Ferran Garrido - Una pica en Flandes
Cuestión de mal gusto
«En Navidad uno espera que le feliciten con luz, no con sombras»
Acostumbrados a mirar el horizonte de la política nacional , a veces se nos escapa lo más cercano. Se nos pasan de largo algunas cosas hasta que aparecen ante nosotros, nos pegan un bofetón, y se nos quedan los ojos como platos. ¡¡¡Como platos!!!
Aún no me he recuperado de la impresión . No he podido cerrar aún los ojos. Vamos, que se me han acabado las gotas aquellas que me recetó el oftalmólogo para evitar la sequedad… y miren que ya estoy curado de espanto, que estos ojitos han visto de todo, que siempre digo que ya no hay nada que me sorprenda y que procuro tomarme las cosas con estoicismo. Pero esta vez la sorpresa ha superado a la templanza. Y me explico.
Que no digo yo que no esté bien como obra artística. Qué como dibujo, como pintura, como expresión del arte, me gusta. Les doy mi palabra. Bien mirada, si me lo encuentro en una exposición, en un museo de arte, incluso en una galería, me pone. Pero encontrármelo como felicitación navideña del Ayuntamiento de Valencia no me pone mucho. Bueno sí, ponerme me pone. Pero me pone triste. No puedo evitarlo. Y vaya por delante que mi crítica no es hacia la autora, a la que admiro como diseñadora. Lo que critico es el desacierto en la elección de la obra para felicitar la Navidad.
A ver . Una pregunta al señor Ribó y sus asesores . ¿Es necesario intentar cambiar todo aquello que ya tenemos asumido como propio? Sólo pregunto. Miren, en Navidad uno espera que le feliciten con Luz, no con sombras. Ya sé que el diseño intenta hablarnos de luz, pero no lo consigue. Al menos a mí me trasmite todo lo contrario. Es cierto que nos saca de la rutina de todas las Navidades. Ahí les doy la razón, pero… ¿es necesario?
Hay cosas, hay costumbres, hay tradiciones que, por antiguas, por arraigadas, por trasnochadas que puedan parecer, nos gustan. Ya sé que los valencianos, que somos genéticamente tendentes al barroquismo, somos muy dados al uso del color, de la luz, del fuego de artificio y que en más de una ocasión hemos sido tildados de horteras por algunos sectores a causa de nuestra tendencia al colorín. Pero qué le vamos a hacer. No me parece tan raro que me apetezca ser felicitado con un cartel un poquito más alegre . Más acorde con las fechas navideñas, más alegre para unos días en los que la tristeza ya aflora por su cuenta y contra la que nos rebelamos a base de turrones, luces de colores, bolas brillantes y muchas guirnaldas. Y sonrisas. Muchas sonrisas. En fin, lo de siempre. Pero nos gusta.
Pero vuelvo a mi pregunta… ¿Es necesario? Miren, la iconoclastia está bien como postura intelectual. Sin duda. Ha hecho avanzar la humanidad hacia la modernidad en más de una ocasión. Pero hay que saber cuándo y cómo. Y sobre todo, para qué. Creo sinceramente que no han disfrutado del don de la oportunidad.
No voy a ir más allá en mi crítica. Esto dentro de unas semanas será sólo una anécdota. Pero yo, personalmente, prefiero que me feliciten con un tarjetón un poquito más alegre. Y si no les gustan los iconos tradicionales, con mucho contenido religioso (pero qué le vamos a hacer celebramos la Navidad), les propongo para la próxima la neutralidad de una estrella llena de Luz. Y se que me pueden contestar que es una cuestión de gustos.
Ahora bien, si el objetivo era dar que hablar, objetivo conseguido. Les felicito. Feliz Navidad.