Fallas 2017

Valencia celebra su reconocimiento como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad

Las Fallas estrenan la protección de su señas culturales por parte de la Unesco

Imagen de la plantà de la Falla Municipa,l, realizada el sábado pasado al «tombe» ROBER SOLSONA
Alberto Caparrós

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Las Fallas están de estreno. Desde este ejercicio, la fiesta más popular de España goza de reconocimiento y prestigio universal.

Las fiestas de Valencia celebran este año la declaración como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad. El distintivo otorgado por la Unesco el pasado mes de noviembre marca un antes y un después para las Fallas, que disfrutarán de una protección cultural especial y de mayor proyección internacional .

Las celebraciones en honor a San José han dado el paso más importante de su historia -cuyos orígenes se remontan al siglo XVIII- y ya son universales. Se suman así a la Lonja de la Seda y al Tribunal de las Aguas, reconocidos en 1996 y en 2009, respectivamente. Según el fallo emitido durante la asamblea anual de la Unesco, la práctica de esta festividad cultural, transmitida en el seno de las familias, «refuerza la cohesión social y favorece la creatividad colectiva de las comunidades» . Un veredicto que pone en valor los elementos culturales de la fiesta como un tesoro que se debe preservar en el tiempo.

Valencia, de hecho, se convierte durante la semana fallera en un museo al aire libre, con la plantà de 770 monumentos , entre mayores e infantiles, al que las comisiones destinan este año un presupuesto global cercano a los siete millones de euros, que arderán la noche del 19 de marzo. Ahí radica la verdadera esencia de las Fallas, la del esfuerzo de las comisiones para sacar a la calle su testimonio de arte efímero, que se quema irremediablemente para dar paso, en ese mismo instante, a las fiestas del año siguiente.

La génesis de la fiesta

El origen de las Fallas se remonta a la antigua tradición de los carpinteros de la ciudad Valencia, en vísperas de la fiesta de su patrón, San José.

Entonces ya quemaban frente a sus talleres, en las calles y en las plazas públicas los trastos viejos e inservibles junto con las piezas de madera que empleaban para elevar los candiles que les iluminaban mientras trabajaban en los meses de invierno. Las pequeñas estructuras que ardían durante el siglo XVIII adoptaron el nombre de Fallas y evolucionaron con el paso de los años hasta convertirse en obras de arte efímeras, en algunos casos con presupuestos millonarios, marcadas por su componente crítico, irónico y humorístico.

A diferencia de lo que sucede en la actualidad, aquellos montones de madera se quemaban el 18 de marzo. Hoy en día, la Cremà coincide con la festividad de San José , el día grande de las fiestas.

Señas de identidad

Aunque constituyen su principal seña de identidad, la Unesco no solo reconoce el valor de los monumentos valencianos, sino también todos los actos que envuelven esta festividad: espectáculos pirotécnicos, desfiles de bandas de música, la ofrenda floral a la Virgen de los Desamparados en la que participan más de 105.000 personas, y los eventos culinarios.

Las Fallas concentran en apenas unos días y en la calle una actividad cultural inusitada, que constituye su principal seña de identidad.

Imagen de la falla Sueca-Literato Azorín MIKEL PONCE

La fiesta va más allá, con 19 mascletaes oficiales y otras tantas procedentes de las comisiones falleras , así como toneladas de pólvora disparadas en castillos de fuegos artificiales, que alcanzan el 18 de marzo su colofón con la celebración de la «Nit del Foc».

El título concedido por la Unesco supone un reconocimiento sin precedentes de la fiesta mayor de Valencia y un impulso para el turismo de la ciudad y la economía de todos los sectores implicados en ella.

Concentración de turistas

De hecho, diferentes estudios elevan a quinientos millones de euros el impacto económico que supone para la ciudad la celebración de su fiesta grande. Este año se espera la llegada de un millón de personas.

La coincidencia del tramo final de las Fallas con un fin de semana y el hecho de que el lunes 20 sea festivo en comunidades como Madrid ha disparado la previsión de visitantes.

Como prueba de ello, en los hoteles del centro de la ciudad resulta imposible encontrar un habitación disponible, mientras que en su conjunto se espera una ocupación superior al 95 por ciento.

Pero no son las única cifras que se manejan en Fallas; hay 700 tramos de calles cortadas, 238 carpas y casales, 345 zonas de fuegos de artificio solicitadas, unos 300 váteres móviles y, de momento, un total de 73 puestos de churros y buñuelos autorizados.

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