Fallas 2020
El día después en la «zona cero» de las Fallas tras la suspensión por el coronavirus
La plaza del Ayuntamiento de Valencia vive las consecuencias de una decisión histórica para prevenir el brote
Preocupación e indignación entre los colectivos falleros tras la suspensión de las fiestas por el coronavirus
Coronavirus, la última hora de la pandemia del COVID-19 en directo
Asistir a la plantà de una falla es un espectáculo en si mismo. Ver como los artistas la desmontan es histórico. Aunque por ahora -cuentan los operarios que aguardan mano sobre mano a los pies del monumento que preside la plaza del Ayuntamiento de Valencia -, la orden desde el gremio es no tocar nada hasta que no haya una comunicación oficial sobre cómo tienen que proceder. «¿Dónde vamos a almacenarlas? ¿Hasta cuando?» , se cuestionan. Es lo que piden muchos este miércoles con una ciudad en shock: soluciones.
Valencia respira un ambiente más propio del 20 de marzo que de la semana previa a su fiesta grande. A algunos la estampa les recuerda al 11-M de hace ya dieciséis años, guardando las distancias, con todos los actos de la jornada suspendidos tras los atentados de Madrid. El Gobierno valenciano -a instancias del Ministerio de Sanidad- decidió a última hora de este martes aplazar las Fallas ante el riesgo que supone un evento multitudinario como este en plena crisis por el brote de coronavirus . Algo que, hasta ahora, solo habían conseguido en tres ocasiones anteriores las guerras y la implantación de un impuesto para sacar los ninots a la calle.
Una decisión difícil que, aunque compartida, para algunos comerciantes del centro de la capital del Turia llega tarde y habría ahorrado muchos quebraderos de cabeza de haberse tomado antes. «Estaban siendo las peores Fallas que recuerdo desde el día 1. La asistencia a la mascletà era bastante floja, digan lo que digan. Ha faltado previsión», comenta a ABC Alícia, que regenta un comercio en la misma plaza.
«Es un desastre porque, como no podemos entrar con nuestro vehículo al centro durante los días fuertes, todos habíamos hecho acopio de comida y bebida. Algunas cosas las podemos devolver, pero otras vamos a tener que darles salida como sea », explica preocupada mientras conversa con el encargado de un bar afectado.
«El único consuelo que tenemos es que, de cara al buen tiempo, pueda venir más gente y compensemos las pérdidas de ahora», sostiene el mismo empleado mientras atiende a un grupo de turistas a la hora del almuerzo. Los hoteles del núcleo de la capital también empiezan a recibir llamadas de cancelación.
En el edificio consistorial poca tranquilidad hoy. Las reuniones entre departamentos se suceden. Día de empalmar llamadas y atender a los medios. El balcón que se llena de autoridades y la jaula de la mascletà están vacíos . Un operario municipal cambia los carteles que anuncian los disparos que durante diecinueve días hacen vibrar la plaza del Ayuntamiento. El viento quiso que se suspendiera la segunda que estaba prevista en el calendario pirtécnico y los profesionales de la pólvora, que incluso ponen dinero de su bolsillo por la visibilidad que supone ofrecer un espectáculo en la capital del Turia, están desolados.
Peluquerias con reservas canceladas, mercados con pedidos para comidas y cenas en el aire o floristerías con más de 600 ramos preparados en una cámara frigorífica para desfilar en la ofrenda. Caras largas en las casetas de venta que rodean la plaza. Una de las propietarias nos atiende entre lágrimas: «Es una ruina». Otra intenta contener la emoción: « Sabemos que es por el bien de todos, es lo único que nos tranquiliza . Pero a nivel individual, hay que entender que para nosotros es una putada. Teníamos ramos para seis comisiones y eso más de quince días no nos aguanta». Es el coste de suspender una fiesta con un impacto económico de cerca de 700 millones de euros. Pero la seguridad prima ante todo y toca salir adelante.
Un señor que contempla la majestuosidad de la falla municipal de este año propone que la dejen montada y que gire sobre su propio eje, tal y como estaba previsto. Los propios artistas han hecho sátira colocando una mascarilla a la figura central y en Valencia hoy hay quienes se consuelan haciendo referencia al lema del monumento: «Esto también pasará» .