Ferran Garrido - Una pica en Flandes

Fiesta de la Virgen de los Desamparados: en honor a la verdad

«En esta adusta y solitaria celebración del Día de la Mare de Déu en Valencia no hubo ningún tipo de aglomeración ni se quebrantó ningún tipo de norma de alejamiento»

Última hora del coronavirus y las fases de la desescalada en la Comunidad Valenciana

La misión de los periodistas es informar. El cometido de la prensa libre es informar en libertad . La función del informador es contar lo que ha visto y ha vivido en primera persona a los ciudadanos. Y siempre, siempre, actuar en honor a la verdad.

Porque la verdad, junto a la libertad, es el bien más preciado. Muchos me dirían que es la vida, pero ya saben aquello del revolucionario general mejicano que «prefería morir de pie a vivir de rodillas» . Y los periodistas tenemos una acusada tendencia a permanecer de pie.

Miente quien falta a la verdad . Falta a la verdad quien falsea los hechos en su relato. Pero miente más, y aún falta más a la verdad, quien lo hace a conciencia, a sabiendas de su mentira, que en el peor de los casos está prediseñada antes de que se produzca la noticia.

En este mundo en el que ya importa más el relato que la realidad en sí misma, los periodistas tenemos la obligación de dignificar la profesión. Por decencia. Por ética. En honor a la verdad .

Asisto con estupor a la deformación de lo acontecido con motivo de la celebración de la Virgen de los Desamparados en Valencia . Nunca fue más triste ni más solitaria que en estos días de confinamiento que vivimos en medio del estado de alarma. Celebración de misa y traslado a puerta cerrada en el interior de la Basílica. Sin público. Nadie. Sólo al final, la imagen se asoma durante unos pocos minutos, tres… cuatro a lo sumo, a una de las puertas del templo ante la sorpresa de las poco más de 150 personas que en ese momento estaban en la plaza.

Yo estaba allí. Trabajando para contarlo. Para hacer la crónica en primera persona, y no de oídas. Y para registrar en imágenes un hecho histórico para la ciudad de Valencia , que suspende por primera vez un acto tan especial desde los años de la guerra civil. Histórico también el manto negro de la Virgen en señal de luto por los miles y miles de fallecidos.

Les estoy hablando en primera persona . Por mucho que desde algunas tribunas, algunas personas que no estaban allí digan lo contrario, en esta adusta y solitaria celebración del Día de la Mare de Déu en Valencia no hubo ningún tipo de aglomeración ni se quebrantó ningún tipo de norma de alejamiento. Además, el trabajo de la Policía Local de Valencia y de los miembros de Cruz Roja Española allí presentes fue excepcional. Informaron y pidieron que se respetara las distancias durante esos pocos minutos. Y así se hizo. Y yo lo vi. En primera persona. De hecho, cualquier tarde a horas de paseo, hay muchísima más gente en la plaza.

Después fueron los miembros de la Basílica los que cerraron las puertas. No fue ni la Policía Nacional ni la Policía Local, como se ha dicho . Entre otras cosas, porque no era necesario. Permanecieron cerradas un buen rato y, después, se abrió uno de los accesos al templo para la oración, tal y como al amparo de las normas se viene haciendo desde el día 14 de marzo. No hubo entrada en tropel. No hubo aglomeración. No se quebrantaron las normas. No y rotundamente no.

Que nadie criminalice al pueblo valenciano para justificar si esta ciudad ha entrado o no en una u otra fase de la “desescalada” del confinamiento. Que nadie le pegue una patada al presidente Puig en el culo de los valencianos para justificar con campañitas orquestadas algo que muchos, ni el presidente mismo, se explica. Que nadie falte a la verdad en esto y, si es posible, en nada más. Ya es todo lo bastante chungo como para in mintiéndonos los unos a los otros.

Da la casualidad que he estado presente en los dos hechos que nos ponen a los pies de los caballos. Aquella pretendida aglomeración de los jardines del Turia, un hecho puntual como explicó a todos los ciudadanos el alcalde de Valencia, Joan Ribó , en redes sociales, y esta amarga y solitaria celebración de la Virgen de los Desamparados que algunos están contando de oídas y, con todos los respetos, con un extraño interés en denostar el comportamiento cívico de la ciudad de Valencia. Y se me revuelven las tripas. La personales, como valenciano, y las profesionales, como periodista.

A veces, sólo a veces, me gustaría cerrar los ojos y soñar con un mundo diferente. Pero ya saben que sólo soy un romántico que aún cree en la libertad y en el respeto a la verdad.

[Vídeo: Valencia celebra la fiesta de la Virgen de los Desamparados pese al coronavirus]

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