Entrevista

Davide Livermore: «El nivel cultural de esta Conselleria parece el de una barra de bar y todos hablando valenciano»

El exintendente del Palau de les Arts reivindica en su despedida el trabajo desde el coliseo valenciano y critica al Gobierno por no tomar decisiones en la gestión

El exintendente del Palau de les Arts, Davide Livermore ROBER SOLSONA
Rosana B. Crespo

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Una semana después de dimitir como intendente del Palau de Les Arts de Valencia, Davide Livermore (Turín, 1966) conversa ya con una desvinculación completa del coliseo. «No quiero hacer un show de mi despedida porque afecta a muchas personas», insiste constantemente. Como director de escena, escenógrafo, cantante, bailarín o guionista, reivindica ese perfil artístico para poner en valor su gestión desde que entró en enero de 2015 en sustitución de Helga Schmidt cuando fue investigada –y será juzgada– por haber desviado supuestamente fondos públicos del Palau.

Durante la comparecencia en la que anunció su dimisión desgranó el motivo principal de su marcha: que la Conselleria de Cultura del Gobierno valeciano –al frente de la cual se encuentra Vicent Marzà (Compromís)– no fuera capaz de encontrar solución a su contrato para seguir compaginando su carrera artística con la intendencia, algo que consideran incompatible. Aunque también dejó algunos alegatos: «No voy a ser cómplice si hay un deseo de cerrar Les Arts», llegó a afirmar. Tras recoger algunas de sus pertenencias del despacho, Livermore atiende a ABC.

¿Repetiría como gestor de un teatro?

Seguro. Llevo 15 años siéndolo, aunque no en teatro de ópera, sino del teatro Baretti, que es de experimentación. Se trata de un espacio que crea realmente educación y acción social continua. El teatro público tiene una vocación profunda en este sentido, es el momento de la celebración de la sociedad en un ágora pública. Por eso es fundamental para el desarrollo de la vida cotidiana.

¿Cuál diría que ha sido su huella durante el período en el que ha estado al frente de Les Arts?

Creo que he podido marcar gestión a dos niveles. El primero, la calidad artística extraordinaria con pocos recursos y el segundo, la acción social, dando vida al teatro público.

Con su precipitada dimisión, ¿hay algo importante que se le haya quedado por hacer?

La próxima temporada y, sobre todo, las giras de la orquesta, que ahora podrá seguir haciendo la dirección artística. Han sido dos años y medio de trabajo importante para que los teatros del extranjero escucharan lo que queríamos hacer. Nuestra condición era no ser nosotros quienes pagáramos, como ocurre en muchos teatros en los que se ve como propaganda del intendente, sino que pagan ellos. Hay gestores que van al extranjero diciendo que su orquesta va a hacer un tour, para lo cual tienen, por ejemplo, 200.000 euros. Pero no lo estamos haciendo así. Primero porque no tenemos dinero y segundo porque es dinero público. En esta gira pagarán por el valor real de nuestra gran orquesta.

«La incompatibilidad no es mi culpa, es un problema legal que tiene que solucionar la Conselleria»

La relación con la Administración con la intendencia del Palau ha tenido tiranteces tanto en su época como en la anterior, más allá de que Helga Schmidt saliera por una cuestión muy diferente a la suya (había un proceso judicial en marcha). ¿A qué piensa que se debe?

Lo que falta es una voluntad en general. En mi período no he vivido a nivel personal tensiones, pero sí pienso que los políticos no tienen una concepción justa de lo que es un teatro de ópera. Y eso se ha demostrado en las últimas semanas. El Gobierno no sabe lo que es hacer una política cultural en este ámbito. Yo tuve a mi lado al alcalde Joan Ribó muy feliz con Les Arts Volant, cuando hicimos ópera por los barrios en un camión, pero el conseller de Cultura nunca vino. Y la ópera era en valenciano. Una cantante italiana, uno mexicano, uno venezolano del Centro de Perfeccionamiento Plácido Domingo cantando en valenciano. Eso es uno de los mayores orgullos durante los últimos años que tenemos como Palau de Les Arts con una acción concreta en favor de esta tierra y de su cultura. La cultura valenciana necesita ser servida con acciones así para que el mundo descubra su belleza, pero no puede cerrarse en sí misma.

¿Ve que las políticas van encaminadas a que se cierre en sí misma?

No quiero hacer suposiciones ni atacar, sólo expongo lo que yo he hecho y lo que he visto. Mi ego lo pongo sobre el escenario, no en una lucha política.

