Juan Zumalde - VERLAS VENIR
Escuchar
«Parece increíble que una empresa como la Ford pueda formar a ingenieros para que se dediquen a escuchar motores»
Lo que más me gusta de ti es la atención que me prestas. Siempre que hablo con mis amigas, todas se quejan de lo mismo: sus maridos están sordos o se lo hacen . Y yo siempre les contesto que tú siempre estás ahí, escuchándome.
Alfredo y María llevan diez años casados. Ella es profesora de instituto. El, ingeniero. Tienen una vida cómoda . Pareado en las afueras de la ciudad, vacaciones en la costa –aunque el ingeniero era más de interior-, un niño y una niña, un nutrido grupo de amigos… una vida envidiable.
Y, además, un hombre que escucha. La verdad es que la cosa no era muy excepcional. De hecho, Alfredo es un escuchador profesional . Pasa varias horas al día en una multinacional oyendo como suenan los motores. Para detectar si algo va mal en su interior. Probablemente, un hombre que se dedica a eso es capaz de detectar en el tono de su mujer cualquier complicación por pequeña que sea.
La verdad es que en medio de una sociedad completamente tecnificada, donde los teléfonos móviles e Internet han tomado el mando del universo, parece increíble que una empresa como la Ford pueda formar a ingenieros para que se dediquen a escuchar motores.
Nada de conexiones a programas complejísimos, nada de bancos de potencia, nada de tecnología. No. Un tío sentado junto a un motor en marcha para ver qué le cuenta .
Es normal que cuando Alfredo llegue a casa tenga ganas de escuchar a su mujer con su tono un día más y otro menos alegre. Con sus enfados, sus ilusiones, su canción . Es una suerte para Alfredo que su empresa le haya enseñado a escuchar. Una virtud muy poco masculina, todo sea dicho de paso.
Me gusta escucharte. Solo con cómo empiezas las frases , se como te ha ido el día. Adivino si estás triste por como arrastras las “eses” y escucho tu felicidad en la limpieza de tus vocales. Y ni siquiera me hace falta que hables conmigo. Incluso cuando lo haces con los chiquillos o por teléfono con tus amigos escucho como estás. Y por lo que te he oído hoy, te hace falta un cambio de aceite.