Fernando Llopis - El último liberal

La última clase presencial

«Se necesita interacción entre profesor y alumno, entre los propios estudiantes y con actividades en algún caso difícilmente trasladables a entornos a distancia»

Carolina Pascual en la reunión del Consell celebrada este viernes en Valencia EP

Aunque ya habían ocurrido algunos episodios previos que lo habían demostrado, fue en la Primera Guerra Mundial cuando el empeño de unos generales por seguir utilizando las estrategias tradicionales supuso un importante coste de vidas. Lanzar a los soldados hacia el enemigo, cuando habían aparecido nuevas armas, más precisas y con mayor potencia, tal como se hacía cuando estas no existían, demuestra lo que cuesta adaptarse a los cambios. Es el famoso adaptarse o morir que se puede aplicar a casi todos los aspectos de la vida.

Desde el Consell, parece que no han sabido, o no han querido adaptarse a las circunstancias de la nueva realidad a la que nos ha llevado la pandemia del coronavirus . La consellera de Universidades, Carolina Pascual, mantiene el modelo no presencial a estudiantes y docentes, bajo el pretexto de que Cambridge también lo hace, pero sin haber evaluado el resultado de estos últimos meses de formación on-line en la Comunitat Valenciana.

Lo cierto es que la docencia a distancia se ha caracterizado por la reticencia al cambio, pese a los diversos dispositivos electrónicos, y, desde el Gobierno valenciano, no se han aprovechado todas sus posibilidades. Hace décadas, cuando la tecnología más compleja en las aulas era un contenedor de la tiza para no mancharte las manos, llegaron los retroproyectores y, más tarde, los cañones de proyección y el famoso PowerPoint. Surgió entonces el formato de la docencia a distancia y, con su implantación, muchos auguraron el fin del modelo tradicional conocido hasta el momento.

Carolina Pascual (derecha) en la reunión del Consell celebrada este viernes en Valencia EP

Alrededor de todo el mundo, algunas universidades han hecho de esta docencia on-line su modelo, dirigido, sobre todo, a estudiantes con escasa disponibilidad horaria. Sin embargo, en España, y, concretamente en la Comunitat Valenciana, el sistema universitario público ha continuado regido por el modelo presencial casi en su totalidad. Y, aunque todas las universidades han hecho sus pinitos en la docencia a distancia, lo cierto es que la apuesta por ese formato nunca ha sido demasiado firme.

La súbita llegada del Covid, y el consiguiente cierre de centros, ha dejado en evidencia que, más allá del esfuerzo ímprobo de algunos docentes y estudiantes, el sistema universitario no está preparado para la contingencia. Por eso sorprende que, desde el Botànic, hayan dado por acabadas lo que ellos llaman las clases teóricas presenciales. En primer lugar, cabe decir que una clase presencial no es que el docente entre en el aula, suelte el rollo o ponga un PowerPoint y se vaya. Se necesita interacción entre profesor y alumno, entre los propios estudiantes y con actividades en algún caso difícilmente trasladables a entornos a distancia. Y, por eso, tampoco se entienden las prisas por acabar con la docencia presencial cuando el sistema no está preparado.

Quizás cabría explorar otras posibilidades mientras se evalúan las experiencias anteriores y el sistema se adecua. Además, hay que poner en el centro de la cuestión al estudiante, que, para seguir en condiciones óptimas el modelo on-line requiere no solo de conexión wifi, como dijo la consellera, sino también de espacios, la suficiente tranquilidad en los mismos y, por supuesto, la fuerza de voluntad para adaptarte. Tampoco podemos olvidar que se deben articular los necesarios cambios en los estatutos de los docentes y derechos y deberes de los estudiantes para acabar con la incertidumbre. La docencia on-line ha llegado para quedarse, al menos, como complemento fundamental de la presencial. Pero para que sea eficaz, no debe ser considerada como docencia a través de Internet. Ofrece muchas más posibilidades y hay que utilizarlas, porque no solo han cambiado los medios a utilizar, sino que el alumnado no es el mismo y nuestro mundo es mucho más cambiante.

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