Cultura le ha acusado de que iba a incumplir su palabra de dejar el cargo en 2018 tal como se comprometió con la Conselleria.

Nunca me comprometí sobre ese tema. Se habló de reducir mi contrato porque no fueron capaces de resolver mi incompatibilidad de dirigir el Palau y a la vez las producciones artísticas que realizo fuera. Entiendo que el secretario autonómico de Cultura está en una situación difícil y tiene mi solidaridad humana. Pero nunca hubo un acuerdo en ese sentido. Yo nunca di la mano a alguien mirándole a los ojos para adquirir un compromiso. De hecho, el problema es que ninguno me ha mirado a los ojos. Me dicen que es mi culpa ser incompatible, cuando la incompatibilidad es un problema legal. ¿Cómo va a poder resolver un artista un problema político y legal? La función de la política es tomar decisiones. Si les gustaba lo que estaba haciendo podían haberlo solucionado. 17.000 entradas gratis, radio abierta con el archivo de sonido, Les Arts Volant, las ventas de tickets donde en la pretemporada se puede entrar de 5 a 50 euros, llenos del 99%, convenios con el IVAM y con la Federación de Sociedades de Bandas de la Comunidad... esos son mis hechos, que expliquen los suyos.

Davide Livermore, durante la entrevista con ABC ROBER SOLSONA

También afirman que el motivo real de su dimisión es el informe de Intervención de la Generalitat que le recuerda sus incompatibilidades y que tiene que justificar todavía los ejercicios 2016 y 2017.

Estos señores se han sentido atacados cuando yo no he atacado nunca a nadie. Dimití haciendo preguntas sobre el funcionamiento del Palau. Detrás de mis palabras no hay un doble signficado. Dije exactamente que me iba por problemas de mi contrato y por el borrador del informe de Intervención que dice cosas que son completamente incompatibles con la gestión de un teatro. Los teatros de ópera necesitan unas reglas excepcionales. Nosotros incumplimos las de contratación pública según el informe de la Generalitat y la Conselleria quiere que hagamos un concurso público para cada rol del teatro. ¿Qué pretenden? ¿Qué me ponga a hacer un concurso público para los barítonos y que se presente Plácido Domingo? Eso es imposible. En la orquesta, por ejemplo, no me dan la posibilidad de poder confirmar plazas de músicos cuando yo no estoy pidiendo ni un euro más, sino gestionar el presupuesto siguiendo las reglas artísticas. No puedo pagar más de 50.000 euros a un concertino porque es un precio fuera del mercado que no querría ningún músico. Lo siento, pero un músico de este nivel lleva estudiando desde los 7 años y no puede cobrar eso. ¿Tenemos ahora miedo de pagar 70.000 euros a un músico, que es un portador de arte y de cultura, cuando un jugador de fútbol gana millones?

La Generalitat niega que se vaya a contratar a cantantes por concurso público.

Eso estaba en el borrador del informe de la Intervención, con el que nosotros descubrimos que estábamos fuera de la ley porque no hacíamos concurso público. La política ataca y busca a la bruja, pero yo no lo soy. Aquí hemos hecho una política cultural dignísima donde el elitismo no existe. La gente trabaja al 200% más de lo que debería en esta casa porque se cree el arte.

¿Cree que ha calado esa idea de la concepción elitista?

El Gobierno tiene que quitarse los fantasmas de la cabeza de ese elitismo teórico y tiene que empezar a vender hechos de nuestra gestión. El Palau no es de ninguno, no es del PP ni del PSPV o de Compromís. Esta casa es de los ciudadanos. O la política se pone al servicio de la cultura o la cultura será siempre un altavoz político. Es cierto hubo un período en el que la derecha quiso que hubiera elitismo, pero en los últimos años hemos cambiado este chip. El presidente de la Diputación de Valencia, Jorge Rodríguez, estuvo con nosotros por los pueblos, hemos tenido gran apoyo por su parte, al igual que desde Turismo con Francesc Colomer. Pero no de la Conselleria.

Una cosa muy importante es que la gente ha de entender que un teatro de ópera es un ágora pública de celebración de la sociedad donde cada uno busca su plaza. No es sólo entretenimiento, sino participación. Cuando uno se levanta y empieza a gritar lo hace enfrente de toda la sociedad. Se escucharon gritos contra María José Catalá en la época del PP y asumió su responsabilidad. También se escucharon contra Vicent Marzà y no ha aparecido. El nivel de esta Conselleria parece el de una barra de bar y todos hablando valenciano. A mí me encantan este tipo de celebraciones, pero la sociedad valenciana no puede quedarse en el «nosotros» , sino que ha de abrirse.

