Vicente Vera* - TRIBUNA LIBRE
La economía (política) y el temperamento
«En estos tiempos que corren tan convulsos y ajetreados no se puede separar la política de la economía»
Decía Camba en una de aquellas memorables crónicas publicadas en el diario El Sol, allá por el año 1920, bajo el título de La Política y el Temperamento,y haciendo una reflexión interesante, razonaba que los hombres en vez de clasificarse por naciones o por oficios deberíamos hacerlo por temperamentos. Prosigue Camba discurriendo que “la política española es temperamental y más que temperamental, visceral. Detrás del programa se busca al hombre, y en el hombre se busca el despojo predilecto. Política de charcutterie, que se compone principalmente del sagrado corazón de Vázquez de Mella, del hígado de Maura, de los riñones de la Cierva o de Lerroux y de los menudillos de Dato.
Y así se explica el que algunos gastrónomos, no aceptando esta política sola, la mezclen con arroz o con alguna otra sustancia alimenticia”. Termina la crónica argumentando que “nuestro peso, nuestra estatura, nuestras grasas, todo esto influye de un modo directo en nuestra política. Decididamente para conocer el ideario político del español basta averiguar su temperamento” . Concluye de forma acerada que “además del temperamento sanguíneo, linfático y de todos los temperamentos conocidos en medicina, hay lo que podríamos llamar el temperamento económico, esto es, el temperamento de los que tienen dinero y el de los que no lo tienen”. Y cerramos paréntesis. Para hacer más real este símil sustituyan a los políticos que proponía Camba por aquellos que corresponderían a nuestros Rajoys,Riveras, Susanas o Iglesias . Me van a disculpar los lectores de esta columna pero no he podido resistirme a resumir el contenido de esta crónica que les hablaba al principio precisamente por dos razones, una por su sagaz reflejo que hace de la sociología política de los españoles después de casi un siglo transcurrido desde su publicación, y en segundo lugar por recibir prestado su título para alumbrar esta columna que les brindo en esta ocasión. Es más que evidente que soy un absoluto apasionado, además de fiel lector de los textos de Camba desde hace tiempo y son para mi como un faro que estimula mi curiosidad y, también de alguna manera, a indagar y conocer mejor los entresijos de la sociedad y la economía política de nuestro país .
En estos tiempos que corren tan convulsos y ajetreados no se puede separar la política de la economía, esto evidentemente siempre ha sido así.Sobre todo desde los últimos diez años viene cobrando cada vez más fuerza la intensidad y la difusión de los acontecimientos económicos y políticos más inquietantes en las tertulias de radio y televisión, así como la excesiva profusión de opiniones y criterios tan controvertidos que quedan estigmatizados diariamente en las redes sociales. Como también soy un follower incondicional de otro de los lúcidos observadores, casi entomólogo diría yo, de la realidad cotidiana de España y de los españoles, Juan José Millás . De tal modo que me viene ahora a la memoria algunas de sus divagaciones muy cuerdas que hacía recientemente en una de sus columnas. Se quejaba Millás de no entender demasiado bien eso de las inversiones y de las desinversiones en el complejo planeta de la ciencia lúgubre que, según Carlyle, es la economía. Decía incluso que a la economía le falta algo de relato. Y estoy de acuerdo. Advierto que se refería al contenido de los textos económicos que aparecen en los sesudos suplementos de economía que se insertan en los diarios de tirada nacional o bien a las páginas color salmón. Razonaba que la economía es una materia extraña, y que no acaba de encontrar un discurso convincente.
Una vez dicho esto, opino que- y no es ninguna osadía literaria- podemos encontrar un hilo conductor entre el pensamiento de Camba y Juan José Millás . No quiero ser demasiado pretencioso respecto a esta reflexión mía pero es, salvando las distancias, un sentimiento personal respecto de este periodismo social que ambos practican. Tanto uno como otro son perfectos conocedores y observadores meticulosos de la vida cotidiana de nosotros mismos, y así lo reflejan vivamente en sus respectivas crónicas periodísticas. Y es que los temperamentos de los españoles son especialmente identificados por Camba durante la mitad del siglo XX y más recientemente por Millás.¡¡¡ Qué poco hemos cambiado!!!.
En cuanto a los vicios más reprobables de nuestros políticos de la democracia, es de todos sabido la tan cacareada y nefasta trayectoria corrupta que nos viene golpeando desde hace algún tiempo y que afecta a los partidos mayoritarios que nos han gobernado durante los últimos treinta años. Y es que la política es economía y la economía es política. Citaré aquí al gran economista de origen polaco y coetáneo de Keynes - precursor de la teorías del británico- Michal Kalecki (1899-1970) . En una próxima columna les hablaré de sus teorías y modelos económicos, que son plenamente vigentes; y, de hecho, según leemos en uno de sus libros: Teoría de la dinámica económica . Ensayos sobre los movimientos cíclicos y a largo plazo de la economía capitalista. Ahí podemos comprobar que más de algún gobierno capitalista ha venido aplicando algunas de las ideas económicas expuestas en este manual. Hace hincapié en la necesidad de aumentar los salarios de los trabajadores como forma irreversible de aumentar el consumo de bienes y servicios y poder atender con dignidad las necesidades más básicas de las familias y continuar alimentando el proceso de producción de mercancías. A la luz de los resultados en Francia la austeridad debe acabar de modo fulminante y compartir el crecimiento del PIB entre todos los ciudadanos . No demos armas a los populismos de izquierda y derecha. Más Europa después de su sesenta aniversario no es más que racionalizar la globalización rampante. Ya saben, lo de los temperamentos.
Y no quiero concluir sin hacer una rápida y concisa reseña sobre la actualidad de los sapos en estos tiempos de posverdades por doquier. Sí, los sapos; han leído bien. Estos batracios se han puesto de moda en España precisamente por algún personaje de la política española que ustedes recordarán fácilmente. Parece ser que últimamente los sapos que emigraron del Parque de Doñana por la carencia de acuíferos han aparecido en el Canal de Isabel II en Madrid. Fuera de ironías del destino, quiero manifestar mi admiración por un encumbrado guionista americano y que tiene que ver también con estos anfibios reseñados aquí. Hablo del maestro de guionistas durante los años cincuenta y galardonado finalmente con un Oscar, Dalton Trumbo. En su más que recomendable libro El Tiempo del Sapo, nos revela muy fina y sutilmente su versión de la interpretación en cuanto a la ingestión de sapos para abordar y amortiguar las secuelas de la actividad política norteamericana durante aquel delicado y vergonzoso periodo de persecución política de actores, guionistas, etc., que estuvieron vinculados, uno más y otros menos, al Partido Comunista de los Estados Unidos. Se acordarán del maldito macartismo y el Comité de Actividades Antiamericanas. Libro fundamentado en un artículo publicado por el francé s Emile Zola y titulado El Sapo . Antes de iniciar su historia sobre estos calumniosos hechos, aconsejaba a los escritores de su época tragarse durante el desayuno unos batracios como remedio para sobrellevar con cierta elegancia, los sustos que les iba a deparar la lectura de la prensa. Cuestión de temperamento, como diría Camba.
*Vicente Vera es economista