Ferran Garrido - Una pica en Flandes

El independentismo imperialista de Quim Torra

«El presidente catalán se cree un libertador, al igual que le pasó a Napoleón o a Hitler»

Imagen del presidente de la Generalitat de Cataluña, Quim Torra REUTERS

Nada peor que creerse lo que no se es. Bueno sí, hay una cosa peor. intentar hacérselo creer a los demás.

Señor Quim Torra , vamos a llevarnos bien. Aunque con usted, desde que nos llamó a todos bestias malolientes, sé que eso es imposible. Y no porque lo demás no queramos, que fíjese usted a mi me hace gracia (hasta descojonarme vivo, vamos) si no porque usted, desde su fascismo supremacista, no tiene la más mínima intención de respetarnos a los demás como iguales, con nuestros sentimientos y con nuestros amores y desamores. Con nuestras patrias propias, con nuestra patria común… con nuestras cosas, vamos.

La última de sus ocurrencias es creerse un libertador. Es curioso, porque eso mismo le pasó a Napoleón o a Hitler . Qué cosas. Partiendo de un nacionalismo excluyente, se vinieron arriba y quisieron liberar a Europa de su propio “yugo opresor” de ser estados libres, democráticos e iguales en derechos y libertades. Bueno, en aquella época la cosa era un poco más complicada y no quiero simplificar, pero lo suyo, ahora, en pleno siglo XXI no tiene nombre. En realidad si lo tiene, pero fui a un buen colegio y prefiero no soltar esa lengüita que Dios me dio para no ponerme a su altura, que mire que es difícil.

Ahora resulta, que en su fiebre independentista, no solo quiere crear la “república Barataria catalana” en Cataluña, si no que está decidido a exportar su nacionalismo. ¡Toma ya! Con un par y sin cortarse un pelo. Eso, señor Torra, se llama imperialismo desde que el mundo es mundo. Y es que, por si a estas alturas no están al tanto, el President de la Generalitat Catalana, investido del espíritu ilustrado imperialista de Napoleón, ha pedido extender el derecho de autodeterminación, o sea la reclamación de independencia de España, a la Comunitat Valenciana, al País Vasco, a Balears y a Galicia. Así, sin anestesia y con la complicidad de partiditos de corte independentista, de esos que subsisten de forma minoritaria, o no tanto, en comunidades en la que lo de la independencia nos la trae al fresco porque, a veces si y a veces no tanto, como estamos dentro del Estado Español, estamos bien.

Imagen del presidente de la Generalitat de Cataluña, Quim Torra REUTERS

Miren, esto es sencillo. No me atrevo a tildarlo de locura, aunque me lo imagino ya con un gorrito hecho con papel de periódico y la mano metida en la solapa de la americana, a la hora de suscribir esa cosa que se ha dado en llamar “la declaración de la Lonja del Mar”. Y no es una locura porque forma parte de la estrategia. Una estrategia que, ante el rotundo fracaso de su delirio independentista, busca exportar el conflicto al exterior para así hacer más ruido, generalizar la bronca e internacionalizar la situación. Vamos, puro marketing, pero tocándonos las pelotas una vez más a los valencianos . Que ya está bien.

A partir de este momento todo aquel que quiera que me llame botifler o lo que le dé la gana. Pero por aquí ya no paso. Y además me reafirmo en esta postura apoyándome en mi felicitación a Compromís que, exactamente igual que el PNV, no han suscrito el citado acuerdo y que no han secundado esta deriva demencial del jefe del Govern. Cada cual que saque sus conclusiones pero, al César lo que es del César, he de decir que han hecho bien de no caer en una trampa comandada por un señor al que secundan formaciones minoritarias en esta aventura imperialista.

Porque no se equivoquen. En esto no hablamos de independencia. Hablamos de construir una nación paralela en un nuevo ataque a la Constitución Española y a nuestra democracia. Y, para más inri, en el caso de Baleares y la Comunidad Valenciana, se trata de crear el imperio de los «países catalanes» resucitando un viejo fantasma que ya huele a muerto desde hace muchos años.

Así que, con todos mis respetos, desde Valencia y con total sutileza, señor Torra, métase su exportación de la ensoñación independentista por donde le quepa. Tengamos la fiesta en paz.

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