«La cultura valenciana necesita ser mostrada para que el mundo descubra su belleza, pero no puede cerrarse en sí misma»

El secretario autonómico de Cultura ha afirmado que Les Arts no se va a cerrar y que la ópera supondrá un 90% de la actividad. ¿Cree que se mantendrá así o que a partir de ahora llevarán otra idea?

Si se va a bajar la calidad se cierra la ópera. Si no tienes un espectáculo con cantantes de cierto nivel, no puedes elegir la plantilla de la orquesta y las reglas, como las de contratación pública, te hacen la vida imposible en el interior de un teatro, puedes decir lo que sea pero supone dificultades. El borrador del informe pone limitaciones, aparte de mi contrato, a la gente que sigue. Estamos cansados de luchar contra un enemigo invisible. Me alegro de que Cultura que diga esto, pero pido que tomen decisiones porque hay un vacío de dirección. Que elijan un modelo de gestión propio que no sea el de Madrid o Barcelona, porque este es un pequeño teatro que tiene 12 años de historia de un éxito único.

¿Piensa que todo esto es por una cuestión de mentalidad sobre el modelo del Palau?

Después de mi dimisión, lo que dijeron fue que apostaban por el regionalismo y por el mismo modelo de gestión de cualquier empresa pública mirándose en el espejo de Madrid y Barcelona. Sin embargo, la gente de derechas y de izquierdas ha demostrado que la cultura es un valor superior a su posición política. No sé qué van a decidir porque cambian mucho la dirección de sus palabras conforme pasan los días, pero no se puede hacer una política regionalista sin comprender los problemas de gestionar un teatro.

¿Se pueden equilibrar los ajustes presupuestarios de los tiempos actuales con una programación de calidad a lo largo del tiempo?

Yo he pasado de una temporada de cinco títulos a once, añadiendo actividad. Mi programación ha demostrado que con el presupuesto más bajo de la historia del Palau se pueden conseguir producciones extraordinarias. No sé cómo será en el futuro, pero mi experiencia ha sido que con pasión, competencia teatral y la fuerza interna que tenemos se alcanza un nivel estupendo. La ópera es una de las cosas que más puede abrir una puerta a la internacionalidad y para ello hay que destinar dinero. En nuestro teatro existen 30 o 35 naciones y eso es maravilloso. El Palau de les Arts se puede considerar un símbolo de Valencia como puerta al mundo porque es lo que ha pasado en los últimos 12 años.

El exintendente de Les Arts atiende a ABC ROBER SOLSONA

¿Se plantea alguna vinculación con el Palau en un futuro?

No. Nadie de la Conselleria me ha llamado. En cambio, sí lo han hecho muchos políticos y artistas internacionales.

¿A cuántos altos cargos del Gobierno valenciano ha visto acudir a la ópera en los últimos años?

No muchos. Siempre me hubiera gustado celebrar con el Gobierno la belleza de compartir esto. También de recibir críticas o sugerencias. Pero no he tenido nada: ni crítica, ni apoyo ni aplausos ni confrontación. No mienten cuando dicen que no ha habido ninguna interferencia o presión del poder política. Es así porque no ha habido nada. No he tenido ninguna relación con el conseller y tampoco con el presidente de la Generalitat. A Ximo Puig le pedí ayuda para involucrar a empresarios privados en inversiones y nunca hubo respuesta.

Los problemas a nivel judicial también han dañado la imagen del Palau.

Sí, desde luego. Lo que pasó con la acción judicial afectó mucho a los patrocinios privados. La imagen que se quiso dejar es la de una película americana de policías. ¿Por quién? ¿Por una señora que era intendente? Si quieres hacer una investigación judicial perfecto, pero todo lo demás fue pura propaganada y alguien ha ganado con ello.

¿Quiere decirle algo más al Gobierno?

Me gustaría mucho que empezaran a hablar con los trabajadores y les explicaran las razones de todo lo que ha pasado. El Gobierno de derechas dio en diciembre de 2012 un golpe secreto para quitarle poder a la señora Schmidt y el de izquierdas ha hecho un borrador en el que cambia las reglas. Y no han hablado con los trabajadores. No existe derecha e izquierda en este tema, sino una incapacidad de gobernar.

Davide Livermore: «El nivel cultural de esta Conselleria parece el de una barra de bar y todos hablando valenciano»

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