Testimonio

«Duele, pero lo vivimos con mucha paz»: el último adiós en una congregación religiosa afectada por el Covid-19

Una comunidad de monjas de Valencia despide a una de sus compañeras tras 35 días de ingreso en la UCI

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Imagen del entierro de María Nieves este martes en Valencia MIKEL PONCE
Toni Jiménez

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María Nieves murió el domingo en la UCI en la que ingresó el 30 de marzo tras varios días en los que le costaba respirar. El coronavirus ha impedido que, como tantos otros, esta religiosa de 77 años tuviera la despedida esperada, pero no un último adiós «sencillo, sentido» y con mucha «esperanza».

Sus compañeras de la congregación de las Hijas de María Auxiliadora de Valencia -«su familia»- la han tenido presente en sus oraciones durante los 35 días que estuvo ingresada en el Hospital La Fe.

De hecho, Margarita, una de las diez salesianas que conviven en esa comunidad, ha sido la responsable de contactar con el centro todo este tiempo: «Nos han dado una información muy completa, haciéndonos partícipes de todo el proceso», explica a ABC. « Pudimos hablar dos días con ella . Lo intentaron el domingo pero ya no fue posible. Estaba sedada e intubada», cuenta la religiosa.

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Otras dos monjas, profesoras de Bachiller, dieron positivo en Covid-19 en marzo y estuvieron aisladas en la propia congregación -cuyas componentes, en general, superan los 60 años de edad - bajo los parámetros que les indicaban desde Sanidad. La Consellería realizó un estudio exhaustivo para conocer la trazabilidad y descartar que hubiera más infectadas.

Ambas se han recuperado y ahora solo les queda cumplir con los protocolos de seguridad . La mascarilla, por ejemplo, ya se ha convertido en un elemento indispensable fuera de sus habitaciones.

María Nieves vio agravadas las dolencias que ya padecía con la neumonía que sufrió por el virus. Se le dio sepultura este martes en el Cementerio Parroquial de Benimaclet con la presencia de su hermana y una sobrina. El sacerdote pronunció una oración y Margarita tuvo unas palabras despedida hacia su amiga , pero la misa en su recuerdo tendrá que esperar: «Lo echas de menos, pero la haremos».

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En los funerales, dice, «cantamos aleluyas con guitarra». «Duele. Aun así lo vivimos con mucha paz. La muerte es el tránsito, es el final de la misión que Dios te da. Volvemos al gran amor del padre. Ella tenía un proyecto de vida que ha cumplido muy bien », confiesa.

Mientras, la congregación sigue con sus actividades como, por ejemplo, el taller de costura en la prisión de Picassent con el que las internas ya han confeccionado más de dos mil mascarillas.

«Vivamos la vida con alegría, como un regalo que no nos pertenece y que es para compartirlo». «Cuando llega el último momento, el Señor te acompaña para que vuelvas a él con felicidad y no con pena ni desesperación». Al menos, cuenta Margarita, «así es como yo lo vivo» .

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