Fernando Llopis - El último liberal
À Punt: salvar la audiencia
«Algunos consejeros pretenden acabar con la emisión de la misa, bajo argumentos cogidos con pinzas del libro de estilo de la cadena: la absurda batalla de dogmatismo contra pragmatismo»
Última hora del coronavirus y de la fase 3 de la desescalada en la Comunidad Valenciana
A veces, ficción y realidad se parecen más de lo que podríamos imaginar. En los años 80 , TVE popularizó una serie llamada « Tristeza de amor », que rendía homenaje a la radio, al trabajo y al éxito inesperado. En ella, se narraba cómo un pequeño espacio de apenas cinco minutos dentro de un programa más extenso se convierte, contra todo pronóstico, en un éxito de audiencia y termina siendo parte central del programa.
La televisión y la radio están plagadas de casos reales de proyectos inicialmente previstos para un corto espacio de tiempo, o en los que no se tenían depositadas excesivas confianzas, y que, sorprendentemente, llegan mucho más lejos gracias al respaldo de los espectadores. Algo parecido es lo que ha sucedido con la incorporación de la celebración de la misa católica a la parrilla de À Punt , tras la petición de muchos valencianos para seguir el santo oficio en la distancia, durante el confinamiento .
Entre otras cosas, se valoró que gran parte de los potenciales espectadores eran personas de riesgo y se abandonó, momentáneamente, el sectarismo que ha caracterizado algunas decisiones de ciertos miembros del Consejo Rector. La misa llegó sin hacer ruido a À Punt, pero una buena realización y la química de algunas de las personas que intervenían, como el párroco de Torrent, hicieron el resto.
Mientras en «Tristeza de Amor» se dan cuenta del éxito por las innumerables llamadas que reciben a la emisora, en À Punt fueron las mediciones de audiencia las que dejaron, seguro, helado a más de uno. El espacio religioso no solo ha contado, en todas sus emisiones, con un número de espectadores sensiblemente superior a la media de la cadena, sino que, en muchas ocasiones, ha sido el segundo programa más visto, tan solo superado por los informativos del mediodía. Si a los índices de audiencia, le añadimos que es un programa que ayuda a promover el valenciano , que fideliza a un perfil de audiencia que todavía no se había vinculado al medio y que su coste de producción es muy económico, podemos concluir que su emisión encaja en los términos de rentabilidad y servicio público que deberían tener los programas de la cadena.
A pesar de todo ello, algunos consejeros pretenden dar batalla y acabar con su emisión, bajo argumentos cogidos con pinzas, en base a lo que enumera el libro de estilo de la cadena. Y casi lo consiguen. La absurda batalla de dogmatismo contra pragmatismo está servida. Pero, cuando los índices de audiencia son muy bajos, no parece lo más oportuno retirar de la parrilla programas que funcionan tan bien, sino que lo más adecuado sería trabajar para llenarla de contenidos que generen mayores índices de audiencia. Quizá para algunos consejeros sea complicado, pero, si ni siquiera son capaces de proponer acciones que mejoren las audiencias, al menos que no hagan que estas bajen.