Tribunales

Crimen de Godella: medio siglo de prisión para el padre e internamiento médico para la madre de los niños asesinados

La sentencia absuelve a la madre por su enfermedad pero le impone un máximo de cuarenta años de hospitalización en un centro psiquiátrico especializado

Imagen de la pareja acusada por el crimen de Godella durante el juicio en la Audiencia de Valencia EP
Toni Jiménez

Toni Jiménez

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La Audiencia de Valencia ha condenado a 50 años de prisión –con un máximo de cumplimiento de cuarenta– al padre de los niños asesinados en la localidad valenciana de Godella en marzo de 2019, Gabriel C ., como culpable de dos delitos de asesinato con la agravante de parentesco.

Para la madre de los dos menores, María G. , coautora de los crímenes, el juez contempla la eximente completa de anomalía psíquica debido a la esquizofrenia paranoide que padece, por lo que la absuelve. No obstante, deberá permanecer interna en un centro psiquiátrico especializado durante un plazo máximo de 25 años por cada filicidio, también con un máximo de cuarenta de cumplimiento.

El magistrado que presidió el Tribunal del Jurado ha modificado la situación personal de la mujer, que se hallaba en prisión preventiva desde que fue detenida tras los hechos, y ha acordado su libertad provisional de forma inmediata.

De hecho, la acusada ya ha sido trasladada desde el Centro Penitenciario de Picassent a la Unidad de Hospitalización Psiquiátrica de Agudos del Hospital La Fe de Valencia para que el personal sanitario la examine y valore si procede su ingreso no voluntario en un centro.

La resolución, que será recurrida en el Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad Valenciana por la defensa del acusado tal y como anunció tras conocerse su culpabilidad, establece que los dos progenitores deben indemnizar con 300.000 euro s tanto a los abuelos maternos como los paternos. Además, les impone a ambos una medida de seguridad de libertad vigilada durante diez años tras cumplir con las penas anteriores y, a Gabriel, le obliga a pagar la mitad de las costas procesales.

El juez recoge en su sentencia el veredicto del jurado popular , que consideró probado que Amiel e Ixchel, de tres años y medio y seis meses, murieron en un ritual a manos de sus padres –llevados por sus creencias místicas– tras recibir multitud de golpes, sobre todo en la cabeza , durante la madrugada del 13 al 14 de marzo de 2019 y fueron enterrados en el jardín de la casa de campo que la familia ocupaba ilegalmente .

Tal y como el fiscal defendió durante las ocho sesiones del juicio que se celebró a principios de junio, los acusados estaban convencidos de la existencia de una secta que les perseguía, asediaba y abusaba sexualmente del niño , hasta el punto de que se turnaban para realizar vigilias nocturnas a fin de evitar ser atacados y que sus hijos fueran secuestrados.

Impulsados por esas creencias e ideas relacionadas con la cultura maya, que Gabriel inculcó a María, decidieron que la única manera de proteger a los menores era someterlos a un «baño purificador», «terminar con sus vidas y enviarlos al más allá para que posteriormente pudieran revivir», según relata el fallo hecho público este miércoles.

De este modo, entre las diez de la noche y las cuatro de la madrugada, «actuando de común acuerdo en ejecución de tal plan, haciendo y dejando hacer el uno al otro », cogieron a sus hijos, los bañaron en la piscina de la casa y acabaron con su vida , «bien con un objeto contundente, bien propinándoles fuertes golpes en la cabeza contra el suelo».

Sin embargo, los nueve miembros creyeron –y así lo señala la sentencia– que la madre no era consciente de lo que hacía por el brote agudo de su enfermedad , que no le fue diagnosticada hasta que ingresó en prisión, que sufrió durante esos días y «que anulaba completamente las bases psicobiológicas de su imputabilidad (inteligencia y voluntad)».

Asimismo, el texto apunta a dos acontecimientos que precipitaron los hechos: la denuncia de la propietaria de la vivienda que habitaban y el hecho de que la madre de la procesada, «viendo la actitud, estado y conducta de los acusados, estuviera de forma continua pendiente de ellos ante el temor de que algo malo pudiera sucederle a sus nietos ». Tanto es así, que denunció ante un juzgado de guardia esta situación horas antes de que Amiel e Ixchel desaparecieran.

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