Tribunales

El entorno de los padres acusados de matar a sus hijos en Godella conocía que se sentían perseguidos por una secta

La segunda sesión del juicio se ha cerrado con la declaración de varios amigos de la pareja y testigos de lo ocurrido la mañana posterior al crimen

La madre acusada del doble filicidio: «Mi pareja se creía Jesucristo reencarnado y yo era María Magdalena»

Imagen del juicio por el crimen de Godella que se celebra en la Audiencia de Valencia EFE
Toni Jiménez

Toni Jiménez

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El juicio contra la pareja acusada de matar a sus hijos en un ritual en Godella que se celebra en la Audiencia de Valencia ha iniciado la prueba testifical. Tras finalizar los interrogatorios a los acusados, la sesión de este martes por la tarde se ha centrado en escuchar los testimonios aportados por la Fiscalía y las partes.

Amiel y Ixchel, de tres años y medio y seis meses, murieron tras recibir multitud de golpes durante la madrugada del 13 al 14 de marzo de 2019, y fueron enterrados en la casa de campo que la familia ocupaba ilegalmente.

El fiscal cree que tanto Gabriel C. como María G. asesinaron a los niños de mutuo acuerdo, por lo que pide 50 años de prisión para él y 25 de internamiento médico para ella, que sufre una esquizofrenia de tipo paranoide. Las defensas piden la absolución para los dos procesados, que se culpan mutuamente de los hechos .

Una vecina y amiga de la pareja ha relatado ante el jurado popular que era «habitual» que Gabriel dijera que podía curar enfermedades mediante regresiones. «No sé si era obsesión, pero le gustaban estos temas», ha admitido muy afectada.

Los acusados hablaban mucho de la cultura maya y se mostraban «convencidos» de que existía la reencarnación, pero nunca los escuchó hablar de los «baños para la purificación». Eso sí, conocía que hacían vigilias porque había «una secta que los quería matar» y que los «perseguía». Esas «paranoias» las asociaba al «estrés» porque «acababan de ser padres y el propietario de la casa quería echarlos», por lo que «no estaban en plenas facultades».

Preguntada por el fiscal, la mujer ha comentado que Gabriel tenía una personalidad «fuerte, dominante, impulsiva», con ataques de ira. Fue él quien el 7 de marzo le contó por teléfono que pensaba que estaban abusando de Amiel en el colegio y se citaron, pero no le creyó porque el niño no decía nada. En este punto, recuerda que le contó al acusado que habían rumores de que, en años anteriores, un profesor del mismo colegio «era muy tocón» y sus padres habían cambiado a sus hermanas de centro por este motivo. En cualquier caso, ante las sospechas de Gabriel, le aconsejó que buscara ayuda profesional.

La testigo ha recordado que lo último que supo de ellos es «que estaban más tranquilos, que habían dejado de llevar al niño al colegio y que se iban a tomar unas vacaciones». Durante la noche del crimen no vio nada, pero no creía que Maria pudiera hacerles nada a su hijos porque «era una madre entregada».

Un relato muy similar al que ha hecho otro vecino, pareja de la testigo anterior, que ha comentado que la pareja contó «mil veces» que Amiel veía fantasmas : «Decían que en mi casa había uno». Respecto a la secta que los acechaba, este hombre ha reconocido que se lo tomaba «como una broma». «No me lo tomé nunca en serio», ha admitido. También ha relatado que Gabriel estaba «asustado» porque María «pudiera hacer algo a sus hijos». De hecho, «intenté ir a hablar con ella, pero él me dijo que no estaba en casa» y quiso «pasar del tema».

Otra amiga de María ha afirmado que Gabriel la tenía «controlada» y «leía sus mensajes» . «Empecé a ver actitudes que no me gustaban» y «me distancié de ellos». «Me daba la sensación de que Gabriel no creía en nada de eso» y «era algo que utilizaba para aislar a María», ha asegurado, al tiempo que ha hecho referencia a los «malos tratos verbales» y las actitudes violentas del acusado sobre su pareja y la «falta de cuidados» hacia su hijo. «Gabriel tenía celos del niño desde que María se quedó embarazada» , ha aseverado.

«Me quieren matar, me quiere matar»

El resto de la vista se ha centrado en las declaraciones de los testigos que no conocían a la pareja, pero que se vieron involucrados en este terrible suceso. Entre ellos, una mujer que se encontró con María «completamente desnuda» y con el pelo «como mojado» vagando cerca de la casa que ocupaban los acusados ilegalmente cuando llevaba a su hija al colegio con el coche la mañana posterior al crimen. Creyendo que se trataba de un episodio de violencia, la siguieron y le preguntaron si necesitaba ayuda al verla «nerviosa» e «inquieta». «Me quieren matar, me quiere matar» , les respondió María.

En el momento en el que iba a subir al coche, su hija vio por el retrovisor que había un chico con un objeto en la mano, que más tarde reconoció como Gabriel -en una fotografía que le enseño la Guardia Civil- por sus «rastras rubias».

Al verlo, según el relato de la testigo, la acusada se marchó corriendo y madre e hija llamaron al 112 . La testigo ha explicado que se adentró en un camino de tierra porque le daba «cargo de conciencia» dejar sola a una persona en peligro, pero ya no volvió a verlos.

También ha testificado un hombre que paseaba en ese momento a su perro y que llamó a la Policía Local de Godella al ver a María deambulando por la calle, creyendo que se trataba de un «episodio de violación». Siguiéndola hasta la puerta de la vivienda de la familia se encontró con Gabriel. «Le pregunté dónde estaba la chica que acababa de ver». Él le respondió: «Su madre se ha llevado a mis hijos» , tras lo que le pidió el teléfono para llamarla, pero no se lo dio porque ya habían llegado los agentes.

Por último, también ha testificado otra mujer que ha asegurado que durante «toda esa semana a las siete de la mañana oía cantar desde los caminos» a «una voz singular, un tenor», sin aportar más detalles. Horas antes de que la Guardia Civil encontrara a María desnuda y escondida dentro de un bidón, la vio salir de unos arbusto y se acercó a auxiliarla. «Me ofrecí a darle mi anorak pero salió corriendo. Me llamaron la atención sus ojos porque estaban my abiertos, no parpadeaba y tenía una ojeras moradas importantes », ha detallado.

Por otra parte y ante la negativa de Gabriel de reconocer como suyas las cartas que intercambió con María en prisión , la defensa de la acusada ha solicitado una pericial de las misivas para que se acredite su autoría. Tanto la Fiscalía como el abogado del procesado se han opuesto a realizar esta prueba, misma postura que ha asumido el magistrado que preside el tribunal, porque la letrada tiene esos documentos en su poder desde mayo de 2019 y ha esperado hasta el último momento para presentarlos.

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