Fernando Llopis - El último liberal

Cayo Marzà Glabro y la vuelta al cole

«Se ha abandonado a cada colegio e instituto a la buena voluntad y trabajo de sus equipos directivos, con escasos protocolos comunes, que dejan más dudas que certezas»

Marzà con el presidente de la Generalitat, Ximo Puig, en un colegio de Valencia en el inicio de este curso EFE

Cayo Claudio Glabro fue el primer militar romano que se enfrentó a Espartaco y sus gladiadores en el monte Vesubio. Glabro, rompiendo los principios de la doctrina militar romana y minusvalorando el riesgo de enfrentarse a curtidos gladiadores, estableció su campamento a pie de la montaña sin ninguna valla de protección. Aquello acabó en una carnicería y Glabro tuvo que escapar protegido por sus centuriones de una muerte segura.

Habitualmente, ser precavido suele ser una virtud. En tiempos tan difíciles como son los de la actual crisis del Covid-19 , y ante una tarea tan compleja e importante como la de organizar adecuadamente la vuelta al colegio , el ser previsor y planificar adecuadamente todos los escenarios posibles es algo imprescindible.

No es una tarea sencilla por la gran incertidumbre que rodea a todos los aspectos relacionados con el coronavirus, pero lo que no es tolerable es la inacción basada simplemente en la idea de que los posibles rebrotes iban a llegar en octubre , y no en agosto.

Puedo entender la desazón del conseller Vicent Marzà que había venido con otros planes a la Conselleria de Educación. Su idea de lograr la mayor inmersión lingüística avanzaba algo más lento de lo previsto, pero con la ayuda de sus inspectores lingüísticos estaba en vías de ser encarrilada a pesar de los reveses judiciales . Su segundo gran objetivo, el de cargarse la educación concertada , también se iba cumpliendo. Hasta que llegó el Covid-19. El virus no entiende de lenguas, de identidad nacional ni de modelo educativo, y desgraciadamente, tampoco parece que se iba a conformar con regresar en octubre.

Marzà con el presidente de la Generalitat, Ximo Puig, en un colegio de Valencia en el inicio de este curso EFE

Durante todo un mes, el de agosto, Marzà y su equipo han estado prácticamente desaparecidos sin haber dejado los deberes hechos antes de las vacaciones. Además, lo poco que habían planificado se ha ido al garete dada la virulencia de los rebrotes. Prácticamente se ha abandonado a cada colegio e instituto a la buena voluntad y trabajo de sus equipos directivos, con escasos protocolos comunes, que en cualquier caso dejaban más dudas que certezas. También parece que desea obligar a los padres a firmar que se comprometan a que sus hijos no tienen fiebre cuando los llevan al colegio. Ignoro si se comprometerá a firmar que los devuelve tan sanos como llegaron. Y lo más llamativo es su último mensaje en el que, como si fuera un general de la legión, dice que «cada uno debe hacer aquello que le compete y no cuestionarlo».

Es fácil no cuestionar cuando se han planificado bien las acciones y escenarios, cuando se ponen a tu disposición los medios suficientes para hacer frente a cualquier contingencia. Pero no es así, se vuelve al colegio como los legionarios romanos de Glabro sin haber construido la imprescindible valla de seguridad. Glabro pasó a la historia como un incompetente debido a su falta de previsión, de hecho es posible que si hubiese sido un jefe competente, Espartaco no hubiese formado parte de los libros de historia o de alguna película memorable como la de Kubrick. El tiempo dirá cuál es el legado de Marzà. Pero yo a día de hoy, confío más en el trabajo de los equipos directivos, profesores y padres que en las órdenes que Marzà no quiere que se cuestionen.

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