imagen de los preparativos en el almacén electoral de Castellón ABC

Hay cosas en la vida que puede parecer que no sirven para nada. En algunos casos es cierto, pero en muchos otros no es así. Con el tiempo nos damos cuenta de la utilidad que tienen. Debe ser que maduramos y nos hacemos mayores . Y sensatos… aunque no sé yo…

Una de esas cosas es la jornada de reflexión . Durante años he creído que era la cosa más inútil del mundo, pero ahora me he dado cuenta, a base de repetir la experiencia de la reflexión (que llevamos unas cuantas seguiditas) de su gran utilidad en los tiempos que corren. Hay que parar un poco antes de votar, respirar hondo, tranquilizarse y, tras 24 horas de sosiego, ir a votar.

La jornada de reflexión sirve para muchas cosas y no sirve para otras. Sirve para pensar en los problemas reales del país y en quien nos puede ofrecer soluciones viables, factibles, reales y ajustadas a las posibilidades que tendrá un futuro gobierno, dentro de los márgenes del mundo real.

La jornada de reflexión sirve para pensar en el paro, en la sanidad, en el futuro y presente de las pensiones , en la financiación autonómica, en lo que pagamos de impuestos, en la educación, en la dependencia, en las inversiones en infraestructuras, en los recortes, en el futuro de nuestros hijos, en la calidad del empleo, en el futuro de España, en qué modelo territorial queremos para nuestra nación y en qué se van a gastar nuestro dinero aquellas personas que salgan elegidas. Y, no olvidemos, en cómo y con quién van a pactar para poder formar gobierno.

La jornada electoral ha de servir, en definitiva, para pensar en lo que realmente importa y, no se me despisten, para meditar sobre lo que es más importante, estableciendo un orden de preferencias ante la variadita oferta electoral que tenemos en España.

Para lo que no ha de ser utilizada la jornada de reflexión es para intentar marear , hacer ruido, organizar estruendos y algaradas , en definitiva chantajear a los ciudadanos con la bronca para utilizar esa bronca en beneficio de un espectáculo lamentable. Y ya saben a lo que me estoy refiriendo, al “procés” y sus cosas y a la amenaza de liarla en el día de reflexión para que una vez más hablemos de lo suyo, y no de lo que realmente importa. Aunque lo suyo también hay que solucionarlo, dicho sea de paso y a modo de reflexión.

Imagen de los preparativos en el almacén electoral de Castellón ABC

Mantengo la teoría de que, esto de ir a votar, es como cruzar una avenida llena de coches. Antes de votar miren a derecha e izquierda y valoren los peligros de su decisión. Se juegan la vida. También se han de valorar lo beneficios que puede reportar una elección u otra y, cuando lo tengan claro, crucen la calle.

Pero crucen, por favor. Quiero decir que voten . Con todo mi respeto al derecho a la abstención, creo que no ir a votar sólo beneficia a los que quieren acabar con la democracia, a los totalitarios, a los violentos, a los de la algarada y a los que quieren sacar tajada de esta inestabilidad a la que nos ha llevado la “nueva realidad” de la política española.

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