Fernando Llopis - El último liberal
El virus y la maldición del Y2K
«Imponen el valenciano como requisito en vez de trabajar por tener a los mejores en nuestra Sanidad pública»
Muchos no la conocieron, otros la habrán olvidado y otros muchos la conocen como “la crisis que no fue”. Un compañero me dijo al respecto “lo peor de una crisis gestionada correctamente es que nadie reconocerá el trabajo realizado, ya que no hay efectos negativos que lamentar”.
El Y2K o el problema del año 2000 se originó en un tiempo en el que el espacio que los ordenadores podían utilizar era un bien muy escaso. Por ello, para almacenar las fechas solo se utilizaron dos dígitos por año, y se suponía que los dos primeros corresponderían al 19. Es decir, para almacenar una fecha del año 1975, tan solo guardabas el 75. Es probable que los programadores no pensaran que sus creaciones iban a durar tanto tiempo, pero en muchos casos, los errores se arrastraron y llegaron a los albores del año 2000.
Al llegar el 1 de enero del 2000, millones de ordenadores estaban programados para pensar automáticamente que se encontraban en el año 1900. Se lanzó la voz de alarma y se invirtió muchísimo dinero, algunos indican que incluso más que los daños ocasionados por la propia crisis. Al final, logramos entrar en el año 2000 sin apenas incidencias, de hecho, hubo tan pocas, que algunos calificaron el temor como injustificado. Algo así como cuando se hizo acopio de vacunas y antivirales ante la posible llegada de la gripe A hace unos años.
Frente al coronavirus, nos encontramos en el polo opuesto de la gestión preventiva. Todavía no están claros los motivos que condujeron al Gobierno de Pedro Sánchez a hacer caso omiso de todas las advertencias que estaban llegando de Italia . La gestión de algunos responsables ha quedado en entredicho, como la del director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias, Fernando Simón. En cualquier caso, habrá tiempo de depurar responsabilidades, ahora toca buscar soluciones a contrarreloj, no solo a la pandemia, sino también a los terribles daños que puede provocar en la economía.
Es curioso recordar ahora la conferencia que Bill Gates , cofundador de Microsoft, impartió hace ya algunos años, en la que alertaba premonitoriamente de las amenazas que podía suponer una pandemia como la actual. Proponía algunas soluciones, resumidas en la necesidad de prever que una crisis de este tipo puede llegar y de planificar las acciones a llevar a cabo si ocurre. En la gestión de las crisis hay que considerar como elementos importantes la probabilidad de que puedan ocurrir y el tamaño de los daños que puedan causar. Es llamativo que se hagan simulacros de combate por si desembarcan los rusos en la playa del Postiguet de Alicante, pero no se tenga en cuenta que una amenaza vírica es mucho más probable y que sus daños pueden ser devastadores.
Confío en que una vez superemos esta crisis dejemos de proponer banalidades extraídas de los mundos de yupi a lo Botànic. Como imponer el valenciano como requisito en vez de trabajar por tener a los mejores en nuestra Sanidad pública. Y también, dejar de vilipendiar a la Sanidad privada y centrarse en fijar protocolos de cooperación para ser más eficientes ante estas situaciones.
Por supuesto, podemos estar de acuerdo con la descentralización de los servicios según el modelo autonómico, pero defender las propuestas de los líderes nacionalistas del País Vasco y Cataluña oponiéndose a tomar medidas conjuntas en nuestro país ha sido lamentable. Cierto es que en nuestra historia no hay nadie más desleal que los nacionalistas , y, si no, que se lo pregunten, por ejemplo, a los dirigentes españoles en la II República. Por eso es momento de pensar que nadie es mejor que todos juntos y bajo la batuta de los mejores podremos superar cualquier contingencia. Y que para que la maldición del Y2K no nos alcance, tan solo hay que prever las crisis con el tiempo y los medios suficientes.